Suiza, una 'isla' que se siente amenazada
Las recientes elecciones aumentan la sensaci¨®n de incertidumbre creada por la inmigraci¨®n en uno de los pa¨ªses m¨¢s ricos del mundo
Veronique Barbay es una habitante at¨ªpica del pueblo de Cr¨¦min, en el cant¨®n franc¨®fono de Vaud, que salt¨® a la fama nacional por su voto masivo al Partido del Pueblo Suizo (SVP, 12 sufragios sobre 14 y 26 abstenciones). Psic¨®loga de 40 a?os, est¨¢ casada con un pediatra franc¨¦s nacido en la Cabilia argelina, y eligi¨® vivir en un peque?o pueblo. Es la ¨²nica familia que no se dedica a la agricultura en la localidad y, cuando se enter¨® de los resultados, se llev¨® una desagradable sorpresa. "Es verdad que vivimos un periodo de crisis y de cambios, y eso despierta los miedos al otro, a la UE... Tambi¨¦n hay mucha gente mayor que lo pasa mal, y los j¨®venes tienen m¨¢s dificultades que antes a la hora de encontrar trabajo. Pero no podemos vivir agarrados siempre a una imagen de tarjeta postal, y tampoco podemos olvidar que somos unos privilegiados, que Suiza sigue siendo un pa¨ªs muy rico".
"La subida de la ultraderecha refleja un problema subterr¨¢neo m¨¢s all¨¢ de la inmigraci¨®n"
Suiza es uno de los pa¨ªses m¨¢s ricos del mundo, incluso es un s¨ªmbolo de riqueza y estabilidad. Sin embargo, la crisis econ¨®mica y la inseguridad son temas de debate constante, y el sentimiento de que las cosas cambian a demasiada velocidad se ha acelerado tras el triunfo de la ultraderecha en las elecciones del 19 de octubre. Algunos creen que este pa¨ªs vive un aut¨¦ntico problema de identidad desde hace una d¨¦cada. Otros, como el diputado socialista Andreas Gross, ven las cosas de forma muy diferente. "Cuanto m¨¢s rica es la gente en Suiza, m¨¢s miedo tiene de perder".
Es verdad que la recesi¨®n existe. Esta semana, el instituto Cr¨¦a de Lausana se?al¨® que el PIB bajar¨¢ un 0,3% en 2003 y que el final de la recesi¨®n no se producir¨¢ hasta 2005, cuando prev¨¦ una subida del 2,4%. El paro ha subido en los ¨²ltimos a?os hasta el 4%, una cifra ¨ªnfima en comparaci¨®n con otros pa¨ªses de su entorno; pero no se puede olvidar que Suiza vivi¨® d¨¦cadas de pleno empleo.
Pol¨ªticos y soci¨®logos consideran que la subida del ultraderechista Partido del Pueblo Suizo (SVP-UDC), que se convirti¨® en la primera fuerza pol¨ªtica con un 26,6% de los votos, es s¨®lo un s¨ªntoma, no la enfermedad, de un pa¨ªs que cuenta con un 20% de poblaci¨®n extranjera (1,5 millones).
"Creo que el resultado refleja un problema subterr¨¢neo, m¨¢s all¨¢ de la inmigraci¨®n", se?ala el profesor Hans Geser, catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa en la Universidad de Z¨²rich. "Dir¨ªa que Suiza es un pa¨ªs que tiene un grado muy bajo de patriotismo, un tema que ha sido una especie de tab¨². Y en los ¨²ltimos a?os el SVP se ha refugiado en el patriotismo, ha enfatizado lo que hace a Suiza diferente de otros pa¨ªses y esta f¨®rmula funciona en tiempos de incertidumbre".
Su colega de la Universidad de Ginebra Uri Windish, autor de libros como Suiza, t¨®pico, delirios y realidad, coincide bastante con este an¨¢lisis: "El SVP ha sido el ¨²nico partido que ha propugnado una dimensi¨®n patri¨®tica, identitaria y nacional. Desde los a?os noventa, Suiza ha vivido una fuerte corriente de autoflagelaci¨®n; pero una parte de la poblaci¨®n reclama una imagen positiva de su pa¨ªs".
Ueli Leuenberger, diputado electo por Los Verdes en Ginebra, tambi¨¦n cree que la sensaci¨®n de crisis, el hecho de que una parte de los j¨®venes crea que pueden vivir peor que sus padres, ha influido en el resultado. "Adem¨¢s del rechazo a los inmigrantes, el voto al SVP tambi¨¦n refleja a un electorado que se encuentra perdido en una Suiza que cambia, con un aumento de la inseguridad sobre el empleo y el futuro econ¨®mico. Aunque sigue siendo uno de los pa¨ªses m¨¢s seguros del mundo".
En la d¨¦cada de los noventa y el principio del siglo XXI, Suiza sufri¨® muchos golpes morales. El descubrimiento del oro nazi, los fondos de las v¨ªctimas del Holocausto que se quedaron los bancos suizos, supuso un mazazo para una instituci¨®n hasta entonces intocable. Y, pese al acuerdo alcanzado en 1998 con las v¨ªctimas, no recuper¨® su credibilidad. El escritor y diputado socialista Jean Ziegler, uno de los primeros que detectaron el profundo da?o que este asunto hab¨ªa causado a la imagen que ten¨ªan los suizos de su propio pa¨ªs, no se cans¨® de denunciar que las cuentas cifradas no s¨®lo escond¨ªan evasores de impuestos, sino tambi¨¦n fortunas surgidas del crimen. Luego vino el cierre de la compa?¨ªa de bandera Swissair y la matanza, en septiembre de 2001, de 14 personas cuando un perturbado irrumpi¨® a tiros en una sesi¨®n del Parlamento cantonal de Zug. Esta semana, la compa?¨ªa de telecomunicaciones Swisscom, la primera del pa¨ªs, anunci¨® la supresi¨®n de 665 empleos, un 4% de su plantilla.
En su campa?a, adem¨¢s de los anuncios de groseros trazos xen¨®fobos, el SVP insisti¨® una y otra vez en la crisis econ¨®mica, en el aumento del d¨¦ficit p¨²blico y en la mala gesti¨®n econ¨®mica. "Nuestro objetivo es bajar los impuestos, quitarle dinero al Estado para que se gestione mejor a trav¨¦s del sector privado", afirma el secretario de esta formaci¨®n en el cant¨®n de Z¨²rich, Claudio Zanetti. Otros, como verdes y socialistas, consideran que una bajada de los gastos sociales ser¨ªa un desastre para los sectores m¨¢s d¨¦biles de la poblaci¨®n. "Propugnan regalos fiscales a los ricos mientras se reducen las prestaciones sociales", dice el verde Ueli Leuenberger.
El otro gran debate que recorre la sociedad suiza es el de la neutralidad y el aislamiento. S¨®lo en 2002 entr¨® en la ONU, mientras que en marzo de 2001 los suizos rechazaron por refer¨¦ndum empezar negociaciones para incorporarse a la UE. En este tema, como en otros, el pa¨ªs vive en la duda. El SVP-UDC est¨¢ ferozmente en contra del fin del aislamiento; pero socialistas y verdes, que tambi¨¦n subieron en las elecciones del 19 de octubre, s¨ª defienden una paulatina integraci¨®n en la UE. "Claro que vivimos incertidumbres que no ten¨ªan nuestros padres", se?ala Ther¨¨se, de 19 a?os, estudiante de la Universidad Polit¨¦cnica de Z¨²rich. Raimundo Gonz¨¢lez L¨®pez, gallego de 67 a?os, jubilado despu¨¦s de trabajar durante 40 a?os en Suiza, tambi¨¦n mira su futuro con cierta preocupaci¨®n. "Ahora mismo est¨¢bamos hablando de eso", dice en el bar donde se re¨²ne la comunidad espa?ola en Lausana. "No por la historia del racismo. El peligro est¨¢ en que nos bajen la jubilaci¨®n o nos suban el seguro m¨¦dico. Hay muchos compatriotas que llevan cuatro o cinco a?os sin que les suban el salario", agrega Gonz¨¢lez.
El consenso como sistema de gobierno
Incluso antes de que se celebren las elecciones, en Suiza se sabe qu¨¦ partidos formar¨¢n parte del Consejo Federal (Gobierno) de siete miembros. Desde 1959, a trav¨¦s de la llamada F¨®rmula M¨¢gica, independientemente del resultado electoral, el Parlamento eleg¨ªa a cinco consejeros de los partidos burgueses (de la derecha) y a dos socialdem¨®cratas. Luego gobernaban por consenso, siempre a trav¨¦s de decisiones colegiadas, en un pa¨ªs profundamente descentralizado, donde los 26 cantones tienen un poder enorme y est¨¢n sometidos a la democracia directa, el refer¨¦ndum. Los suizos son convocados a las urnas para los proyectos gubernamentales importantes (entrada en la UE, en la ONU o leyes de inmigraci¨®n) o para cuestiones cotidianas (el 8 de febrero se someter¨¢ a sufragio la cadena perpetua y tambi¨¦n una ley sobre las autopistas).
Tras la rotunda victoria del SVP-UDC, que con el 26,6% de los votos se convirti¨® en el primer partido del pa¨ªs el 19 de octubre, las cosas cambiaron y el nombramiento del Consejo Federal el pr¨®ximo 10 de diciembre ser¨¢ mucho m¨¢s complicado. El l¨ªder del ultraderechista SVP-UDC, Christoph Blocher, ha pedido tener dos puestos en el Ejecutivo y ¨¦l quiere ser uno de ellos. A priori no es un gran cambio (el SVP-UDC lleva 44 a?os en el Gobierno, y otro de los partidos burgueses ceder¨¢ un consejero) y ni siquiera se debate qui¨¦n dejar¨¢ su sitio a Blocher en la votaci¨®n del pr¨®ximo 10 de diciembre: ser¨¢n los democristianos del PDC (14,4%, 28 esca?os) los que tendr¨¢n que abandonar uno de sus dos puestos en el Consejo Federal, pese a que los radicales del PRD (17,3%, 36 esca?os) han obtenido su peor resultado desde 1919. Los socialistas (23%, 52 esca?os) han aceptado el cambio a rega?adientes, porque, como se?alaba el diputado electo Pierre Yves Maillard, "si no entramos, ser¨¢n m¨¢s sitios para Blocher", aunque han reconocido que mantener el consenso ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil que nunca. Primero, porque la izquierda tambi¨¦n subi¨® en los comicios del 19 de octubre (Los Verdes han logrado 15 esca?os, cuatro m¨¢s que en 1999), ya que Blocher encontr¨® su granero en la derecha y en la abstenci¨®n. Segundo, porque m¨¢s que las leyes sobre la inmigraci¨®n, que se resuelven siempre por refer¨¦ndum, el problema est¨¢ en las recetas econ¨®micas en un momento de crisis, en la pugna entre el ultraliberalismo del SVP frente a las f¨®rmulas sociales de la izquierda.
"Todas las combinaciones son posibles. La historia demuestra que el sistema ha sabido adaptarse siempre a las nuevas configuraciones pol¨ªticas", ha escrito el historiador Olivier Meuwly, estudioso de la F¨®rmula M¨¢gica. Pero otros como el antiguo consejero Ernst Buschor ven las cosas mucho m¨¢s negras: "Si todos los partidos no hacen concesiones, no ser¨¢ posible gobernar durante la pr¨®xima legislatura". Y eso significar¨ªa mucho m¨¢s que la ruptura de un acuerdo de 44 a?os: ser¨ªa el principio de una nueva cultura pol¨ªtica en Suiza. Por eso la prensa helv¨¦tica ha hablado del "desmoronamiento de certezas pol¨ªticas", de "la peor crisis desde la II Guerra Mundial". Sin consenso, Suiza tendr¨¢ un Gobierno como los dem¨¢s.
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