Esquerra Republicana, los empresarios y el s¨ªndrome de Peter Pan
?Qu¨¦ ha pasado en las elecciones catalanas? ?Han perdido los catalanes su tradicional seny y pragmatismo? ?Qu¨¦ puede ocurrir a partir de ahora? ?Es posible que se entre en una situaci¨®n a la vasca? Estas o similares preguntas se han convertido estos d¨ªas en tema obligado de cualquier conversaci¨®n, no s¨®lo en Catalu?a. En unos casos, son el resultado de la natural curiosidad e inter¨¦s por la nueva situaci¨®n pol¨ªtica catalana. En otros, son el producto del temor, por no decir p¨¢nico, que les ha entrado a algunas personas y colectivos de este pa¨ªs al ver los resultados obtenidos por Esquerra Republicana de Catalunya.
En este sentido, me ha llamado especialmente la atenci¨®n la reacci¨®n del mundo empresarial. Comenz¨®, ya durante la campa?a, con el pronunciamiento de la patronal catalana Fomento del Trabajo Nacional contra la formaci¨®n que lidera Josep Llu¨ªs Carod-Rovira y la llamada a los catalanes a votar a favor de la "estabilidad", lo que pod¨ªa entenderse como un apoyo a CiU y al PP. Algunos pensaron que ese pronunciamiento fue la mejor campa?a electoral que se le pod¨ªa hacer a Esquerra. Pero, en todo caso, las alarmas del mundo de los negocios se han disparado a partir del momento en que se conocieron los resultados electorales, y comprobar el papel decisivo que iba a jugar Esquerra en la gobernabilidad de Catalu?a y, como consecuencia, en la pol¨ªtica espa?ola.
?Por qu¨¦ el mundo de los negocios se ha asustado tanto? Antes de contestar a esa cuesti¨®n me gustar¨ªa se?alar, sin entrar en muchas consideraciones, que los resultados electorales son bastantes l¨®gicos y razonables. En Catalu?a exist¨ªa un fuerte deseo de cambio, reprimido mientras Jordi Pujol estuvo dispuesto a continuar en el poder. La mejor evidencia de ese deseo es el hecho que el lema de la campa?a de los principales cabezas de lista fue que cada uno de ellos era la mejor garant¨ªa para lograrlo. Por motivos obvios, ese deseo no pod¨ªa ser representado por Artur M¨¢s, identificado con los 23 a?os de gobierno de CiU; de ah¨ª que esa formaci¨®n haya sufrido una derrota sin paliativos, perdiendo 160.000 votos y 10 diputados. Tampoco lo pod¨ªa representar Pascual Maragall, porque, al margen de su imagen de innovador y de su indudable capital pol¨ªtico propio, su partido, el PSC, forma parte del establishment oficial de Catalu?a tambi¨¦n desde hace 23 a?os. En esas circunstancias, la corriente del cambio s¨®lo pod¨ªa acabar en el molino de ERC y, en menor medida, en el de la coalici¨®n de Iniciativa per Catalunya y los Verdes. Puede parecer una racionalizaci¨®n a toro pasado. Pero es lo que cab¨ªa esperar y, en cualquier caso, es lo que ha pasado.
Una consideraci¨®n adicional. Desde fuera de Catalu?a se puede tener una idea equivocada del perfil de los votantes de Esquerra. "?Qui¨¦n les ha votado?, ?es que en Catalu?a hay muchos okupas?, me preguntaba estos d¨ªas un amigo no catal¨¢n. El voto de Esquerra no es ni antisistema ni marginal. Son gente normal, especialmente de las zonas del interior de Catalu?a, que, en gran parte, hab¨ªan votado a Jordi Pujol, y, cada vez m¨¢s, son tambi¨¦n gentes del cintur¨®n de Barcelona, catalanes de origen o de segunda generaci¨®n que votan Esquerra con la misma naturalidad con que votar¨ªan a cualquier otro partido democr¨¢tico. El que no entienda esto no entender¨¢ la nueva din¨¢mica social catalana y su deseo de abrir nuevos caminos al cambio.
Pero, ?el cambio hacia d¨®nde?, se preguntan ahora muchas personas. Eso es lo que tienen que saber definir y gestionar las fuerzas pol¨ªticas representadas en el Parlamento de Catalu?a. Para lograrlo han de contar con la comprensi¨®n del "mundo pol¨ªtico de Madrid", y especialmente con el apoyo y buen sentido de las instituciones sociales y empresariales m¨¢s representativas de Catalu?a. Por eso es importante pararse a analizar la reacci¨®n del mundo empresarial. Porque el dramatismo con que han acogido esos resultados y el nuevo papel de Esquerra no facilita la gesti¨®n de la complejidad y del cambio; s¨®lo lo complica.
?Por qu¨¦ se ha producido esta reacci¨®n? Encuentro dos motivaciones. La primera, es que esa actitud responde a una reacci¨®n emocional e instintiva, casi at¨¢vica, que existe en una parte del mundo empresarial y que emerge cada vez que tiene lugar alg¨²n cambio pol¨ªtico. Como recordar¨¢n, ya ocurri¨® con la labor de descr¨¦dito que la CEOE le hizo a Adolfo Su¨¢rez, present¨¢ndolo como una amenaza para los empresarios; sigui¨® despu¨¦s con las primeras elecciones auton¨®micas catalanas del a?o 1980, donde se utiliz¨® el miedo a "los rojos" en la persona del l¨ªder socialista Joan Revent¨®s, y continu¨® m¨¢s tarde, en las primeras elecciones andaluzas, con una campa?a con carteles publicitarios en los que aparec¨ªa una cesta de manzanas y de una de ellas, que representaba al PSOE, sal¨ªa un gusano que infectaba al resto. Ahora se quiere asociar a Esquerra Republicana con el mundo pol¨ªtico radical vasco, y dar la impresi¨®n de que vamos a un escenario de "colectivizaciones" de empresas, como las que se produjeron en Catalu?a durante la Guerra Civil. S¨®lo as¨ª se entienden las propuestas de Gobierno de concentraci¨®n, como si estuvi¨¦semos en una situaci¨®n de estado de "emergencia nacional". Todo un desprop¨®sito.
Hay, sin embargo, otro motivo de temor en el mundo empresarial que tiene un poco m¨¢s de racionalidad. Muchos empresarios ven a Esquerra como un partido localista, orientado a defender los intereses del peque?o comerciante, del botiguer, de las peque?as y medianas empresas y de la llamada econom¨ªa social o cooperativista, pero que a¨²n no ha acabado de comprender, y menos de asumir, la din¨¢mica propia de la econom¨ªa abierta y globalizada en la que operan y venden sus productos la mayor parte de las empresas catalanas. Es decir, la ven m¨¢s como una especie de movimiento asambleario que como un partido pol¨ªtico estructurado, con liderazgo fuerte y con un discurso pol¨ªtico comprensivo de la globalidad de los intereses en juego, tanto los de la empresa catalana como el de los inversores for¨¢neos en Catalu?a. La lectura de su programa econ¨®mico, y en general de su programa electoral, puede contribuir un poco a esa visi¨®n. Pero, ?cu¨¢ndo se ha visto que el programa electoral sea la gu¨ªa de la acci¨®n pol¨ªtica de los partidos cuando llegan al Gobierno? Hay que darle margen, tiempo y confianza.
?Cu¨¢l es, a mi juicio, el principal riesgo de la actual situaci¨®n? Que Esquerra y sus l¨ªderes no sean capaces de sobrellevar bien el peso de la nueva situaci¨®n y de afrontar la responsabilidad que su electorado les ha delegado; el riesgo de que caigan en lo que podr¨ªamos llamar el "s¨ªndrome de Peter Pan". Que se resistan a crecer y a transformarse en un partido de gobierno con capacidad para lidiar con situaciones complejas que exigen mancharse las manos. Que no sabiendo, o no queriendo, resolver el dilema de si gobernar con CiU o con el PSC, acaben proponiendo acuerdos imposibles o absteni¨¦ndose, debilitando de esa forma la gobernabilidad y complicando la situaci¨®n. En ese caso har¨ªan ciertos los temores de aquellos que piensan que Esquerra y sus l¨ªderes no est¨¢n a¨²n preparados para asumir este tipo de responsabilidades.
En este sentido, no les ha favorecido la reacci¨®n de Carod-Rovira la noche electoral, cuando en plena borrachera de votos y ante las c¨¢maras amenaz¨® con aquello de "que nos oigan en Madrid". Posiblemente es un desahogo comprensible. Pero ¨¦ste es el tipo de desahogo que a partir de ahora tiene que controlar.
Ant¨®n Costas es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la UB.
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