El 'amigo americano' contra la hoja de coca
El triunfalismo del Gobierno boliviano por el apoyo de Washington a la lucha antidroga difiere de la visi¨®n de los campesinos y la Iglesia
La Unidad M¨®vil de Patrullaje Rural (Umopar), columna vertebral de la lucha militar contra el narcotr¨¢fico en Bolivia, celebr¨® la semana pasada el 20? aniversario en la provincia de Chapare, territorio renombrado por los cultivos de coca. Los festejos tuvieron como invitado de honor al embajador de Estados Unidos. David Greenlee lleg¨® a la base en un helic¨®ptero militar, departi¨® con la tropa y en su alocuci¨®n dijo que en Bolivia existen dos Chapares, uno dedicado al desarrollo alternativo y productivo y otro a los conflictos, bloqueos y al tr¨¢fico de drogas. La opini¨®n del embajador es referencia obligada en un pa¨ªs cuya estrategia antidroga tiene el sello de EE UU hasta en el detalle m¨¢s nimio.
La estrategia antidroga tiene el sello de Estados Unidos hasta en el detalle m¨¢s nimio
"17 a?os de cultivos alternativos a la hoja de coca no han dado resultado"
Norteamericana es la pol¨ªtica de erradicaci¨®n de cultivos de coca, la log¨ªstica -helic¨®pteros, transporte terrestre-, la propaganda antidroga en las carreteras y la instrucci¨®n que reciben los alumnos del centro de entrenamiento antinarc¨®ticos Garras del Valor, una Escuela de las Am¨¦ricas a peque?a escala. "Sin el soporte de EE UU no podr¨ªamos enfrentar esta lucha", asegura el teniente coronel Jaime Cruz, comandante de la Umopar en Chapare. La ayuda de Washington a Bolivia para la lucha antidroga fue en 2002 de 104 millones de d¨®lares, seg¨²n el Departamento de Estado, incluido el desarrollo de cultivos alternativos, la erradicaci¨®n y prevenci¨®n. ?ste es el eje de la pol¨ªtica norteamericana, con una embajada gigantesca en La Paz que tiene 900 funcionarios, la m¨¢s numerosa en Am¨¦rica Latina despu¨¦s de M¨¦xico.
El fallecido presidente V¨ªctor Paz Estenssoro vaticin¨® en 1960 que Bolivia erradicar¨ªa los cultivos de coca en 20 a?os, pero el pa¨ªs andino es todav¨ªa, despu¨¦s de Colombia y Per¨², el mayor productor de la planta con la que se elabora el clorhidrato de coca¨ªna. Siguiendo la carretera desde Cochabamba a Santa Cruz, la vegetaci¨®n irrumpe en un clima cada vez m¨¢s t¨®rrido y h¨²medo a medida que uno se adentra en Chapare, en pleno tr¨®pico. En la localidad de San Jacinto est¨¢ el primer control de Umopar. "No apoyes el transporte de precusores il¨ªcitos para el narcotr¨¢fico", "Estamos en lucha contra las drogas. ?nete a nosotros", se lee en dos carteles enormes, en castellano y quechua. Hemos entrado en una zona caliente, muy militarizada, donde se libra desde hace tiempo una batalla que empieza a contar muertos. En 2000 los cocaleros bloquearon el pa¨ªs durante un mes, con el corte de todas las carreteras de Chapare. La semana pasada una bomba alcanz¨® de lleno a un soldado y dej¨® ciego a otro cuando se dirig¨ªan a erradicar una plantaci¨®n.
Los militares y la Embajada estadounidense acusan a los cocaleros (productores de hoja) de la violencia que aqueja a Chapare. Desde 1997 el Gobierno boliviano est¨¢ enfrascado en el Plan Dignidad, que inici¨® el ex presidente Hugo B¨¢nzer bajo el lema coca cero para acabar con los cultivos ilegales. Las cifras oficiales indican que desde que se puso en marcha la campa?a han sido erradicadas 60.000 hect¨¢reas de hoja, lo que impidi¨® la producci¨®n de 230 toneladas anuales de coca¨ªna. En la regi¨®n de Los Yungas, al norte de La Paz, hay 12.000 hect¨¢reas de cultivo legal de hoja de coca para el consumo de los ind¨ªgenas, que conservan la tradici¨®n de pijchar (mascar) desde la ¨¦poca de los incas.
"Los programas de erradicaci¨®n han reducido a una m¨ªnima expresi¨®n la proporci¨®n de coca existente en Chapare", explica un informe del Ministerio de Gobierno, que presenta como ¨¦xito las 123.000 hect¨¢reas plantadas con cultivos alternativos de banana, palmito, naranja, pi?a, flores tropicales y maracuy¨¢, la constituci¨®n de m¨¢s de 260 empresas y asociaciones de productores y la creaci¨®n de 3.900 empleos.
M¨¢s all¨¢ de las cifras, es muy dif¨ªcil cuantificar la extensi¨®n de cultivos ilegales. Puede haber entre 10.000 y 15.000 hect¨¢reas, coinciden varias fuentes. La DEA (agencia antidrogas de EE UU) utiliza sat¨¦lites, que no bastan para detectar la coca plantada entre la maleza, la llamada coca enchomada.
El triunfalismo del Gobierno contrasta con la visi¨®n de muchos campesinos, de la Iglesia cat¨®lica y de otros sectores sociales. "Diecisiete a?os de cultivos alternativos no han dado resultado. El dinero que distribuye la Embajada norteamericana no llega a los campesinos", replica el defensor del pueblo de Chapare, Godofredo Reinicke. "M¨¢s del 70% va a reforzar la presencia militar y s¨®lo una peque?a parte se destina al desarrollo alternativo". La consecuencia es que muchos campesinos que prueban cultivos sustitutivos mantienen a escondidas sus plantaciones de coca. La rentabilidad de unos y otros habla por s¨ª sola. Una hect¨¢rea de coca da unos 6.500 d¨®lares al a?o, es muy resistente a las plagas, la planta dura entre 10 y 15 a?os y no exige grandes labores agr¨ªcolas. Como contraste, una hect¨¢rea de pimienta rinde 3.500 d¨®lares; una hect¨¢rea de pl¨¢tano, 3.000, y una hect¨¢rea de palmito, 1.500. Unas 11.000 familias (de seis miembros cada una) viven de esa nueva actividad, pero la coca a¨²n da de comer a 40.000 familias.
Antes de llegar a Chimor¨¦, la carretera atraviesa Shinahota, un peque?o pueblo con mercado a pie de carretera en el que la compraventa de coca¨ªna era casi libre en los a?os ochenta. El polvo blanco se consegu¨ªa en cualquier puesto callejero. Hoy s¨®lo algunas mujeres venden hoja de coca.
En el hospital de Chipiriri, un peque?o poblado a diez kil¨®metros de la carretera principal, una campesina llamada Julia cuenta que los militares llegaron y erradicaron todas las plantaciones de coca. "No hay di¨¢logo", dice en quechua. "Entran y cortan todo. Nos amenazan. En la zona donde vivo s¨®lo hab¨ªa coca, nadie cultiva otra cosa". Para llegar a Uncia, la comunidad de Julia, hay que recorrer 75 kil¨®metros y sortear cuatro r¨ªos sin puentes. Eliminada la coca, los campesinos han empezado a sembrar arroz, pi?a y pl¨¢tano, pero la tierra de Chapare, con suelos de 20 a 30 cent¨ªmetros de capa ¨²til, no es tan benevolente para esos cultivos.
Los pobladores originarios eran los yuracar¨¦s, pero en los a?os ochenta se produjo la colonizaci¨®n de Chapare, procedente de los valles de Cochabamba y de regiones mineras del altiplano como Potos¨ª, Oruro y Sucre. El aumento demogr¨¢fico del tr¨®pico boliviano fue tal que los 32.000 habitantes de 1976 llegaron a medio mill¨®n en el momento ¨¢lgido de la producci¨®n de coca¨ªna, en 1982-1983. En estos a?os Chapare era un territorio al margen de la ley, donde imperaba el orden de los narcos. Eran frecuentes los tiroteos y el aterrizaje de avionetas a plena luz del d¨ªa en pistas secundarias.
Cuando irrumpi¨® el narcotr¨¢fico, el precio de la hoja de coca sub¨ªa semana tras semana. De 15 d¨®lares la libra (medio kilo) a 500. En las ¨¦pocas de mayor represi¨®n el precio suele descender, ya que los traficantes argumentan que "el trabajo" entra?a mayores riesgos.
La coca del Chapare es ideal para producir coca¨ªna, porque tiene el alcaloide necesario para la producci¨®n de la droga, dice el teniente coronel Freddy Melo, jefe de operaciones de erradicaci¨®n. El campesino sabe perfectamente que el destino del 90% de la coca de esta regi¨®n es el polvo blanco, cuya demanda en cantidad y calidad en los mercados de EE UU y Europa no ha disminuido.
?Qui¨¦n financia al l¨ªder de los cocaleros?
"Cada a?o que pasa entiendo menos y dudo m¨¢s", confiesa el cura italiano Esperandio Rabassio, con 12 a?os de residencia en Bolivia, en la casa parroquial de Villa Tunari, la principal localidad de Chapare. La capacidad de movilizaci¨®n y resistencia de las organizaciones de los cocaleros ha dado que hablar y ha levantado innumerables rumores sobre su financiaci¨®n. ?Qui¨¦n financia a Evo Morales, el l¨ªder de los productores de hoja de coca que aspira a llegar a la presidencia de la rep¨²blica? El ex presidente Gonzalo S¨¢nchez de Lozada lanz¨® la acusaci¨®n: narcos, sindicalistas y cocaleros son todos lo mismo. Le secundaron, por activa o pasiva, los partidos tradicionales.
Se han lanzado numerosas preguntas que nadie responde pero que han sembrado la sospecha. ?Qui¨¦n est¨¢ detr¨¢s de Evo Morales? ?Qui¨¦n es este l¨ªder que no para de viajar, que se re¨²ne con Fidel Castro, Gaddafi, Ch¨¢vez, al que apoyan un buen n¨²mero de ONG? ?De d¨®nde sale el dinero para los campesinos que bloquean carreteras durante semanas? "Creo que hay algo por debajo. No s¨¦". El cura Rabassio cuenta que Morales visita poco Chapare. "Antes siempre estaba aqu¨ª. Yo lo apreciaba. Estaba con su gente, bajo el sol, la lluvia o los gases lacrim¨®genos. Pero despu¨¦s empez¨® a volar y a punto estuvo de ganar las elecciones".
Durante la campa?a para las elecciones de junio del a?o pasado, el entonces embajador estadounidense, Manuel Rocha, tuvo una intervenci¨®n memorable al advertir de que un hipot¨¦tico triunfo electoral de Morales, candidato del Movimiento al Socialismo (MAS), tendr¨ªa consecuencias desastrosas para las relaciones entre Bolivia y Estados Unidos. Heridos en su orgullo por la intromisi¨®n del nuevo virrey, muchos bolivianos que probablemente no pensaban hacerlo votaron al l¨ªder cocalero, que obtuvo el 20,94% de los votos y 35 esca?os parlamentarios para su partido.
El MAS, proyecto pol¨ªtico de los cocaleros, tiene su origen en la organizaci¨®n sindical: seis federaciones del tr¨®pico organizadas en unos 600 sindicatos y m¨¢s de 20.000 afiliados. "El sindicato es como el padre ante la ausencia del Estado: abre el camino, construye la escuela, paga al maestro", explica Andr¨¦s Checa, vicealcalde de Villa Tunari. Actualmente, el MAS controla las principales alcald¨ªas de Chapare. En la ¨²ltima crisis, Morales asegur¨® que su gente seguir¨¢ con la coca, y amenaz¨® al presidente Carlos Mesa con "incendiar el Chapare". "Evo se ha dado cuenta de que le votaron no s¨®lo los cocaleros, sino otros sectores. Se siente en condiciones de desafiar", dice Rabassio.
"?Cu¨¢ndo los pueblos originarios han llegado al poder? Nunca". El vicealcalde Checa cree que ha llegado la hora de romper este esquema -"que el pueblo asuma por s¨ª mismo el poder"- y pronostica que en 2007 el MAS ganar¨¢ las elecciones.
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