El limbo pol¨ªtico de Kosovo
La ex provincia serbia busca la independencia en medio del caos jur¨ªdico

La frontera entre el sur de Serbia y Kosovo, que no es propiamente una frontera, se ha de cruzar a pie y en medio de una espes¨ªsima niebla. Como en las pel¨ªculas sobre la guerra fr¨ªa. Una comisar¨ªa de polic¨ªa serbia, en un contenedor a las afueras del pueblecito de Merdare, se ocupa de pedir el pasaporte al viajero y de registrar su equipaje. Un veh¨ªculo de la polic¨ªa de la ONU espera a unos doscientos metros para recoger al periodista. La situaci¨®n define el limbo jur¨ªdico y pol¨ªtico en el que se encuentra Kosovo desde que la ONU y m¨¢s de 20.000 soldados de fuerzas de la OTAN asumieran un protectorado en la antigua provincia serbia de mayor¨ªa albanesa, tras los bombardeos de la primavera de 1999. La primera intervenci¨®n de la historia de la OTAN precipit¨® la posterior ca¨ªda del r¨¦gimen de Slobodan Milosevic en el oto?o de 2000 y abri¨® paso a la resoluci¨®n 1.244 de la ONU, que no ha proporcionado una soluci¨®n duradera. La resoluci¨®n sostiene que Kosovo forma parte de Yugoslavia (ahora se llama Estado de la Uni¨®n de Serbia y Montenegro), y concede a la administraci¨®n internacional las competencias de la organizaci¨®n civil y de seguridad.
Se multiplican los s¨ªmbolos nacionalistas, mientras se define el estatus final kosovar
Un empleado local de la ONU gana un sueldo diez veces mayor que el de un m¨¦dico del pa¨ªs
A diferencia de Irak y pese a que los bombardeos de la OTAN sobre Serbia y Kosovo no contaron con el aval de la ONU, los albaneses recibieron como una bendici¨®n la intervenci¨®n internacional. Para los albaneses, el 90% de la poblaci¨®n kosovar, se trataba de una liberaci¨®n del yugo, del estado policial, que los serbios impusieron desde la llegada de Milosevic al poder en 1989. El agradecimiento llega a tal extremo que la principal avenida de este monumento al caos urban¨ªstico y a la fealdad del realismo socialista que es la capital, Pristina, fue rebautizada con el nombre de Bill Clinton, el presidente de EE UU que dio luz verde a los ataques a¨¦reos de la OTAN.
En los ¨²ltimos cuatro a?os, una lluvia de millones de euros ha ca¨ªdo sobre Kosovo a trav¨¦s de la ONU, de la UE y de un sinf¨ªn de instituciones y ONG para comprar a precio de oro una paz subvencionada. Ni siquiera los portavoces de Naciones Unidas en Pristina son capaces de ofrecer una cifra global sobre las inversiones. La anta?o regi¨®n m¨¢s pobre de la Yugoslavia federal y socialista vive una fiebre de edificaci¨®n, subida de los alquileres, reparaciones de carreteras y apertura de comercios, acompa?ada de un floreciente contrabando en un peque?o pa¨ªs de apenas 11.000 kil¨®metros cuadrados, una superficie similar a la de Asturias. Las estad¨ªsticas oficiales reflejan un 70% de paro en Kosovo, pero todo se enmascara con la presencia internacional. Un sueldo de un empleado local de la ONU puede multiplicar por 10 el salario de un m¨¦dico o de un profesor kosovar, que no rebasa los 250 euros mensuales.
"No queremos de ninguna manera que la comunidad internacional se marche de Kosovo", se?ala Muhamet Hamiti, asesor del presidente kosovar y l¨ªder hist¨®rico alban¨¦s, Ibrahim Rugova, "pero el mundo tiene que entender que la ¨²nica soluci¨®n para nuestro conflicto pasa por la independencia. Es falso que nuestra independencia pueda significar una alteraci¨®n de fronteras y pueda desestabilizar de nuevo los Balcanes". En la independencia como meta es en lo ¨²nico que parecen estar de acuerdo las fuerzas pol¨ªticas, que abarcan desde los nacionalistas moderados de Rugova hasta los antiguos guerrilleros del desmilitarizado ELK (Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n de Kosovo). Aunque Hamiti insiste en que su objetivo apunta a que Kosovo sea miembro de la UE y de la OTAN, los funcionarios internacionales en Pristina prev¨¦n un largo camino hasta definir el estatus final del pa¨ªs. Isabella Karlowicz, portavoz de la Unmik (Misi¨®n de la ONU para Kosovo), anuncia la publicaci¨®n de los est¨¢ndares democr¨¢ticos que partidos pol¨ªticos, Gobierno y Parlamento habr¨¢n de cumplir antes de cualquier soluci¨®n final.
Los Balcanes no resultan hoy una prioridad internacional, hasta el punto de que fuentes diplom¨¢ticas europeas admiten que la UE carece de un dise?o de futuro para Kosovo. El regreso a la situaci¨®n anterior, con la provincia integrada en Serbia, es una quimera, mientras la perspectiva de la independencia hace temblar a las canciller¨ªas, que recuerdan que el sue?o de una Gran Albania sigue presente entre muchos albaneses repartidos por Montenegro, Macedonia y el norte de Grecia. El conflicto estar¨ªa servido de nuevo. Si bien el Gobierno kosovar rechaza de plano este proyecto, los s¨ªmbolos nacionalistas se multiplican, desde la colosal estatua de Skanderberg, el h¨¦roe medieval alban¨¦s, en el centro de Pristina hasta los innumerables monolitos junto a las carreteras dedicados a guerrilleros del ELK muertos en combates contra los serbios.

Guetos para serbios
Son las 11.30 del pasado jueves y un convoy militar de 10 veh¨ªculos de la KFOR (nombre que reciben las tropas de la OTAN en Kosovo) acaba de formarse junto a la estaci¨®n de tren de Mitrovica, una ciudad dividida entre albaneses y serbios. El convoy espera la llegada de un microb¨²s que traslada desde Belgrado, en un viaje de cuatro horas, a una docena de jubilados serbios que vuelven por primera vez a Kosovo desde la guerra para reconocer sus casas y sus propiedades. No parece, a primera vista, que estos inofensivos pensionistas serbios vayan a despertar las iras de los albaneses, pero los continuos incidentes contra los antiguos dominadores serbios obligan a una escolta militar. "El despliegue puede resultar espectacular, pero hace unos d¨ªas los soldados italianos se vieron obligados a disparar al aire para dispersar una manifestaci¨®n de albaneses que lanzaban piedras contra los refugiados serbios", comenta el comandante Emilio Peregrina, de la agrupaci¨®n espa?ola de la KFOR, integrada por unos 800 militares.
La comitiva se desplaza lentamente hacia el cercano pueblo de Durakovac, donde los refugiados asistir¨¢n desolados al triste espect¨¢culo de que sus casas han sido saqueadas. Drago Iovanovic tiene 67 a?os y es un ingeniero agr¨®nomo jubilado que ahora vive en unos barracones para refugiados en Belgrado. "Claro que volver¨ªa a mi casa si tuviera garant¨ªas de seguridad y pudiera reconstruirla. He nacido y vivido aqu¨ª", dice mientras contempla las ruinas de un hogar de dos plantas rodeado de un jard¨ªn abandonado. "Pero de momento eso es un sue?o imposible", sentencia. Tras la brutal represi¨®n ejercida por el r¨¦gimen de Milosevic durante los a?os noventa contra los albaneses, que concluy¨® con un ¨¦xodo masivo durante la guerra de 1999, apenas 5.000 de los 230.000 serbios que huyeron de Kosovo han regresado. No m¨¢s del 8% de la poblaci¨®n actual kosovar es serbia, gentes que viven en guetos protegidos por las fuerzas de la OTAN. Los serbios de Kosovo pagan hoy la factura de las atrocidades del r¨¦gimen de Milosevic.
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