Asombrosa madurez
No obstante, se aprovecha su juventud para darle al menos un consejo: por favor, que despida al bater¨ªa Ej Strickland, que trabaj¨® como si so?ara estar al frente de las grandes orquestas de Duke Ellington y Count Basie juntas y acongoj¨® la voz de Wright. Cierto que algunas piezas ped¨ªan cierta contundencia r¨ªtmica, pero no hasta el punto de crujir falanges, falanginas y falangetas con baquetazos rudos y hasta una pizca groseros. Ojal¨¢ hubiera habido en la sala alg¨²n anestesista para adormecer un rato al insensato fagocito musical.
Lizz Wright
Lizz Wright (voz), John Cowherd (piano), Doug Weiss (contrabajo) y Ej Strickland (bater¨ªa). Teatro Casa de Campo. Madrid, 18 de noviembre.
Finaliz¨® con un blues can¨®nico, resuelto con sinceridad tan sutil que la audiencia pudo darse cuenta de que su concierto hubiera sido un sue?o sin la colaboraci¨®n del insidioso bater¨ªa aludido. Cuando una voz tiene la calidad de la de Wright, es un crimen ocultarla bajo percusiones gordas como mantas palentinas.
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