La guerra del PP: Camps y Zaplana cara a cara
El Partido Popular en la Comunidad Valenciana atraviesa la mayor crisis desde que venci¨® en las elecciones de 1995. Una brecha se ha abierto entre sus m¨¢ximos responsables pol¨ªticos
"Una de dos, o Paco (Camps) ha sido en estos ¨²ltimos a?os un actor magn¨ªfico que nos ha enga?ado a todos, o ha pasado algo". Un veterano militante del Partido Popular que lleg¨® a ser diputado en las Cortes Valencianas no consigue explicarse el porqu¨¦, ni el c¨®mo, ni el cu¨¢ndo comenzaron las diferencias entre el actual presidente de la Generalitat y su antecesor en el cargo y ahora responsable del Ministerio de Trabajo y portavoz del Gobierno, Eduardo Zaplana. En realidad son muy pocos los que se atreven a decir aqu¨ª empez¨® todo, y quienes se atreven no se ponen de acuerdo ni en las fechas ni en las causas. Unos sit¨²an las primeras fricciones en diciembre del a?o pasado con el estallido del caso Aguas de Valencia. Otros creen que el anuncio de Camps de aspirar a la presidencia regional del Partido Popular, sustituyendo en el puesto a Zaplana, provoc¨® una inestabilidad pol¨ªtica innecesaria ante las pr¨®ximas elecciones generales. Desde el ministerio se pronuncian lac¨®nicos: "Si hubi¨¦ramos sabido cu¨¢ndo comenz¨® la crisis, la habr¨ªamos atajado en origen".
La victoria electoral puso fin a las tensiones que se reabrieron a principios de julio
Algunos pocos dicen que la crisis se inici¨® en diciembre de 2002 con Aguas de Valencia
"Hay un intento medi¨¢tico alimentado desde el Consell contra la obra de Zaplana"
"La prudencia derivada de la responsabilidad no puede entenderse como no hacer nada"
Fueren cuales fueren las razones, el hecho es que hoy el Partido Popular en la Comunidad Valenciana atraviesa por una seria crisis que ya nadie intenta disimular, por m¨¢s que algunos se empe?en en encubrir la fractura colocando cataplasmas caseras. Unas declaraciones del consejero de Territorio y Vivienda a EL PA?S el pasado domingo fueron el detonante. Rafael Blasco se mostraba partidario de que el presidente de la Generalitat lo fuera tambi¨¦n del PP y admit¨ªa, con la boca chica, la existencia de algunas injerencias del partido en la gesti¨®n del Consell. La primera respuesta vino del presidente de la Diputaci¨®n de Alicante: "No es necesario ser presidente de la Comunidad Valenciana para estar al frente del PP", dec¨ªa Jos¨¦ Joaqu¨ªn Ripoll, quien, de paso, largaba una descalificaci¨®n al consejero: "Todo el mundo sabe qu¨¦ opinan de ¨¦l las bases". El lunes la batalla se abri¨® en todos los frentes. Comenz¨® el presidente de la Diputaci¨®n de Castell¨®n y responsable de los populares en esa provincia. Carlos Fabra aseguraba: "Mi posici¨®n es no apostar por la bicefalia dentro del partido, ya que puede producir alguna inconcreci¨®n e incorrecci¨®n pol¨ªtica", y Seraf¨ªn Castellano, presidente provincial de Valencia y portavoz del grupo parlamentario en las Cortes Valencianas, replicaba: "El liderazgo [de Eduardo Zaplana] es incuestionable, la opini¨®n [de Rafael Blasco] no es la que tiene el PP, entre otras cosas, porque no es y no forma parte de los ¨®rganos del partido".
Las discrepancias
Las declaraciones del consejero de Territorio y Vivienda y sus correspondientes r¨¦plicas son, de momento, la ¨²ltima expresi¨®n de unas desavenencias que tuvieron sus picos m¨¢s elevados en unas manifestaciones del consejero de Educaci¨®n y Cultura, quien, al poco de estrenar el cargo, vino a decir que menos IVAM (por la reforma proyectada en este museo) y m¨¢s escuelas, que no hay dinero en caja. Siguieron con el anuncio contra la fusi¨®n de las cajas de ahorro hecho por el presidente de la Generalitat; cobraron intensidad con la petici¨®n de dimisi¨®n del consejero Font de Mora por parte del diputado Eduardo Ovejero; se enconaron con el dec¨¢logo sobre el valenciano presentado en Ares del Maestre y se agravaron con la candidatura de Jos¨¦ Luis Olivas al cargo de presidente de Bancaixa a espaldas, al parecer, de Francisco Camps.
Las discrepancias arrancaban de atr¨¢s, de muy atr¨¢s. Una fuente cercana al presidente sit¨²a su origen en diciembre de 2002. Por aquellas fechas el caso Aguas de Valencia hab¨ªa estallado en las p¨¢ginas de ABC y Francisco Camps, en su doble condici¨®n de secretario general y candidato del PP, realiz¨® unas declaraciones descalificando al peri¨®dico Las Provincias, perteneciente al mismo grupo que el diario madrile?o. Desde el entorno de Camps se sugiere que esas manifestaciones fueron impuestas por el equipo de Zaplana y contra la voluntad de aqu¨¦l. Pero el hecho es que Camps nunca desminti¨® su autor¨ªa. A pesar de lo cual, la primera fisura en una relaci¨®n hasta entonces monol¨ªtica hab¨ªa hecho su aparici¨®n. La precampa?a electoral se desarroll¨® en un clima de extrema tensi¨®n por las consecuencias que se podr¨ªan derivar de la guerra de Irak y el hundimiento del Prestige. Una encuesta del CIS lleg¨® a pronosticar la p¨¦rdida de la mayor¨ªa absoluta por parte del PP en las Cortes Valencianas. El candidato de los populares lleg¨® a sentirse tan aislado que form¨® un peque?o grupo de personas al margen del aparato del partido. Este grupo le prest¨® apoyo log¨ªstico y alguno de sus miembros, incluso, pag¨® de su bolsillo sondeos electorales para contrastarlos con la informaci¨®n que les llegaba a trav¨¦s de los canales oficiales.
La revalidaci¨®n de la mayor¨ªa absoluta puso el punto final a todas las tensiones. Zaplana y Camps volvieron a estrechar sus relaciones al punto de que el ministro de Trabajo no puso objeci¨®n alguna al nuevo Consell, pese a que en el mismo figuraban Esteban Gonz¨¢lez y Gerardo Camps. Dos personas que el ministro prefer¨ªa que siguieran en Madrid. Pero eran los nombres que visualizaban el cambio, al extremo de que el reci¨¦n investido presidente lleg¨® a decir: "Si pongo a todos mis compa?eros de COU en el Gabinete y dejo fuera a Esteban y Gerardo nadie hubiera pensado que era mi Gobierno". El primer Consell de Francisco Camps se presentaba ante la sociedad sin provocar fricciones internas en su partido, salvo alg¨²n que otro resquemor personal aislado.
La primera confrontaci¨®n
El 1 de julio de este a?o el nuevo Ejecutivo toma la decisi¨®n de constituir una comisi¨®n delegada de Asuntos Econ¨®micos que ten¨ªa como objetivo reforzar el control presupuestario sobre la gesti¨®n y bloquear cualquier proyecto que no tuviera consignaci¨®n antes de su evaluaci¨®n por el Consell. Aparentemente una medida para racionalizar el gasto, pero que supon¨ªa un giro de 180 grados respecto de la pr¨¢ctica seguida durante la etapa de Eduardo Zaplana. Ocho d¨ªas despu¨¦s el consejero de Educaci¨®n y Cultura, Esteban Gonz¨¢lez, anunciaba la paralizaci¨®n del proyecto de ampliaci¨®n del IVAM. Y el 23 de ese mismo mes el presidente de la Generalitat anunciaba en p¨²blico su decisi¨®n de renunciar al proyecto de fusi¨®n de Bancaixa y la CAM. Demasiados cambios en un periodo muy corto. Al portavoz parlamentario y presidente provincial en Valencia del PP, Seraf¨ªn Castellano, le falt¨® tiempo para salir y desautorizar las opiniones de Francisco Camps. Sus palabras conten¨ªan ya el germen argumental que se desarrollar¨ªa con posterioridad: el presidente se aparta de la pol¨ªtica seguida por los gobiernos de Zaplana y se aleja del programa del PP. Sobre el anuncio de paralizar la ampliaci¨®n del IVAM, fuentes cercanas al ministro de Trabajo se limitaron a se?alar: "Es una decisi¨®n del Gobierno. Punto".
El mes de julio conclu¨ªa con una vuelta de tuerca m¨¢s sobre el titular del Consell. Un d¨ªa despu¨¦s de que Zaplana pidiera en una junta regional del PP -en la que no estaba presente Francisco Camps- unidad para ganar las elecciones generales de marzo de 2004, Eduardo Ovejero, un diputado auton¨®mico, reclamaba la dimisi¨®n del consejero de Presidencia, Alejandro Font de Mora, con la consiguiente repercusi¨®n medi¨¢tica. La fisura abierta en diciembre de 2002 ya era una brecha. Desde la direcci¨®n regional de los populares, sin embargo, se minusvalor¨® este hecho. "Carlos Fabra pidi¨® varias veces la dimisi¨®n de Fernando Modrego [ex consejero de Medio Ambiente] y nunca ocurri¨® nada", dijeron. "Por una cuesti¨®n as¨ª no se acaba el mundo, pero si se empe?an en filtrarlo y magnificarlo... La biso?ez de algunos les ha llevado a cometer muchos errores".
Los distintos responsables del PP aprovecharon el mes de agosto para aparentar una cierta calma. El presidente de la Generalitat anunci¨® que su Gobierno segu¨ªa un camino "perfectamente dise?ado" desde hac¨ªa ocho a?os. El consejero de Educaci¨®n volv¨ªa sobre sus pasos y afirmaba que el mapa escolar estaba "t¨¦cnicamente acabado". Zaplana dec¨ªa que su supuesta pol¨¦mica con Camps era un "follet¨ªn", pero apuntaba que seguir¨ªa al frente de la direcci¨®n regional del PP. Y en la cena de despedida del verano en Altea, los dos agonistas escenificaban su reconciliaci¨®n ante 3.000 militantes. Las sonrisas de algunos miembros del Consell eran una pura m¨¢scara. Sab¨ªan, o dec¨ªan saber, que durante ese mes de agosto, en Marbella, durante una comida con sus esposas que reuni¨®, entre otros, a Pedro Antonio Mart¨ªn Mar¨ªn, Carlos Iturg¨¢iz, Javier Arenas y Eduardo Zaplana, ¨¦ste le hab¨ªa pedido al secretario general del PP que forzara la salida de Francisco Camps de la presidencia de la Generalitat. Una versi¨®n que es desmentida desde el Ministerio de Trabajo. En el Palau de la Generalitat se limitan a decir que "si el presidente es un obst¨¢culo para el partido se marcha a su casa y aqu¨ª no pasa nada. Pero si se va no ser¨¢ a un ministerio, ni a otro cargo p¨²blico, ni a ninguna empresa. Se ir¨¢ a su casa y volver¨¢ a ser un ciudadano m¨¢s, orgulloso de haber sido presidente de la Generalitat".
El legado de Zaplana
Pese a la evidencia de los hechos nadie asume ser el primero en iniciar las hostilidades. Una negativa que es m¨¢s contundente entre los partidarios del ministro. Una fuente muy cercana a ¨¦ste asegura que "no quiere pelear". Y un importante cargo org¨¢nico del PP subraya: "No nos interesan las broncas porque pueden tener un coste electoral. Somos los primeros interesados en que se calme la situaci¨®n, especialmente porque la cara de las elecciones ser¨¢ la del ministro de Trabajo. Necesitamos paz para lograr alcanzar los mejores resultados". El dirigente del PP, adem¨¢s, contraataca: "Es Camps el que abre el debate al plantear de forma gratuita e innecesaria la cuesti¨®n de la presidencia regional a pocos meses de las elecciones generales".
La respuesta llega desde un miembro del actual Gobierno: "El modelo [la unificaci¨®n de la presidencia de la Generalitat con la del partido] ha funcionado bien hasta ahora y no hay ninguna raz¨®n para cambiarlo". "Es m¨¢s", a?ade, "el ¨¦xito de Zaplana en las pr¨®ximas elecciones generales depender¨¢ de la buena gesti¨®n que lleve a cabo el presidente, al que en ning¨²n caso se le puede ningunear. Ni a ¨¦l, ni a la instituci¨®n. Lo que ocurre es que hay un peque?o n¨²cleo en el partido que est¨¢ en una estrategia mao¨ªsta de culto al l¨ªder. Se equivocan, concluye, quienes confunden el partido con el Gobierno. Camps es el presidente de todos los valencianos, no s¨®lo de los militantes del PP".
Pero en la direcci¨®n del Partido Popular se cree que hay una estrategia "para liquidar el legado de 8 a?os que son los mejores de su historia. Hay un intento medi¨¢tico que se alimenta desde el Consell para que Eduardo Zaplana desaparezca de la Comunidad Valenciana". Una opini¨®n que se subraya a¨²n m¨¢s desde Trabajo: "Existe un odio africano en la prensa valenciana. Como si necesitara aniquilar siempre a alguien. Primero se hizo con Abril Martorell, luego con Lerma y ahora con el ministro. Algunos, incluso, en lugar de ver en Camps un buen gestor, pretenden hacer de ¨¦l un instrumento de una aniquilaci¨®n pol¨ªtica".
En el Consell las cosas se ven de muy distinta manera: "?Cu¨¢ntas veces debemos cantar las glorias y alabanzas de la gesti¨®n de Eduardo Zaplana para que ¨¦l y los suyos se den por satisfechos? El presidente no ha dejado de repetir que su trabajo aqu¨ª ha sido magn¨ªfico y estupendo y que la actual Comunidad Valenciana no se entender¨ªa sin la gesti¨®n de Eduardo [Zaplana]".
Por muchos que sean los elogios, m¨¢s son los agravios que se observan en el otro lado. A la creaci¨®n de la comisi¨®n delegada para asuntos econ¨®micos se sum¨® la destituci¨®n de Luis Esteban al frente de la Sociedad Parquet Tem¨¢tico de Alicante (SPTA). Dos decisiones claves para conocer el flujo del dinero. Las tensiones se agudizaron, y el nerviosismo en el segundo escal¨®n tambi¨¦n: "C¨®mo quieren lograr la estabilidad. No se le puede decir a la gente te nombro hasta marzo y a partir de ese mes que te den. A la gente hay que darle cari?o, el poder viene rodado cuando se es presidente". Como en todo lo dem¨¢s no hay acuerdo: "Apenas hemos introducido dos cambios en el segundo escal¨®n y uno de ellos, el de Eloy Velasco [ex director general de Justicia], nos lo sugirieron desde el anterior equipo. Qu¨¦ quieren".
La confrontaci¨®n sigue con el dec¨¢logo del valenciano. Unas recomendaciones que se utilizan para insinuar un frente de alcaldes que rebrotan la llama del alicantinismo. Un rebrote al que, dicho sea de paso, contribuye una falta de sensibilidad desde Valencia. Pero el dec¨¢logo, y en esta cuesti¨®n s¨ª parece que existe un cierto consenso, no es otra cosa que una excusa para tensar las relaciones con el Consell y apuntar directamente al consejero Esteban Gonz¨¢lez, el hombre que, seg¨²n algunas fuentes, debe ser el primero a abatir para debilitar la posici¨®n de Camps.
No hay decisi¨®n que no suponga un problema en las relaciones entre presidencia de la Generalitat, el PP y Zaplana. La pen¨²ltima fue el impulsar la candidatura de Jos¨¦ Luis Olivas a la presidencia de Bancaixa. Presidencia hab¨ªa apostado por mantener los actuales equipos en las dos cajas de ahorro y en la Feria de Valencia, pero se encontr¨® con la sorpresa de Olivas, pese a no tener nada en contra de su designaci¨®n. ?Qu¨¦ ocurri¨®?: desde el Consell afirman que se actu¨® a espaldas del presidente, pero desde Madrid se insiste en que Camps conoc¨ªa de sobra la propuesta. ?Qui¨¦n dice la verdad?
Tres retos para Camps
Un consejero que ya perteneci¨® a los equipos de Eduardo Zaplana y que ahora le es leal a Francisco Camps, aunque no participa en la confrontaci¨®n, asegura desde un cierto distanciamiento que la situaci¨®n actual no puede mantenerse m¨¢s all¨¢ de Navidad, algo en lo que coincide con un antiguo cargo provincial del PP valenciano.
Desde esa distancia se muestra moderadamente cr¨ªtico con la pasividad del presidente. "Camps, afirma, debe convertirse en un referente pol¨ªtico y no mantener ese quietismo. La prudencia derivada de la responsabilidad puede confundirse con el no hacer nada". Y a?ade: Tenemos tres retos por delante: medios de comunicaci¨®n en los que no estamos presentes. Empresarios: conf¨ªan en el presidente, pero les gustar¨ªa verle actuar con m¨¢s decisi¨®n. Y alcaldes, debemos hablar m¨¢s con ellos porque son el aut¨¦ntico poder en el partido".
Camps parece haber escuchado a este consejero a tenor de los encuentros que ha mantenido en los ¨²ltimos d¨ªas en Alzira y en Requena. Una persona cercana al presidente es categ¨®rica al afirmar que Madrid ya ha tomado una decisi¨®n y que Camps ser¨¢ el pr¨®ximo presidente regional del PP, pase lo que pase. Pero desde la actual direcci¨®n de los populares se advierte: "Un congreso, ahora, lo ganamos de calle. Ser¨ªa un paseo militar".
Un observador socialista tambi¨¦n cree que habr¨¢ un "abrazo de Vergara" entre los principales agonistas de la crisis de los populares valencianos, aunque advierte de que el pacto supondr¨¢ que habr¨¢ bajas en los dos bandos. Precisamente las de quienes m¨¢s se han significado en la batalla.
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