Carta al nuevo cardenal

Amigo Vallejo: Me lo tem¨ªa. Acept¨® el cardenalato. Y se ubica, orlado por el so?ado rojo birrete en el meollo de la conservadora iglesia juanpaulina, que pone una vela a Rousseau y otra a Ratzinger. Ac¨¢, la acomodada clerec¨ªa y la Sevilla de siempre le aplauden con calor, y le seguir¨¢n porque ha conseguido hacerle uno de los suyos. Mas la Sevilla heterodoxa, la de El Vac¨ªe y las Tres Mil, la de Blanco White, etc¨¦tera, se ver¨¢ cada vez m¨¢s arrinconada; como tiene que ser, para que Lampedusa lleve, una vez m¨¢s, raz¨®n.

Sin que quepa ahora el debate sobre la religiosidad de la poblaci¨®n espa?ola, separando las cifras reales de practicantes y cat¨®licos oficiales (bautizados), s¨ª que cabr¨ªa preguntarse si la laicidad creciente tiene o no bastante que ver con el hedonismo generalizado y con el mayor nivel cultural de la gente; que no obstan para que se instale una religiosidad tradicional nimbada de paganismo y costumbrismo seculares que suelen confundirse con fidelidad evang¨¦lica.

Otra oportunidad perdida, monse?or, para su pregonado "franciscanismo": Para la secularizaci¨®n, necesaria, de tantos mitos marianos y la puesta en raz¨®n hist¨®rica y social de los rectores/mu?idores del "mejor sevillanismo", sufrag¨¢neos del BBVA, de la chicot¨¢, de la caridad puntual y del pesca¨ªto frito. Pues, "con su pan se lo coma". Yo ser¨¦ un poco m¨¢s esc¨¦ptico, y a poca gente le importar¨¢. Usted, como es habitual, me seguir¨¢ ignorando.