Esp¨ªas en la f¨®rmula 1
Ferrari cree que alg¨²n ex empleado est¨¢ filtrando sus secretos a Toyota
El Enzo, el autom¨®vil m¨¢s selecto de Ferrari, monta un motor de seis litros y 12 cilindros con una potencia de 650 caballos. Acelera de 0 a 100 en 3,7 segundos y alcanza una velocidad superior a los 300 kil¨®metros por hora. Cada uno de los 349 modelos fabricados se vendi¨® por encargo a m¨¢s de cien millones de las viejas pesetas, y ahora, en la reventa, cuesta mucho m¨¢s. El Enzo, como cualquier otro Ferrari, es objeto de deseo, envidia o enso?aci¨®n, porque lleva consigo la triunfal leyenda deportiva de los b¨®lidos rojos y la tecnolog¨ªa que ha hecho de la escuder¨ªa italiana la reina de la f¨®rmula 1. Los ¨¦xitos deportivos y la tecnolog¨ªa son el mayor patrimonio de Ferrari. Y est¨¢n en peligro.
La similitud de los b¨®lidos de ambas escuder¨ªas ya levant¨® sospechas a principio de temporada
La firma de Maranello, filial de Fiat, ha acudido a los tribunales italianos para que investiguen un misterioso caso de espionaje en el que podr¨ªan estar implicados varios ex ingenieros de Ferrari y del que podr¨ªa haberse beneficiado Toyota, uno de los rivales del caballito rampante en los circuitos automovil¨ªsticos.
Hubo quien ya sospech¨® algo extra?o a principio de temporada, cuando las escuder¨ªas presentaron los modelos de competici¨®n. El TF 103 de Toyota resultaba muy parecido al F2003-GA de Ferrari: el perfil y los estabilizadores traseros eran casi los mismos. Los b¨®lidos se desarrollan y construyen bajo la m¨¢xima confidencialidad, y las coincidencias no suelen ser casuales.
Ya circulaban por entonces rumores acerca de un "desertor" de Maranello que supuestamente hab¨ªa contactado con Jaguar para vender a la filial de Ford, a cambio de una gran suma, los secretos de Ferrari. En abril de este a?o, la revista alemana Auto, Motor und Sport afirm¨® que un antiguo t¨¦cnico de Ferrari, McLaren y Renault hab¨ªa protagonizado un grave caso de espionaje industrial. Ferrari proclam¨® que no exist¨ªan ni el t¨¦cnico, nunca nombrado, ni el presunto espionaje, y que sus secretos estaban bien guardados. Los rumores, dijeron en el cuartel general del mito rojo, eran infundados.
Pero algo estaba pasando. Poco despu¨¦s, seg¨²n el diario La Gazzetta dello Sport, los abogados de la firma de Maranello presentaron ante los juzgados de M¨®dena una denuncia contra persona o personas desconocidas, acusadas de espionaje. El pasado 30 de octubre, la polic¨ªa alemana, en cooperaci¨®n con la italiana, se present¨® con ¨®rdenes de registro en la sede de Toyota Motorsport en Colonia y en el domicilio de un ingeniero de Toyota que anteriormente hab¨ªa trabajado para Ferrari. La identidad del ingeniero se mantuvo bajo anonimato por orden judicial. Seg¨²n un portavoz policial, el sospechoso se declar¨® inocente y cooper¨® con los investigadores.
El lunes, agentes especializados de la polic¨ªa de Telecomunicaciones de Bolonia acudieron a la sede de una empresa dedicada a la aerodin¨¢mica y a casa de su administrador, cerca de Maranello, y a otras dos empresas de la zona vinculadas a un antiguo t¨¦cnico de Ferrari. La lista de sospechosos se elev¨® a tres personas, todas ellas bajo anonimato.
Nadie est¨¢ detenido ni acusado formalmente, se desconocen los nombres y Ferrari se niega a confirmar incluso que exista la denuncia. Todo permanece envuelto en un espeso misterio. Los talleres donde nacen las grandes m¨¢quinas de competici¨®n son siempre herm¨¦ticos; en situaciones como la actual, el mutismo es absoluto.
El hermetismo que caracteriza a las escuder¨ªas se debe a que el espionaje es una amenaza constante. Cada novedad vale millones. Cuando un taller sufre una filtraci¨®n, prefiere callar y sufrir en silencio antes que exponerse a la atenci¨®n judicial y al riesgo de verse obligado a desvelarlo todo ante los tribunales. Pero hay casos p¨²blicos y sonados como el que enfrent¨® a las escuder¨ªas Shadow y Arrows en 1978. Jackie Oliver, copropietario de Shadow junto a Don Nichols; Tony Southgate, director t¨¦cnico, y Alan Rees, director del equipo de competici¨®n, abandonaron la firma y fundaron Arrows, llev¨¢ndose consigo los planos del DN9, el prototipo que hab¨ªan desarrollado para Shadow. El DN9 se convirti¨®, con apenas unos retoques, en el FA1 de Arrows. Don Nichols y Shadow acudieron a los tribunales brit¨¢nicos y consiguieron una sentencia totalmente favorable: el juez prohibi¨® que el FA1 de Arrows compitiera y orden¨® que el veh¨ªculo, todos sus recambios y la totalidad de la informaci¨®n t¨¦cnica fueran devueltos a Shadow.
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