?Y el hombre?
?Se imagina alguien un anuncio que presentara a una se?ora gorda, cincuentona, con rulos y boatin¨¦, viendo un programa de sobremesa de televisi¨®n y que una voz en off dijera: "Mujer, no pierdas el tiempo. Lee"? No, felizmente es imposible. Hace tiempo que los medios de comunicaci¨®n tienen mucho cuidado en evitar la divulgaci¨®n de estereotipos que puedan resultar ofensivos. Desgraciadamente, a¨²n hay excepciones, pero, por lo general, se evita mostrar desprecio hacia las mujeres, los homosexuales, los que tienen una incapacidad f¨ªsica o ps¨ªquica y las minor¨ªas ¨¦tnicas.
?Y los hombres heterosexuales? Los hombres heterosexuales, ya se sabe, somos otra cosa. En alguna ocasi¨®n, he escuchado a alguna feminista necia -que nadie se indigne, que la necedad es transversal y afecta a todos y, si lo prefieren, a todas- decir que no nos vendr¨ªa nada mal a los hombres recibir el trato que las mujeres han obtenido durante siglos. Un argumento similar servir¨ªa para justificar las atrocidades que comete el Estado de Israel: "Pobrecillos, d¨¦jales que se desahoguen, que ya sufrieron lo suyo por culpa de Hitler...".
Pues en esas estamos. Esta semana, el Instituto Andaluz de la Mujer ha presentado una campa?a sobre el maltrato que tiene como protagonistas a los hombres. En un topicazo paralelo al ejemplo de la se?ora con rulos que devora la tele de sobremesa, se presenta a una muchedumbre masculina en un bar viendo un partido de f¨²tbol. El juego sucio de un jugador provoca una escandalosa indignaci¨®n y una voz en off dice: "?Por qu¨¦ no haces lo mismo cuando maltratan a una mujer?".
No s¨¦ c¨®mo ser¨¢n los hombres que conozcan las funcionarias del Instituto de la Mujer. Sus jefes pol¨ªticos, por ejemplo. Pero puedo garantizarles que somos much¨ªsimos los que odiamos el f¨²tbol y las ceremonias multitudinarias -en bares o estadios, da igual- de chicos solos. Pensar que los hombres no est¨¢n preocupados por los malos tratos a la mujer es una estupidez tan gorda como creer, por ejemplo, que el racismo es un problema que s¨®lo preocupa a los negros y a los moros, o que lo del plan Ibarretxe es "cosa de vascos". El anuncio es est¨²pido y ofensivo.
El problema es que hay mucha gente -especialmente, muchos hombres- dispuestos a ponerse medallitas a cuenta de los malos tratos a la mujer. Hace tiempo que se entabl¨® una feroz competencia -muy masculina, por cierto, si nos atenemos al t¨®pico-, en ver qui¨¦n tiene la mejor ocurrencia. Todo empez¨®, creo recordar, cuando Jos¨¦ Bono trat¨® de resucitar la pena de escarnio para castigar a los maltratadores y tuvo el sentido del humor, m¨¢s bien negro, de darla a conocer en el palacio del inquisidor de Toledo.
Si algo sobra en Andaluc¨ªa es propaganda necia. Ese dinero estar¨ªa mejor gastado en atender las necesidades de las maltratadas. Ya s¨¦ que suena a demag¨®gico, pero as¨ª es la realidad: conviene recordar que este a?o, mientras la Junta ha incrementado en casi un 40% los gastos de propaganda, el presupuesto para paliar el problema del maltrato ha quedado como estaba. M¨¢s le valdr¨ªa a nuestras feministas profesionales tener en cuenta este hecho y, de paso, recordar que a¨²n queda pendiente una promesa electoral hecha por Chaves hace cuatro a?os en la que ofrec¨ªa vacaciones gratis a las amas de casa.
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