Fado amoroso

Naci¨® casi con la revoluci¨®n de los claveles, en un pueblo al norte de Lisboa, alejada de los ambientes fadistas del Barrio Alto o Alfama. Y, aunque creci¨® escuchando a cantantes de jazz y brasile?as, es, sin discusi¨®n, una de las grandes voces del fado actual. C¨¢lida, con una gran limpieza y claridad en la emisi¨®n.

Cristina Branco hizo varias alusiones al idioma portugu¨¦s. "Las palabras son el veh¨ªculo mayor de la cultura portuguesa", lleg¨® a decir. Para ella, la palabra ha sido siempre lo m¨¢s importante. No los trucos esc¨¦nicos, a los que renuncia, pudorosa e ¨ªntegra. Habl¨® de la riqueza de la lengua portuguesa y de sus v¨ªnculos culturales con Brasil. Fue justo antes de Soneto da separa??o, el poema de Vinicius de Moraes -"de repente, de la risa se hizo el llanto"- al que ya puso m¨²sica Jobim y ahora Cust¨®dio Castelo.

La acompa?aban las tres guitarras de la formaci¨®n cl¨¢sica del fado. En la portuguesa, de timbre melanc¨®lico, est¨¢ Cust¨®dio Castelo, en quien se apoya Cristina Branco. Unidos como dos siameses. El guitarrista y compositor se encarga de musicar los textos que ella elige de poetas contempor¨¢neos como David Mour?o-Ferreira, Sophia de Mello Breyner o Pedro Homem de Mello. El resultado es un fado de melod¨ªas y armon¨ªas refinadas. Sutilmente renovado.

Cristina Branco termina siempre con Meu amor ¨¦ marinheiro, de Manuel Alegre y Alain Oulman, la historia de la mujer que se queda mientras su marinero parte.

A la salida del concierto sus discos se vend¨ªan como rosquillas. El fado tiene p¨²blico en Espa?a y un puntal en Cristina Branco.