El pivote de Georgia
Algunos momentos hist¨®ricos confieren a sus protagonistas, voluntarios o no, un aura de grandeza que a la postre demuestra haber sido poco merecido o al menos extremadamente ef¨ªmero. Son l¨ªderes que brillan intensamente en una crisis y muy pronto se comprueba que el fulgor no era propio y se apagan en la mediocridad. Aunque hoy muchos jueguen con la tentaci¨®n, habr¨ªa que ser extremadamente injusto para explicar en estos t¨¦rminos el trist¨ªsimo final pol¨ªtico de Eduard Shevardnadze, ya ex presidente de Georgia, que fuera el ministro de Asuntos Exteriores que ayud¨® a explicar y encauzar en el mundo hechos consumados como la disoluci¨®n del Pacto de Varsovia, el hundimiento del comunismo y la disoluci¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Shevardnadze se ha ido para evitar un ba?o de sangre que era inminente en Georgia. Eso le honra tanto como haber participado en evitar que se produjera en Europa central en los a?os ochenta y en Rusia poco despu¨¦s.
El mayor pecado de Shevardnadze ha sido perder la amistad de Mosc¨² y Washington
Hoy ya casi hemos olvidado que la tragedia armada y el horror estuvieron muy cerca en el seno del imperio sovi¨¦tico cuando ¨¦ste agonizaba, y que sus principales campos de batalla y muerte habr¨ªan sido Estados que, en una evoluci¨®n que entonces s¨®lo un demente habr¨ªa vaticinado, dentro de pocos meses ser¨¢n miembros plenos de la Uni¨®n Europea. Que hubiera tan pocos muertos en Estonia, Letonia y Lituania, en Polonia, Alemania Oriental o Checoslovaquia, lo debemos en muy gran parte a hombres como Shevardnadze, surgidos de un pueblo en el que la violencia ha sido identidad desde el principio de los tiempos, y formados en un r¨¦gimen que idolatraba esta violencia en la defensa de su supremac¨ªa total hasta el final de los mismos. De ah¨ª que para explicar las actitudes de gentes como Shevardnadze o Mija¨ªl Gorbachov no sea suficiente alegar al pragmatismo, a la necesidad o a la fuerza y evidencia de los hechos. Hay en el fondo de sus conductas ese factor humano que los totalitarismos del siglo pasado, el nazismo y el comunismo, intentaron por todos los medios extirpar en sus huestes. Fracasando en el intento. Probablemente, algunos de estos hombres de generaciones nacidas bajo Stalin tienen dicho factor humano m¨¢s activo que algunos nuevos yuppies occidentalizadores con fruicci¨®n, cuyo m¨¢ximo m¨¦rito sea, de momento, haber nacido m¨¢s tarde.
Mija¨ªl Saakashvili, el jovenc¨ªsimo l¨ªder de la oposici¨®n que ha derribado a su mentor y padre pol¨ªtico en Tbilisi, ha estudiado en Estrasburgo y en la Universidad de Columbia, pero a¨²n habr¨¢ de demostrar su propio factor humano cuando tenga que mostrar autoridad frente a las luchas cainitas, mafiosas y tribales georgianas, influidas por todas las que se dirimen en el C¨¢ucaso -Chechenia incluida- y por las maniobras de Mosc¨² y Washington para el reparto del poder y de la fiesta del petr¨®leo que se anuncia en la regi¨®n. Georgia no es el campus de la Columbia University.
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