"Mi padre tem¨ªa m¨¢s el olvido que la muerte"
La editorial RBA acaba de publicar Estampas de luz, el estremecedor diario que el anarquista alcoyano Enrique Barber¨¢, Carrasca, escribi¨® en la c¨¢rcel entre 1941 y 1942, mientras esperaba que se ejecutara su condena a muerte. Su viuda enterr¨® por miedo este diario hasta que muchos a?os despu¨¦s fue exhumado y divulgado por su hija Marcela en una limitada y modesta edici¨®n.
Pregunta. Era muy peque?a, pero ?ha retenido en su memoria las visitas que hizo a su padre a la c¨¢rcel?
Respuesta. Ten¨ªa siete a?os cuando termin¨® la guerra, pero me acuerdo de todo. ?l estaba en el frente de Levante y lo vimos por ¨²ltima vez libre en marzo de 1939. Luego regres¨® a Alcoi y alguien lo denunci¨®. Estuvo encerrado en Valencia, en Portaceli, en Alcoi y, finalmente, en Alicante. Yo le llevaba la comida en un cestito aqu¨ª en Alcoi, y me acuerdo de todo. De los regalitos que me hac¨ªan los presos, de todo.
P. ?Era consciente de la gravedad de la situaci¨®n de su padre?
R. No s¨¦ si era muy espabilada o fue la situaci¨®n la que me espabil¨®. Sab¨ªa que hab¨ªa una guerra, que hab¨ªa dos bandos y que mi padre estaba en el que hab¨ªa perdido y por eso estaba en prisi¨®n.
P. ?C¨®mo le explic¨® su madre este drama?
R. No me lo explic¨®: yo lo viv¨ªa. Lo incomunicaron para 20 d¨ªas durante el segundo juicio, pero a los 16 d¨ªas lo fusilaron. Fue poco antes de la Virgen de la Merced, el d¨ªa en el que dejaban a los hijos entrar a la c¨¢rcel para que vieran a sus padres. Quer¨ªa abrazarlo, besarlo... El d¨ªa de su muerte mi casa se llen¨® de familiares y cuando mi madre los vio, grit¨® "?Carrasca!", y se desmay¨®.
P. ?C¨®mo vivi¨® su ausencia?
R. Ten¨ªa ansiedad de ¨¦l y aprovechaba cualquier visita de gente de Alcoi a la c¨¢rcel de Alicante para que me llevaran a verle. Me escrib¨ªa cartas muy bonitas y yo le contestaba. Entre los 7 y los 10 a?os lo viv¨ª con alegr¨ªa, pero cuando lo fusilaron lo pas¨¦ muy mal. Fue como si se parara el mundo. La que peor lo pas¨® fue mi madre.
P. ?C¨®mo salieron adelante sin su padre?
R. Mi madre era pasadora textil, y eso nos permiti¨® poder vivir. Ella trabajaba, yo iba a la escuela y viv¨ªamos con mis abuelos. No sufrimos represalias, pero hubo mucho peligro.
P. ?Cu¨¢ndo supo que su padre hab¨ªa escrito un diario?
R. Cuando trajeron el petate con sus pertenencias. Estaba dentro del colch¨®n. La mam¨¢ lo ley¨® y le entr¨® miedo. Lo meti¨® en unos tarros de cristal y los colg¨® debajo de un cobertizo. Mucho tiempo despu¨¦s lo sacamos y se hab¨ªan estropeado algunas hojas.
P. ?Cu¨¢ndo lo ley¨® por primera vez?
R. Nunca lo he podido leer todo. Se me hace un nudo en la garganta. Incluso ahora me emociono. Unos amigos de mi padre se prestaron a pasarlo a m¨¢quina y se quedaron una copia, y as¨ª empez¨® a difundirse sin que nosotras lo supi¨¦ramos. En la ¨¦poca de la represi¨®n era un aliciente leerlo, nos dijeron. Al final decid¨ª publicarlo. Me costaba porque era muy ¨ªntimo. Me daba la sensaci¨®n de que me iba a desnudar en medio de la calle. Publicamos 500 y se agotaron enseguida. Uno de ellos lleg¨® hasta Rosa Montero, que hizo un art¨ªculo en el semanal de EL PA?S, y entonces se interesaron las editoriales.
P. ?Qu¨¦ significa para usted que este libro llegue a publicarse con una gran difusi¨®n?
R. Al principio me daba miedo, pero ahora estoy contenta. Mi padre tem¨ªa m¨¢s el olvido que la muerte.
P. ?C¨®mo lo recuerda?
R. Con mucha luz y una sonrisa amplia.
EN DOS TRAZOS
Marcela Barber¨¢ (Alcoi, 1932) es vegetariana, como lo fue su padre. Tambi¨¦n comparte sus mismas aficiones por la naturaleza, la cultura y la gimnasia, en la que desarroll¨® tanta resistencia f¨ªsica que se gan¨® el apodo de 'Carrasca'. La tragedia de su padre ha marcado su vida y ahora cumple con el encargo moral de dar m¨¢xima difusi¨®n al m¨ªtico diario que escribi¨® en la c¨¢rcel mientras aguardaba al pelot¨®n de fusilamiento, y donde con una notable entereza humana y sin resentimientos narra la angustia y el sufrimiento de los perdedores de una guerra que nunca acab¨® del todo.
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