Aventura en el l¨ªmite del Sistema Solar
Las naves Voyager navegar¨¢n sin fin por el espacio interestelar, se?ala el cient¨ªfico Edward Stone
A diferencia de los exploradores del pasado, las dos naves Voyager de la NASA partieron sin esperanza de regreso, pero una de ellas, la Voyager 1, ha llegado ya m¨¢s lejos que ning¨²n otro artefacto humano y se adentra ahora en la frontera del Sistema Solar, esa regi¨®n desconocida donde acaba la esfera de influencia de la estrella, y sigue haciendo descubrimientos. A la zaga va su gemela Voyager 2. Entre las dos han explorado los planetas gigantes J¨²piter y Saturno, los m¨¢s alejados Urano y Neptuno, y 48 de sus lunas, filmando por primera vez de cerca aquellos mundos asombrosos.
"Sab¨ªamos que est¨¢bamos en un viaje de exploraci¨®n, pero ninguno de nosotros predijo la riqueza de descubrimientos que ten¨ªamos por delante", ha comentado a EL PA?S Edward Stone, director cient¨ªfico de la misi¨®n Voyager. "Por supuesto, no pod¨ªamos saber que estas naves seguir¨ªan funcionando 26 a?os despu¨¦s, porque cuando se lanzaron, la era espacial misma ten¨ªa s¨®lo 20 a?os", puntualiza.
La Voyager1, que adelant¨® a su predecesora la Pioneer10 en 1998, se encuentra ya a 13.500 millones de kil¨®metros de la Tierra, lo que equivale a 90 veces la distancia que separa nuestro planeta del Sol (una unidad astron¨®mica, UA, que son unos 150 millones de kil¨®metros). Hay que tener en cuenta que la Luna, el lugar m¨¢s lejano al que ha llegado el ser humano, est¨¢ a 380.000 kil¨®metros y que la Estaci¨®n Espacial Internacional (como antes la Mir) est¨¢ en ¨®rbita terrestre a s¨®lo 400 kil¨®metros de altura.
Los cient¨ªficos no est¨¢n de acuerdo acerca de si la Vogayer 1 ha rozado ya o no la barrera en la que el viento solar (el flujo de part¨ªculas cargadas que emite la estrella) debe frenarse al iniciar el contacto con el medio interestelar. Pero si no ha llegado a¨²n, el l¨ªmite no debe estar lejos, coinciden los especialista a la vista de los datos tomados por la nave, que mantiene activos los detectores de campo magn¨¦tico, de plasma y de part¨ªculas de baja energ¨ªa. Tanto la Voyager 1 como la Voyager 2, que est¨¢ a 10.700 millones de kil¨®metros de la Tierra, deben aportar m¨¢s informaci¨®n esencial sobre esa remota frontera.
Pero para estudiar con detalle la regi¨®n, y coincidiendo con dos art¨ªculos publicados recientemente en la revista Nature acerca de si la Voyager 1 hab¨ªa llegado o no al borde de la zona de influencia del Sol a 85 UA, la NASA acaba de preseleccionar la misi¨®n Interstellar Boundary Explorer (Ibex) para ir a investigar all¨ª.
La misi¨®n Voyager se dise?¨® para aprovechar la ventaja que ofrec¨ªa la inusual disposici¨®n de los planetas exteriores a finales de los a?os setenta y principios de los ochenta, que permitir¨ªa viajar a J¨²piter, Saturno, Urano y Neptuno con con un m¨ªnimo de combustible y en relativamente poco tiempo. "Planeamos las trayectorias de manera que pudi¨¦ramos extender el viaje paso a paso m¨¢s all¨¢ de la misi¨®n original a J¨²piter y Saturno", recuerda Stone en sus comentarios, facilitados por correo electr¨®nico. "El primero de esos pasos fue la misi¨®n [de Voyager 2] a Urano, despu¨¦s vino Neptuno, y en 1990 el programa se convirti¨® en la Misi¨®n Interestelar Voyager".
El diario de exploraci¨®n fue apabullante: tras el lanzamiento de ambas naves en 1977, sobrevolaron J¨²piter en 1979. Al a?o siguiente, Voyager 1 explor¨® el entorno de Saturno y se despidi¨® de los planetas con direcci¨®n a la frontera del Sistema Solar. Mientras tanto, su nave gemela, que se hab¨ªa acercado al planeta de los anillos en 1981, recib¨ªa ¨®rdenes y programas renovados para dirigirse a Urano. Lleg¨® en 1986, y tres a?os m¨¢s tarde alcanz¨® Neptuno. La misi¨®n cost¨® 865 millones de d¨®lares.
"Las Voyager fueron la ventana que nos permiti¨® ver el Sistema Solar exterior", afirma el cient¨ªfico espa?ol Agust¨ªn S¨¢nchez Lavega. "La informaci¨®n que ten¨ªamos antes era muy escasa, porque aunque J¨²piter y Saturno son planetas grandes, est¨¢n muy lejos y depend¨ªamos exclusivamente de los telescopios; Urano y Neptuno los ve¨ªamos s¨®lo como discos diminutos".
Este astr¨®nomo de la Universidad del Pa¨ªs Vasco empez¨® a estudiar J¨²piter en 1971. Por tanto, vivi¨® en directo la aventura de las Voyager y enumera a¨²n con asombro las sensacionales primicias de la misi¨®n: los volcanes activos m¨¢s all¨¢ de la Tierra, en la luna joviana Io; los geiseres de Trit¨®n, la superficie joven helada de Europa, los m¨²ltiples peque?os anillos de Saturno, etc¨¦tera.
"Entre las mayores sorpresas estuvieron los volcanes de Io, el anillo de J¨²piter, la tonelada por segundo de azufre y ox¨ªgeno que sale de Io y forma una rosquilla alrededor de J¨²piter, y la resquebrajada superficie helada de Europa", coincide Stone, profesor de f¨ªsica en Caltech (EE UU). "En Saturno vimos picos en los anillos, irregulares y delgados, as¨ª como la densa atm¨®sfera de nitr¨®geno de Tit¨¢n", contin¨²a. Sorprendieron en Urano, "el polo magn¨¦tico cerca del ecuador y la peque?a luna Miranda que tiene una de las superficies m¨¢s complejas que se hayan visto. En Neptuno, los vientos eran los m¨¢s veloces del Sistema Solar, pese a tener la m¨¢s fr¨ªa atm¨®sfera, y hab¨ªa erupciones de geiseres en los casquetes polares de nitr¨®geno congelado en Trit¨®n".
Tras el encuentro con Neptuno, las dos Voyager hab¨ªan enviado a casa cinco billones de bits de datos cient¨ªficos, lo que equivale a 6.000 colecciones completas de la Enciclopedia Brit¨¢nica, y hab¨ªan revolucionado la ciencia de la astronom¨ªa planetaria.
Una de las razones de la robustez de estos dos robots viajeros, explica Stone, es que cuando estaban desarroll¨¢ndolas, la Pioneer 10 descubri¨® que la radiaci¨®n del entorno de J¨²piter era mucho m¨¢s intensa de lo esperado, por lo que se redise?aron los sistemas electr¨®nicos de las Voyager para que sobrevivieran all¨ª. "Esto ha contribuido a su larga duraci¨®n", dice. Tambi¨¦n fue un reto extender la misi¨®n m¨¢s all¨¢ de Saturno ya que en Neptuno, que est¨¢ tres veces m¨¢s lejos, hay nueve veces menos luz para tomar im¨¢genes y la capacidad de comunicaci¨®n tambi¨¦n es nueve veces inferior a lo previsto inicialmente.
S¨¢nchez Lavega recuerda que las Voyager llevan tecnolog¨ªas de principios de los a?os setenta, "cuando a¨²n no exist¨ªan ni los ordenadores port¨¢tiles ni las c¨¢maras electr¨®nicas con CCDs", por lo que las c¨¢maras, ya desconectadas, eran de televisi¨®n.
J¨²piter y sus lunas ha sido estudiada de cerca despu¨¦s de las Voyager por la misi¨®n Galileo, que termin¨® hace dos meses. Tambi¨¦n la nave Cassini, que se dirige a Saturno, ha tomado im¨¢genes al pasar cerca del planeta gigante. Pero Urano y Neptuno no han vuelto a recibir visita alguna de naves terrestres.
Las Voyager siguen su camino a una velocidad de 17 kil¨®metros por segundo. "Esperamos que alcancen el espacio interestelar a¨²n en funcionamiento. Todav¨ªa no han llegado, pero con los generadores nucleares que llevan, tendr¨¢n energ¨ªa suficiente para continuar en operaci¨®n hasta aproximadamente 2020, cuando la Voyager 1 estar¨¢ a casi 150 veces la distancia del Sol a la Tierra", explica Stone. ?Y despu¨¦s, cuando est¨¦n ya muertas? "Navegar¨¢n sin fin por el espacio interestelar".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.