El camino perdido

Blur logr¨® en su segundo concierto en Espa?a -el primero fue en Barcelona- una m¨¢s que aceptable entrada de p¨²blico, pero no rebos¨® el aforo. Asimismo, su planteamiento esc¨¦nico les llev¨® a hacerse acompa?ar de tres coristas, cuya labor fue espl¨¦ndida, un percusionista y un guitarrista de apoyo que, la verdad, no hizo en ning¨²n momento recordar la ausencia del fugado Graham Coxon.

La banda atac¨® un repertorio extenso en el que sabiamente fueron combinando las mejores piezas de sus siete ced¨¦s, dando especial relevancia a las de Think tank, una colecci¨®n de canciones que hace derivar a la banda de Damon Albarn hacia terrenos m¨¢s fr¨ªvolamente ¨¦tnicos y, desde luego, electr¨®nicos. Sin embargo, para recordar los tiempos gloriosos de Parklife, su obra maestra, Blur acudi¨® casi desde el principio a temas como Girls & Boys y Badhead, dos espl¨¦ndidas canciones que les emparentan con Bowie y los Kinks. Para m¨¢s adelante dejar¨ªan To the End y End of The Century, que ir¨ªan combinando con las piezas que m¨¢s efecto causaron entre los espectadores: Tender o la ruidosa Song 2, con la que el p¨²blico siempre se pone a dar saltos como en una org¨ªa grunge.

En cuanto a los temas nuevos, hay mucha y muy buena melod¨ªa en canciones como Out of Time, Caravan, Brothers and Sisters u On the Way to The Club, uno de los n¨²meros fuertes del extenso bis que ofrecieron al final. Pero quiz¨¢ el despiste -o la desorientaci¨®n est¨¦tica- que el grupo ha atravesado en las ¨²ltimas ¨¦pocas les reste a sus propias composiciones algo del efecto necesario para hacerlas pasar de temas normales y corrientes a canciones de ¨¦xito. No siendo un mal concierto, la verdad es que son¨® todo con cierta indolencia y menos brillantez que en anteriores visitas a la capital. Ojal¨¢ encuentren de nuevo el camino perdido que lleva a Parklife.