Usl¨¦ repintado
Dentro de esa escogida tribu de artistas que se resisten a declarar incompatibles pintura y actualidad, Juan Usl¨¦ (Santander, 1954) ha alcanzado el raro privilegio de ser, durante los ¨²ltimos quince a?os, uno de los pocos artistas espa?oles con inequ¨ªvoco peso internacional, como queda corroborado no s¨®lo por haber sido seleccionado para la Documenta de 1992, sino por estar en muchas otras convocatorias de prestigio a uno y a otro lado del Atl¨¢ntico. Tal es el caso de la exposici¨®n que ahora exhibe en el Palacio de Vel¨¢zquez del Retiro madrile?o, visible hasta el 12 de enero de 2004, para luego recalar sucesivamente en la Fundaci¨®n Bot¨ªn, de Santander; el SMAK, de la ciudad belga de Gante, y el museo contempor¨¢neo de Dubl¨ªn, que ahora dirige Enrique Juncosa, el comisario de la presente muestra. Digamos que ¨¦sta consta de un centenar largo de obras de Usl¨¦ -80 pinturas y 30 fotograf¨ªas-, seleccionadas a partir de los ¨²ltimos diez a?os de producci¨®n de este artista, que reside regularmente en Nueva York desde hace tres lustros.
JUAN USL?
Palacio de Vel¨¢zquez
Parque del Retiro. Madrid
Hasta el 12 de enero de 2004
La trayectoria p¨²blica de Usl¨¦ se remonta a comienzos de la feraz d¨¦cada de 1980 -hace ya, pues, un cuarto de siglo-, pero, sin duda, la maduraci¨®n de su lenguaje personal y su proyecci¨®n internacional data aproximadamente de cuando se instal¨® en Nueva York, donde se produjo una ruptura con lo anterior y, m¨¢s o menos, el comienzo de la etapa actual, cuya retrospecci¨®n panor¨¢mica abarca la presente exposici¨®n. De todas formas, esta ruptura del Usl¨¦ juvenil y maduro no afect¨® ni, como antes dijimos, a su esencial vocaci¨®n pict¨®rica, ni a su natural querencia por atrapar lo que cada imagen tiene de "atm¨®sfera", lo que, en cierta manera, revela siempre a un "paisajista", que no hay que confundir sin m¨¢s con un pintor de paisajes. En realidad, el pictoricismo de Usl¨¦ y su forma de retener la espectral fragancia -el aura sensible- de lo visible est¨¢ presente incluso en su forma de hacer fotograf¨ªas, que tienen bastante de lo que se conoce como "pictorialismo fotogr¨¢fico", si bien incorporando los visajes licuescentes de la actual tecnolog¨ªa visual.
El modo y la forma ¨®pticos con que Usl¨¦ encara y replica la realidad se aprovecha de dos recursos tan modernos como la fragmentaci¨®n y el intervalo, respectivamente un sistema de "recortar" y "montar" el espacio, cuya genealog¨ªa procede del collage, y, a su vez, un sistema de generar un ritmo narrativo, un tiempo pautado, que, en su caso, vibra mediante "fundidos en negro", tenebrosos par¨¦ntesis de atenci¨®n y misterio. Por cualquiera de estos procedimientos, todo converge en Usl¨¦ hacia la materializaci¨®n de la evanescente luz y sus fascinantes ondulaciones crom¨¢ticas, que quedan atrapadas como en dram¨¢ticas placas de vidrio. Aunque semejante procedimiento podr¨ªa verse abocado a una suerte de refinado virtuosismo en el tratamiento esteticista de la imagen, Usl¨¦ ha sabido dotarlo de un hondo y, no pocas veces, angustioso p¨¢lpito existencial, fiel testimonio de la soledad de la tecno-manipulada mirada contempor¨¢nea, mientras que el reguero de sus intervalos negros nos abren continuamente al abismo -po¨¦tico y cr¨ªtico- de lo invisible que nos asedia.
Todo esto est¨¢ esmeradamente cuidado en el montaje de la presente exposici¨®n, que se articula en una serie de "cap¨ªtulos" o "habitaciones", pero en el sentido de generar unos meollos luminosos o de penumbra, de respectiva diferente intensidad, para que resplandezca la parpadeante cinta continua de las im¨¢genes, que fluyen como nuestro sistema de circulaci¨®n sangu¨ªnea, con ese r¨ªtmico y dram¨¢tico contraerse y dilatarse, aunque lo que aqu¨ª se bombea sea el plasma de la memoria y su rutilante cola de mil fragmentos ic¨®nicos entrevistos. Es por esta conjunci¨®n de puntos de luz titilantes y sorda ansiedad ante el espanto de lo inconmensurable, captados por entre el ronroneo visual cotidiano, por lo que la pintura de Usl¨¦ nos conmueve a fondo.
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