"No tengo miedo de ir a la c¨¢rcel"
El espa?ol Pablo Soto crea una red de intercambio que utilizan seis millones de usuarios
Pablo Soto tiene en su sal¨®n tres ordenadores y una bater¨ªa, se?ales evidentes de su doble faceta de m¨²sico y programador. Este madrile?o de 24 a?os maneja desde su casa un imperio mundial llamado Manolito P2P Network (M2P2P): unos seis millones de personas usan la red creada por Soto para intercambiar m¨²sica, a trav¨¦s de alguna de sus web (Blubster.com, Piolet.com). Con Manolito, este joven se ha convertido en una de las personalidades de las redes de intercambio de archivos entre usuarios (conocidas como P2P o peer to peer). Soto, que se autodefine como "inquieto y ambicioso", es tambi¨¦n el ¨²nico espa?ol que forma parte de P2P United, un lobby que trata de convencer al Congreso estadounidense, y a la opini¨®n p¨²blica, de la legalidad y utilidad del P2P.
Un art¨ªculo de la revista electr¨®nica 'Slyck' le sit¨²a entre las cinco personas que se han hecho millonarias con los P2P
Soto es el ¨²nico espa?ol en el 'lobby' P2P United: "S¨®lo soy un tipo que ha desarrollado un 'software' y que est¨¢ intentando rentabilizarlo"
La muerte de Napster marca el nacimiento de Blubster. Soto, que entonces viv¨ªa en casa de su madre, con sus siete hermanos, fue uno de los primeros 300 usuarios de los 70 millones que lleg¨® a tener Napster. As¨ª que, cuando cerraron la web, decidi¨® montar la suya. Al principio s¨®lo se trataba de un juego: llam¨® a su sistema de intercambio MP3bytheface ("mp3 por la cara"). Cuando el proyecto comenz¨® a crecer, adopt¨® el nombre de Blubster. Un art¨ªculo de la revista Slyck, la m¨¢s reconocida del mundo P2P, coloca a Soto entre las cinco personas que se han hecho millonarias con el P2P.
El joven trata de explicar que lo que hace no es ilegal. La red de Manolito funciona sin un servidor central, es decir, los usuarios intercambian m¨²sica gracias a un programa desarrollado por ¨¦l, pero no a trav¨¦s de ¨¦l. ?ste es el motivo por el que la asociaci¨®n de discogr¨¢ficas estadounidense (RIAA) est¨¢ demandando a los usuarios. La RIAA considera que la actividad de las redes P2P es, cuando menos, inmoral, ya que facilitan la comisi¨®n de un delito de violaci¨®n del copyright.
"Yo soy s¨®lo un tipo que ha desarrollado un software y que est¨¢ intentando rentabilizarlo", explica Soto. "No tengo miedo de que me metan en la c¨¢rcel. El problema es otro
". Seg¨²n ¨¦l, el enfrentamiento entre las discogr¨¢ficas y las empresas de P2P no beneficia a nadie: las primeras pierden dinero, mientras las segundas deben gastarlo en abogados. Adem¨¢s, los usuarios tienen miedo de bajarse m¨²sica y el capital riesgo teme invertir. "Un ¨¢rea de negocio f¨¦rtil se est¨¢ desperdiciando", dice Soto, que calcula que la industria mueve 250 millones de d¨®lares.
El joven acaba de contratar a Wayne Rosso, presidente de su rival Grokster, para que gestione sus empresas mientras ¨¦l se dedica a programar. Sale de su sal¨®n para dar alg¨²n curso, o para viajar a Washington y reunirse con sus compa?eros de P2P United.
El objetivo del lobby es contrarrestar el poder del propio lobby de la RIAA, y acabar con las demandas a consumidores. "Queremos", explica, "que cambien las leyes que permiten a las entidades que gestionan los derechos acosarnos, a nosotros y a nuestros usuarios". Soto reconoce que la t¨¢ctica de la RIAA ha dado resultado, porque "ha conseguido meter miedo", pero cree que la historia le dar¨¢ la raz¨®n, como a la radio o al VHS. Piensa, en cambio, que no ser¨¢ benevolente con las discogr¨¢ficas por demandar a sus consumidores. "La historia no lo entender¨¢", dice.
Contra la descarga gratuita
La estrategia inicial era conseguir que los jueces cerraran los sitios de intercambio gratuito de m¨²sica. Pero el triunfo en los tribunales de Grokster y Morpheus provoc¨® que la RIAA girara la mirada hacia los consumidores.
Al menos 500 personas han sido denunciadas en Estados Unidos por intercambiar m¨²sica sujeta a derechos de autor por Internet, entre ellas una ni?a de 12 a?os, a la que la RIAA reclama 2.000 d¨®lares. Un abogado espa?ol asegur¨® durante un tiempo que iba a presentar una demanda contra miles de espa?oles, pero no lo hizo. En todo caso, las amenazas parecen dar resultado, ya que el ritmo de descargas en los sitios P2P est¨¢ disminuyendo.
El problema es complejo, y no s¨®lo afecta a los usuarios. Los jueces consiguen los datos de los internautas reclam¨¢ndolos a proveedores de acceso y a universidades. Nadie conoce el efecto final de estas estrategias. Richard Shell, profesor de Derecho en Wharton, asegura en un art¨ªculo: "Los tribunales pueden retrasar las innovaciones tecnol¨®gicas, pero no pueden detenerlas".
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![Patricia Fern¨¢ndez de Lis](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F6af1d07c-f88d-4857-9a67-c22b401bb778.png?auth=f9a026c82149acd87e8e1736692a8ea6e82dcdfcfa1f08e3ea7cf7fb65f67f37&width=100&height=100&smart=true)