Frenar al nacionalismo tambi¨¦n en Europa
El denominado plan Ibarretxe, como era previsible, ha suscitado todo tipo de reacciones adversas en la mayor parte de las fuerzas pol¨ªticas y comunidades aut¨®nomas espa?olas. Pero con independencia de la discusi¨®n pol¨ªtica en Espa?a, creo que este asunto tiene unos perfiles europeos que es interesante considerar porque tienen que ver con la nueva arquitectura de la Uni¨®n que dise?a el borrador de Constituci¨®n.
En t¨¦rminos generales, las iniciativas del Gobierno nacionalista vasco han supuesto a lo largo de estos a?os un freno para las reivindicaciones de participaci¨®n europea de las CC AA espa?olas. El Gobierno espa?ol utiliza las reivindicaciones vascas como raz¨®n o como coartada, seg¨²n los casos, para bloquear muchos avances que ya ser¨ªan realidad si la din¨¢mica pol¨ªtica interna fuera otra. Continuamente se nos opone a nuestras peticiones de mayor participaci¨®n europea que la actitud desleal del Gobierno vasco es un obst¨¢culo pol¨ªtico que impide progresos para todos. En realidad, lo que conseguimos es dar a los nacionalistas una especie de derecho de veto sobre esta faceta del desarrollo auton¨®mico y les regalamos un papel esencial con el que se sienten c¨®modos, porque alimenta su victimismo y les pone en una posici¨®n de negociaci¨®n por encima de las dem¨¢s CC AA.
El 'plan Ibarretxe' es una traici¨®n al pacto fundador de la Espa?a contempor¨¢nea
Pero esta situaci¨®n no s¨®lo nos afecta a las regiones espa?olas, sino a todas las regiones de la Uni¨®n, porque el Gobierno espa?ol adopta esta actitud reticente a los avances regionales tambi¨¦n en las mesas europeas. En vez de ponerse con Alemania, con B¨¦lgica o con Austria a remar a favor de un mayor papel regional en la Uni¨®n, juega a la contra o a la tibieza. Eso pas¨® con la no suscripci¨®n del protocolo adicional sobre subsidiariedad de ?msterdam, con la oposici¨®n a que se hablara de las regiones con poder legislativo en Laeken, con la negativa en la Convenci¨®n a apoyar un debate espec¨ªfico sobre el papel regional, etc. No es s¨®lo una cuesti¨®n interna espa?ola, est¨¢ afectando al movimiento regional europeo en su conjunto, porque un Gobierno que deber¨ªa estar jugando a favor del papel regional, dada su estructura territorial, lo est¨¢ haciendo en el mejor de los casos con una enorme tibieza. En ambos casos creo que es un error, porque los presidentes auton¨®micos (una inmensa mayor¨ªa al menos) podemos jugar un papel relevante en la defensa de los intereses nacionales en los foros de la Uni¨®n que nos correspondan.
El borrador de Constituci¨®n es un gran paso para Europa, aunque no lo sea tanto directamente para las regiones europeas en cuanto tales. Es la culminaci¨®n de una gran obra pol¨ªtica y econ¨®mica que han llevado adelante varias generaciones de pol¨ªticos europeos y que ahora nuestra generaci¨®n tiene la suerte de culminar. Pero tambi¨¦n creo que el borrador de Constituci¨®n no ha satisfecho las expectativas regionales m¨¢s que en parte, que no recoge fielmente el enorme papel pol¨ªtico que jugamos las regiones a la hora de legitimar ante los ciudadanos las pol¨ªticas europeas. ?Qui¨¦n puede dudar del peso pol¨ªtico de los l?nder alemanes o austriacos, o de las regiones belgas, espa?olas o italianas en sus sistemas pol¨ªticos? Y sin embargo cuando eso hay que traducirlo a presencia en los mecanismos institucionales comunes europeos, hay obst¨¢culos, algunos alegados por el Gobierno espa?ol. El borrador presenta algunos avances, pero se queda lejos de reflejar ese peso pol¨ªtico real de las regiones en sus respectivos pa¨ªses. No olvidemos que dentro de unos meses muchos pol¨ªticos regionales tenemos que pedir el voto para unas elecciones europeas y para un refer¨¦ndum de aprobaci¨®n de la Constituci¨®n. En un clima social, adem¨¢s, muy enturbiado por la reforma de la PAC, es decir, no en las mejores condiciones para hacer europe¨ªsmo por las calles de pueblos y ciudades. La insatisfacci¨®n con algunas pol¨ªticas concretas, como las agr¨ªcolas y de pesca, tienen muy nervioso al mundo rural. Y esta insatisfacci¨®n es el caldo de cultivo para que algunos grupos pol¨ªticos puedan enarbolar la bandera antieurope¨ªsta o esc¨¦ptica, queriendo capitalizar el descontento e incluso el posible desinter¨¦s. No creo que esto pueda poner en peligro el refer¨¦ndum, pero puede alimentarse un voto de castigo injusto a la Constituci¨®n cuando a quien se quiere censurar es a un comisario concreto.
Y tambi¨¦n tiene relevancia europea el plan nacionalista vasco de crear un nuevo tipo de relaci¨®n pol¨ªtica con Espa?a y, consecuentemente, con la Uni¨®n. Para muchos espa?oles se trata de romper el pacto constituyente que cre¨® nuestra democracia moderna y que otorg¨® al Pa¨ªs Vasco un nivel de autonom¨ªa pol¨ªtica y financiera sin comparaci¨®n en toda Europa. Y todo ello con el trasfondo de una violencia terrorista de objetivo independentista que golpea sin compasi¨®n a cualquier sector social, cultural, econ¨®mico o pol¨ªtico que se oponga a esa independencia, es decir, a m¨¢s de la mitad de los vascos. Nosotros pensamos que el objetivo prioritario de cualquier Gobierno debe ser acabar con el terrorismo, porque s¨®lo en ese caso habr¨¢ libertad de todos para pronunciarse sobre cualquier plan pol¨ªtico. Negociar cuando rondando cerca de la mesa de negociaciones alguien tiene una pistola, no es negociar, es claudicar a los postulados de los violentos. S¨®lo por eso ya ser¨ªa pol¨ªticamente inaceptable negociar cualquier propuesta. Pero es que, adem¨¢s, la propuesta del Gobierno vasco es por su mismo contenido una traici¨®n al pacto fundador de la Espa?a contempor¨¢nea, un engendro jur¨ªdico y pol¨ªtico que pretende aplicar en la Europa actual conceptos pensados para la descolonizaci¨®n africana y una bomba que se coloca en los cimientos de nuestra Constituci¨®n estatal, la misma que nos ha tra¨ªdo libertades, prosperidad y amplia autonom¨ªa para todos los territorios.
Y todo ello, como es l¨®gico, tiene una innegable proyecci¨®n europea. Sobre todo ahora que el borrador de Constituci¨®n prev¨¦ en su art¨ªculo 5 el respeto a las funciones estatales que garanticen su integridad territorial, que se lee en Espa?a como una garant¨ªa de las actuales fronteras, un obst¨¢culo contra futuros intentos secesionistas. Una de las grandes cuestiones que sobrevuela el debate del plan nacionalista vasco es el futuro estatus europeo de la nueva entidad, no tanto por esa situaci¨®n final, sino porque se entiende que poner a la poblaci¨®n del Pa¨ªs Vasco ante la tesitura de un futuro fuera de la Uni¨®n, enfriar¨¢ muchos entusiasmos poco meditados. Yo espero que tambi¨¦n desde los foros de la Uni¨®n, sin necesidad de inmiscuirse en el fondo de la cuesti¨®n, se lancen se?ales que adviertan de lo peligroso del precedente, y de que esta descabellada propuesta nacionalista puede ser el germen que en el futuro convierta a la Uni¨®n en una gran Yugoslavia sometida a tensiones territoriales sin fin y a un deterioro de esa convivencia que pretendemos con la Constituci¨®n europea. No podemos construir Europa destruyendo su base pol¨ªtica esencial, que son los Estados. Si lo pretendemos se nos caer¨¢n ambos pilares, el estatal y el europeo. Y volveremos a la fase de las tensiones nacionalistas de las que salimos, con ¨¦xito, creando las comunidades tras una guerra devastadora.
No es por tanto ¨¦ste un asunto puramente espa?ol; la propia futura Constituci¨®n continental lo convierte en un asunto de la agenda pol¨ªtica europea y, aunque no fuera as¨ª, su conversi¨®n en un precedente para otras zonas de tensi¨®n y para alimentar esperanzas de los nacionalismos violentos es n¨ªtida. Por todo ello, por afectar a tantos elementos de la construcci¨®n europea, creo que ¨¦ste es un momento adecuado para acompa?ar desde las regiones el esfuerzo de explicaci¨®n del Gobierno a nuestros socios europeos en las recientes cumbres bilaterales con Alemania, Francia o Portugal. As¨ª he intentado hacerlo yo mismo con la presencia de concejales vascos amenazados en el Comit¨¦ de las Regiones hace unos meses y estos d¨ªas con la denuncia del plan Ibarretxe en un importante foro regional celebrado en Salzburgo. Pero lamentablemente en esta ocasi¨®n, ning¨²n dirigente pol¨ªtico auton¨®mico del PP estaba all¨ª para reforzar esta denuncia. Ahora, las comunidades aut¨®nomas leales con nuestro pa¨ªs tenemos la oportunidad de hacer valer una voz bien ganada en los foros europeos y reforzar las posiciones constitucionalistas. Y de paso demostrar as¨ª que una voz fuerte de las regiones espa?olas en Europa es algo que nos conviene a todos, no s¨®lo en esta coyuntura, sino como pauta general de actuaci¨®n de Espa?a en todos los foros de la Uni¨®n.
Juan Carlos Rodr¨ªguez Ibarra es presidente de la Junta de Extremadura.
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