'Gare au gorille...'
Las circunstancias que han rodeado la muerte de Copito de Nieve y el tratamiento oficial, municipal, que se ha dado de la misma merecen, en mi opini¨®n, un comentario. Comprendo que el lector est¨¦ hasta el gorro de o¨ªr hablar del albino y comprendo tambi¨¦n que hay asuntos de vital importancia para el futuro de este peque?o pa¨ªs, asuntos de orden pol¨ªtico que merecen, exigen, nuestra atenci¨®n de manera apremiante, pero lo m¨ªo son los gorilas.
En primer lugar, est¨¢ el hecho de la eutanasia. A Copito de Nieve se le administr¨® una inyecci¨®n letal para evitarle un sufrimiento in¨²til y sin esperanza. Vamos, que se le aplic¨® la eutanasia activa. Hecho que, comprensiblemente, provoc¨® la indignaci¨®n y correspondiente denuncia de mi buen amigo Salvador Paniker, presidente de la asociaci¨®n Derecho a Morir Dignamente. Paniker se muestra perplejo, y con raz¨®n, de que nuestras leyes penalicen a los espa?oles, animales aparentemente racionales, por practicar entre ellos aquello que s¨ª puede practicarse a un animal irracional, aunque ¨¦ste no lo haya solicitado libremente, como suele ser el caso de los humanos que desean morir dignamente.
La indignaci¨®n de Paniker me ha hecho pensar en el a?o del mono y en Pa Kin. El a?o 1992, nuestro a?o ol¨ªmpico, fue, seg¨²n el calendario chino, el a?o del mono, y los chinos solicitaron la participaci¨®n (en imagen) de Copito para celebrar aquel evento, la cual les fue concedida (en agradecimiento, los chinos obsequiaron a Copito con un pastel de verduras). Pues bien, aquel mismo a?o de 1992, el chino Pa Kin solicitaba, por primera vez, que le aplicasen la eutanasia pasiva, es decir, que le desentubasen y le permitiesen morir dignamente. ?Qui¨¦n es Pa Kin? Pa Kin es el gran patriarca de la literatura china, presidente de la Asociaci¨®n de Escritores de China, el cual cumpli¨® 100 a?os el pasado domingo y lleva un mont¨®n de ellos postrado en el lecho, convertido en un vegetal. Al parecer, su hija Xiao Lin no da su consentimiento para que el padre pueda morir dignamente como es su deseo. ?Qu¨¦ motiva la conducta de la hija? ?Sus creencias religiosas? No se?or. Malas lenguas afirman que la negativa de la hija se basa en la posibilidad de que al padre le concedan el Nobel (Pa Kin es un nobelable cr¨®nico). Total, que mientras el patriarca se pudre en su lecho, la Asociaci¨®n de Escritores de China ha organizado un banquete para celebrar el centenario de su presidente (espero que en el men¨² no figurase alg¨²n plato a base de mono). Triste suerte la del chino Pa Kin. No se la deseo a ning¨²n nobelable, ni siquiera al nostru.
Sigamos. Tras la muerte de Copito, siete u ocho horas despu¨¦s de la misma, se mont¨® una rueda de prensa presidida por el alcalde Clos. Lo que no se hab¨ªa hecho por Terenci o por Manolo, por hablar de los ilustres colegas, ciudadanos, recientemente fallecidos, se hizo por el albino. El teniente de alcalde Jordi Portabella, al referirse al tratamiento y el ¨²ltimo destino de los despojos de Copito parec¨ªa un buen aficionado del Orfe¨® Gracienc interpretando un gorigori-play sobre la patri¨®tica mortaja de Prat de la Riba. El alcalde Clos, menos l¨ªrico por naturaleza, solo lo super¨® al d¨ªa siguiente, cuando sali¨® en el espacio televisivo de Julia Otero y solt¨® aquello de que muerto Copito "ara s¨®n set els goril.les que tenim al Ajuntament". ?Siete gorilas en el Ayuntamiento? ?Qu¨¦ m¨¢s quisi¨¦ramos! El bueno de Clos hab¨ªa confundido el zool¨®gico con la casa de tots els barcelonins. (Al margen de la lectura psicoanal¨ªtica, de la escuela que m¨¢s les agrade, del lapsus linguae de nuestro alcalde, quisiera hacer hincapi¨¦ en los esfuerzos que ¨²ltimamente realiza dicho personaje por emular las facultades oratorias de su ilustre predecesor, el alcalde Pich i Pon, de hilarante recuerdo. En mi caso, un recuerdo discogr¨¢fico: su nieto, mi entra?able amigo Alfonso de Ayguavives Pich, cuando ¨¦ramos unos chavales y yo iba los jueves por la tarde a jugar a su casa, sol¨ªa torturarme con los discursos de su abuelo, que recalentaba en una gramola de mano).
De la excesiva y, en definitiva, provinciana rueda de prensa municipal con motivo de la muerte del albino, me pareci¨® entender que el alcalde Clos y sus compinches auspiciaban la concesi¨®n del nombre del albino a una calle de nuestra ciudad. Todo es posible. Si hay gorilas en el Ayuntamieno, ?por qu¨¦ no en las calles? Gare au gorille... Pero, como bien dice mi hermano Llu¨ªs Permanyer, con el nomencl¨¢tor no se juega. Y lleva raz¨®n: una cosa es la calle de los se?ores Duran i Bas, Bosch i Gimpera, Trias i Pujol, Oliv¨¦ i Maristany, Xirau i Palau, Men¨¦ndez y Pelayo..., y otra la calle de Copito de Nieve. O de Floquet de Neu. Si fuera la calle del Gorila, como la del Tigre, ya ser¨ªa otra cosa. Pero Copito no era un gorila propiamente dicho, era, adem¨¢s, un albino. Es decir, un monstruo; etimol¨®gicamente, el que se muestra (al que muestran, para mayor precisi¨®n). En cuanto a la calle del Albino, que no me desagrada, tiene un inconveniente: en Barcelona siempre ha habido m¨¢s albinos que gorilas, bastantes m¨¢s de los siete que dice tener el alcalde Clos.
Otra historia (que dejaremos para otro d¨ªa) es la del cambio que propone el PP catal¨¢n: sustituir el nombre de la calle de Sabino Arana por el de Copito de Nieve (o Floquet de Neu). Propuesta interesant¨ªsima, aunque parece que luego lo desmintieron. Otro d¨ªa.
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