Salvar unas almas del naufragio

Desde el seminal Literatura y fascismo (1971) hasta este La filolog¨ªa en el purgatorio, Jos¨¦-Carlos Mainer ha desarrollado una vasta obra interpretativa de nuestra tradici¨®n cultural m¨¢s reciente que ha modificado de manera irreversible nuestro conocimiento y comprensi¨®n de la misma.

En esta ocasi¨®n Mainer atiende a la historia reciente de su propia disciplina, la filolog¨ªa, en su tramo m¨¢s inh¨®spito, el del medio siglo, no para trazar una panor¨¢mica sino para enfocar algunos nombres propios que sirven como paradigmas de un modo de supervivencia de la raz¨®n bajo la dictadura. Tales nombres son los de Guillermo D¨ªaz-Plaja, Francisco Yndur¨¢in, Jos¨¦ Luis Cano, Jos¨¦ Manuel Blecua, Alonso Zamora Vicente, Emilio Alarcos y Jos¨¦ Mar¨ªa Valverde, pero tambi¨¦n el de una revista que fue punto de encuentro del posibilismo cultural, Clavile?o (1950-1957).

Todos ellos hablan con elocuencia de la precaria subsistencia de la actividad intelectual en un medio social devastado, en una universidad depauperada y tomada al asalto por la barbarie y el energumenismo (una muestra: cierto l¨²gubre catedr¨¢tico del Opus Dei truena en 1956 contra los "pocos cobardes" que se entusiasman con Blas de Otero, C¨¦sar Vallejo o Pablo Neruda, "a los que conviene sacar de madriguera de una vez", y todo porque Emilio Alarcos inaugur¨® ese curso acad¨¦mico con un discurso sobre la poes¨ªa de Otero), todos encarnan el esforzado cultivo de la dignidad y la excelencia de los estudios literarios contra una adversidad terca y deprimente. Adversidad patente en el breve epistolario entre Sender y Blecua que se incluye en el volumen. A trav¨¦s de esta galer¨ªa de retratos, Mainer desentierra las ra¨ªces del ensayismo de alta divulgaci¨®n acad¨¦mica, que tuvo cultores tanto bajo la cejijunta vigilancia interior como bajo el sol fr¨ªo del destierro, el de los exiliados fantasmales y err¨¢ticos a que alude Sender en una carta.

Creo que este libro no es -y contrar¨ªo la declaraci¨®n del autor- "una historia de la filolog¨ªa para fil¨®logos", sino una valios¨ªsima contribuci¨®n a nuestra historia intelectual que conserva su mucho inter¨¦s fuera de los contornos de un ¨¢mbito profesional, la filolog¨ªa, porque en el fondo trata de la continuidad, empe?osa y amenazada, del deslumbrante patrimonio del primer tercio de siglo. Mainer deja al paso, sin infatuar el tono, lecciones excelentes, como cuando define las cuatro cuestiones que debe satisfacer cualquier historia literaria (c¨®mo se constituye y act¨²a una tradici¨®n, la pugna entre originalidad y obediencia, las relaciones de la literatura con la industria y el di¨¢logo entre autor y lector) o cuando recuerda que nunca la elecci¨®n de un objeto de estudio es fortuita, que cualquier acotaci¨®n compromete al estudioso tanto como la pintura de un cuadro. Es lo que sucede con el asunto de este volumen, el examen de unas trayectorias intelectuales en la Espa?a descorazonadora de 1950 que posibilitan el surgimiento, a finales de los sesenta, de la brillante promoci¨®n filol¨®gica a la que pertenece el propio autor.