?Merecemos a Picasso?
Ya conoce el lector con todo detalle c¨®mo es el nuevo museo Picasso de M¨¢laga, todo un prodigio hecho de mimo y cari?o que transformar¨¢ por completo el futuro de la ciudad. Como dice un amigo m¨ªo, el museo provocar¨¢ el hurac¨¢n que barrer¨¢ la caspa que sigue cubriendo M¨¢laga, a pesar de su fama -s¨®lo merecida en parte- de moderna y emprendedora. Por tanto, ev¨ªtenme poner chorreando este art¨ªculo de calificativos elogiosos, por muy merecidos que sean. Enti¨¦ndanme: no tengo costumbre.
La generosa previsi¨®n de espacio para exposiciones temporales y el equipo que dirige el museo llega no s¨®lo con muchos conocimientos, sino con una excelente agenda de contactos que le permitir¨¢ sacar todo el jugo posible a sus fondos, entrando en ese circuito de intercambios que permitir¨¢ ver en M¨¢laga exposiciones que nunca imaginar¨ªamos poder tener tan cerca.
Y, por supuesto -y en conjunci¨®n con el AVE-, dar¨¢ una nueva vida a la ciudad y la convertir¨¢ en un lugar visible y no en ese punto del mapa que est¨¢ justo al Este de un aeropuerto que es reconocido internacionalmente por las enigm¨¢ticas siglas AGP. (Es una an¨¦cdota hist¨®rica significativa: en los a?os treinta del siglo pasado hubo que recurrir al nombre latino de M¨¢laga ya que al reivindicar las siglas MAL se nos adelant¨® una ciudad indonesia llamada Mangole. As¨ª era M¨¢laga y as¨ª sigue siendo todav¨ªa. No nos dejemos confundir por unas decimillas de crecimiento del PIB).
El museo Picasso transformar¨¢ M¨¢laga, no cabe duda. Pero, ?qu¨¦ hay hoy? Cuando se vuelve a la calle despu¨¦s de visitarlo te encuentras con la adversa realidad, s¨®lo modificada estos d¨ªas por unas capas apresuradas de pintura y unas nuevas tiendas de souvenirs de lo m¨¢s cutre. La fachada posterior del museo se enfrenta al teatro romano y a la Alcazaba. Es el m¨¢s afortunado rinc¨®n de M¨¢laga. Por medio, transcurre la calle Alcazabilla, que se muestra descarnada, fea y sin adornos. Acertadamente, el alcalde De la Torre la cerr¨® al tr¨¢fico pero no ha hecho nada por despojarla de su horroroso aspecto de carretera comarcal.
Una de las voces m¨¢s l¨²cidas y cr¨ªticas de la ciudad lo explica muy bien. Dice el arquitecto Salvador Moreno Peralta: "Barcelona recibi¨® los Juegos Ol¨ªmpicos y fue capaz de transformar su ciudad y parte de Catalu?a. Nosotros hemos recibido el museo Picasso y de lo ¨²nico que hemos sido capaces es de repintar la Juder¨ªa en cuatro d¨ªas".
Durante los a?os en los que se ha ido construyendo el museo, las relaciones entre la Junta -promotora y financiadora del proyecto- y el Ayuntamiento han sido nefastas. La Junta no se ahorr¨® una border¨ªa quiz¨¢ porque interpretaba como provocaciones municipales lo que posiblemente fueran s¨®lo muestras de ineficacia.
El museo est¨¢ ah¨ª, pero no cabe duda de que se le sacar¨ªa m¨¢s provecho si la ciudad presentara un aspecto apetecible, si se hubieran acabado proyectos como la integraci¨®n del puerto, un plan, por cierto, abortado a tiempo de evitar que el mejor espacio de la ciudad fuese tomado por minicines y pizzer¨ªas.
Disfrutemos a Picasso y agradezcamos de por vida la generosidad de su nuera Christine, pero no dejemos de preguntarnos si nos merecemos todo esto.
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