Un abuelo de verdad
El pr¨®ximo nacimiento de su primer nieto y una lesi¨®n de rodilla convencen a Donato para dejar el f¨²tbol
Dentro de poco, llamarle abuelo dejar¨¢ de ser un mote cari?oso y metaf¨®rico. De ahora en adelante, Donato Gama da Silva, el veterano jugador brasile?o que un d¨ªa recal¨® en Espa?a y aqu¨ª se qued¨®, se nacionaliz¨® e incluso visti¨® la camiseta de la selecci¨®n en la ¨¦poca de Javier Clemente, ya no representar¨¢ el papel del abuelo figurado del f¨²tbol espa?ol, sino el de un abuelo de verdad. La mayor de sus dos hijas espera un ni?o, al que llamar¨¢ Alan.
Donato, que la v¨ªspera de Nochevieja cumplir¨¢ 41 a?os, tiene adem¨¢s una rodilla maltrecha. "No quer¨ªa arrastrarme", ha dicho para justificar su retirada definitiva, botas colgadas. Tras 22 temporadas como profesional, 15 de ellas en Espa?a, ha rubricado su jubilaci¨®n.
Feliz por una carrera ejemplar, aunque con un punto de amargura final. Hace ya tiempo que el adi¨®s planeaba sobre ¨¦l. Varias veces estuvo al borde, o le empujaron, y se escurri¨® como tantas otras hizo en los campos con el bal¨®n y los rivales. Cuando se le daba por acabado, resucitaba como el ave f¨¦nix de las cenizas de su calidad.
Pero en la ocasi¨®n final, la que parece no tener retorno, le ha costado trabajo decidirse. Su rechazo a enfrentarse a ese duro trance que sobreviene al deportista, ese momento en que uno ha de aceptar que ya es viejo para su oficio, aunque todav¨ªa resulte joven para todo lo dem¨¢s, lleg¨® a enturbiar sus ¨²ltimos d¨ªas futbol¨ªsticos. Se fue sin partido homenaje y con el bald¨®n de una multa que le impuso el Deportivo despu¨¦s de que no compareciese en un viaje a Mallorca al intuir que el entrenador, Javier Irureta, iba a dejarle en el banquillo. Ya hab¨ªa cumplido los 40 a?os, pero todav¨ªa se sent¨ªa en condiciones de jugar.
Sin que el p¨²blico le retirase su cari?o, aunque con mucha menos liturgia de lo que habr¨ªa merecido su formidable trayectoria, Donato puso fin el pasado junio a diez a?os de relaciones con el Deportivo. Ten¨ªa su vida establecida en A Coru?a, en una casa junto al mar, acompa?ado de su esposa, sus dos hijas y sus padres, y all¨ª hab¨ªa decidido afincarse definitivamente. Pero a¨²n sent¨ªa la necesidad del f¨²tbol.
Le llegaron ofertas de alg¨²n club de Segunda y tampoco le falt¨® la tentaci¨®n de esos destinos ex¨®ticos que brindan el puente de plata a la retirada. No le convencieron, aunque sigui¨® entren¨¢ndose con el Atl¨¦tico Arteixo, un club de Tercera del extrarradio de A Coru?a entrenado por un antiguo compa?ero, Jos¨¦ Ram¨®n Gonz¨¢lez, el hermano mayor de Fran. El Arteixo ya ha reciclado a alg¨²n veterano ex deportivista como Nando y podr¨ªa abrirle un hueco. No hubo lugar.
Finalmente, Donato ha acatado lo que ya le ven¨ªa avisando su fecha de nacimiento. Su rodilla no responde, su hija mayor espera un ni?o y no puede dejar a la familia tirada para arrastrarse por campos de tierra con 200 espectadores en las gradas.
Donato ha empezado a planificar la t¨ªpica jubilaci¨®n del futbolista. Dice que combatir¨¢ el mono del bal¨®n jugando al f¨²tbol playa o en campeonatos de veteranos. Pretende buscarse un oficio como descubridor de j¨®venes promesas o como representante. Y ya sue?a con que su nieto llegue un d¨ªa a ser un gran futbolista.
Historias para contarle no le faltar¨¢n. La de una Liga perdida por un penalti fallado en el ¨²ltimo minuto que deber¨ªa haber lanzado ¨¦l si no le hubiesen relevado un poco antes o la de otra Liga ganada en el ¨²ltimo partido con un gol que, esta vez s¨ª, marc¨® ¨¦l. De sus tard¨ªos comienzos en R¨ªo de Janeiro con el Vasco da Gama, de su sorprendente fichaje por el Atl¨¦tico de Madrid o de las intemperancias de un se?or llamado Jes¨²s Gil. De aquella noche en que se convirti¨® en el primer futbolista negro que jugaba con la selecci¨®n espa?ola. Y de aquellos d¨ªas de oto?o en los que, pr¨®ximo a los 41 a?os, se atrevi¨® al fin a despedirse.
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