A la vejez, viruelas americanas
La reforma del Medicare prev¨¦ 125.000 millones de d¨®lares en subvenciones a las aseguradoras privadas en EE UU
Es el principio del fin del sistema p¨²blico de seguro m¨¦dico que hoy cubre en Estados Unidos las necesidades sanitarias de 40 millones jubilados y de discapacitados. Las dos C¨¢maras -Representantes y Senado- aprobaron esta semana, tras una lucha encarnizada, la pol¨¦mica reforma del r¨¦gimen de Medicare. Los dem¨®cratas y los m¨¢s cr¨ªticos con el cambio lo consideran como el primer paso hacia la privatizaci¨®n de este programa federal creado en 1965, bajo la presidencia del dem¨®crata Lyndon Johnson, y acusan al presidente Bush de venderse a los intereses de la industria farmac¨¦utica y a las aseguradoras, dando la espalda a los mayores.
El temor es que se queden en la estacada unos dos millones de ancianos que, por sus bajos ingresos, no podr¨¢n acceder al r¨¦gimen
Los analistas m¨¢s cr¨ªticos afirman que con el nuevo sistema de seguro m¨¦dico, los beneficios de las farmac¨¦uticas se incrementar¨¢n un 38%
La agresiva campa?a orquestada desde la oposici¨®n durante las ¨²ltimas semanas para frenar el plan de la Casa Blanca no consigui¨® el resultado esperado y la reforma del Medicare prosper¨® finalmente tras un voto muy ajustado en el Congreso (220 votos a favor y 215 en contra) y en el Senado (54-44). El presidente Bush hab¨ªa puesto toda la carne en el asador para sacar adelante el proyecto de Ley y colgarse una importante medalla pol¨ªticade cara a las presidenciales de 2004. George Bush lo hac¨ªa a sabiendas de que los votantes mayores de 65 a?os de edad suelen dar su apoyo a los dem¨®cratas y con esto intenta seducirlos.
Es la primera gran reforma a la que se somete el sistema Medicare en EE UU en sus 38 a?os de funcionamiento. El r¨¦gimen lo cre¨® un presidente dem¨®crata y ahora es un republicano el que procede a modernizarlo. El partido dem¨®crata ya plante¨® un cambio del sistema en 1993, pero el debate no empez¨® a tomar cuerpo hasta hace seis a?os bajo presidencia de Bill Clinton. El choque entre las distintas corrientes ideol¨®gicas que dominan las dos c¨¢maras estadounidenses era insalvable. Los dem¨®cratas quer¨ªan ampliar los beneficios del Medicare pero dejando la estructura en manos del Gobierno. Los republicanos, m¨¢s conservadores, apostaban por un programa completamente diferente.
Posibilidad de elecci¨®n
El cambio propuesto por la Administraci¨®n Bush, que cont¨® con el apoyo en firme y decisivo en la recta final del debate del AARP -principal lobby del pa¨ªs con 35 millones de pensionistas-, tiene como objetivo principal conseguir que el sistema federal de asistencia a la tercera edad entre en competencia directa con las aseguradoras privadas. Con la nueva Ley, que empezar¨¢ a funcionar realmente en 2006, los mayores podr¨¢n elegir entre el programa tradicional o afiliarse a un plan de asistencia que le ofrezcan las compa?¨ªas de seguros privadas. Adem¨¢s, se introduce un nuevo sistema de reembolso parcial de los medicamentos con receta.
El coste del cambio en el dise?o del Medicare se eleva a 395.000 millones de d¨®lares para los pr¨®ximos 10 a?os. "La modernizaci¨®n del Medicare mejorar¨¢ el sistema y nos permitir¨¢ decir a nuestros mayores que mantenemos nuestro compromiso con ellos", afirmaba George Bush mientras en el Senado republicanos y dem¨®cratas se enfrentaban en un intenso debate. El secretario del Tesoro estadounidense, John Snow, dijo que el cambio es necesario para atender en el futuro las necesidades de los m¨¢s mayores.
EE UU cuenta en la actualidad con 40 millones de ancianos y de personas discapacitadas. Con la jubilaci¨®n de la generaci¨®n del baby-boom pasar¨¢n a ser 70 millones a finales de esta d¨¦cada. Las Administraci¨®n Bush asegura que el Medicare no podr¨¢ soportar el ritmo actual de envejecimiento de la poblaci¨®n y augura el colapso del sistema en 2026 si no se adoptan medidas para garantizar su viabilidad. La oposici¨®n dem¨®crata afirma, por el contrario, que los cambios que se quieren introducir no resuelven los problemas reales d el sistema sanitario y advierte que los efectos de la reforma ser¨¢n "desastrosos" para las generaciones venideras.
La oposici¨®n acusa al presidente Bush de "venderse" a los intereses de la industria farmac¨¦utica, a las aseguradoras privadas y a las gestoras de los hospitales con fines puramente electorales, para atraer fondos hacia su campa?a. "No se equivoquen. Este es el primer paso hacia la privatizaci¨®n del sistema", afirmaba el senador dem¨®crata Edward Kennedy, el l¨ªder entre los opositores. Para el senador por el Estado de Massachussets se trata simple y llanamente de "un proyecto
derechista para privatizar el Medicare". "La reforma costar¨¢ mucho y beneficiar¨¢ a unos pocos", remach¨®. Los senadores dem¨®cratas se?alan que esta reforma da la espalda a los mayores "para que las compa?¨ªas farmac¨¦uticas y las aseguradoras incrementen sus beneficios".
Los analistas m¨¢s cr¨ªticos con el cambio comparten las cr¨ªticas del senador Kennedy y afirman que con el nuevo sistema de seguro m¨¦dico, los beneficios de las compa?¨ªas farmac¨¦uticas se incrementar¨¢n un 38%. "Y si verdaderamente se quiere privatizar el sistema ?por qu¨¦ las aseguradoras privadas deber¨ªan recibir fondos para entrar en el mundo del Medicare?", se preguntan. De hecho, el proyecto de Ley aprobado por el Congreso y el Senado incluye un fondo de "estabilizaci¨®n" y de reducciones fiscales por valor de 125.000 millones de d¨®lares para ayudar a las aseguradoras privadas a operar en el mundo del Medicare.
"Esto ni es capitalismo ni competencia. Es simplemente salud corporativa", se?ala el senador Kennedy, "y luego le tocar¨¢ el turno al sistema de jubilaci¨®n general". Jeanne Lambrew, profesora en la Universidad George Washington, asegura que se est¨¢ creando un canal de financiaci¨®n p¨²blica a favor de los planes privados. "?C¨®mo se puede llamar a estos libertad de elecci¨®n o competencia cuando los planes privados disponen de esta ventaja financiera?", se pregunta. El temor es que con el nuevo sistema se queden en la estacada unos dos millones de ancianos que, por sus bajos ingresos, no podr¨¢n acceder al r¨¦gimen. Se calcula que el coste de afiliaci¨®n a los planes de salud de las aseguradoras privadas rondar¨¢ los 250 d¨®lares anuales, m¨¢s una primera mensual de 35 d¨®lares.
Cobertura de medicamentos
A cambio, los pacientes dispondr¨¢n de una cobertura del 75% del gasto en medicamentos, siempre que no se gasten m¨¢s de 2.500 d¨®lares anuales. Si se rebasa esa cifra, el paciente no tendr¨¢ derecho a descuento y deber¨¢ coste¨¢rselos de su propio bolsillo a no ser que su cuenta de medicamentos supere los 3.600 d¨®lares anuales. Entonces, podr¨¢n cubrir el 95% del gasto. Los jubilados con bajos ingresos recibir¨¢n una ayuda de 600 d¨®lares anuales. El presidente del Comit¨¦ de Finanzas del Senado, el republicano Charles Grassley, asegura que as¨ª se est¨¢ "salvando" el r¨¦gimen de asistencia m¨¦dica. Pero el senador dem¨®crata Tom Harbin le responde que la confusi¨®n entre lo que permite la nueva Ley y lo que no "es total".
El proyecto de ley, de hecho, consta de 1.200 p¨¢ginas de dif¨ªcil lectura y compresi¨®n para los que no son expertos ni conocedores de los entresijos del sistema de seguro p¨²blico en EE UU. La senadora Dianne Feinstein, una de las disidentes entre las filas dem¨®cratas, reconoci¨® que el nuevo r¨¦gimen que se quiere introducir "no es perfecto", pero vot¨® a favor de la reforma "porque ayudar¨¢ a mejorar las cosas en mi Estado" . Tambi¨¦n hubo senadores republicanos, como John McCain, que criticaron con dureza las subvenciones de las que se beneficiar¨¢ el sector privado.
La respuesta que se da a estas cr¨ªticas es que el nuevo Medicare ofrecer¨¢ una mayor cobertura de los medicamentos recetados, una mayor atenci¨®n m¨¦dica, se incrementar¨¢ la atenci¨®n sanitaria en las zonas rurales, se potencia la prevenci¨®n y permitir¨¢ abrir cuentas de ahorro para gastos de salud. Adem¨¢s, la Administraci¨®n Bush asegura que se preserva el Medicare tradicional. "Es el paso m¨¢s grande que se est¨¢ dando para hacer del Medicare un sistema moderno", afirma el secretario de Salud, Tommy Thompson.
Los analistas pol¨ªticos del partido dem¨®crata reconocen que es "una gran victoria" a corto plazo para el presidente pero conf¨ªan en que al final se le volver¨¢ en su contra "cuando los beneficiarios del r¨¦gimen se den cuenta de lo que significa realmente el cambio".
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