El t¨ªo Jes¨²s no lo ver¨ªa
Milagrosamente recuperadas las et¨¦reas estrellonas blancas de esas terribles lesiones que les impidieron sufrir en vivo el tradicional encierro-ba?o-y-masaje pamplon¨¦s, aqu¨ª est¨¢ ya el Atleti para lo que gusten.
?5-0 con hat-trick de Ra¨²l y dos de Beckham-Marie Claire? Bienvenido sea: ¨¦sa no es nuestra guerra. ?Empatito en el ¨²ltimo segundo como el curso pasado? Miel sobre hojuelas. ?1-0 de penalti injusto? Casi mejor: otro agravio para la larga lista de gurucetazos. ?0-1 con golito de Nikolaidis? ?A Neptuno!
O sea que, pase lo que pase hoy, los indios sufriremos tranquilos lo que venga: tenemos los genes afeitados por un siglo de victorias imposibles y derrotas incre¨ªbles en la Castellana y sabemos que para ganar hay que meter tres y parar dos penaltis. Por eso lo mejor de los Madr¨ª-Atleti siempre son los proleg¨®menos: esa cara de canguelo y concentraci¨®n con que nos reciben la parroquia, el equipo y el vecino que nunca saluda en el ascensor. No nos odian como al Bar?a, pero nos temen m¨¢s: saben que en ese campo no nos arrugamos nunca. Ese temor de clase, el recelo al descamisado, es el goce de la visita anual (o casi) a La Cuadra.
Tanto es as¨ª que casi estoy por irme al cine, que es lo que sol¨ªa hacer mi sufriente, difunto y bendito t¨ªo Jes¨²s, personaje de leyenda que se hizo famoso en los a?os 50, cuando salt¨® al c¨¦sped para sacar en hombros a Ben Barek y le trinc¨® la polic¨ªa. Luego, en los 70, se present¨® en mi primera comuni¨®n con un carn¨¦ infantil del Atleti, recordatorio conmovedor y envenenado porque desde ese d¨ªa nos vimos abocados a sufrir y gozar juntos. Empezamos por la etapa Pradito: ¨ªbamos al Calder¨®n por la ma?ana si jugaba el Madrile?¨ªn para ver a aquel genio bajito que tiraba las faltas como Pantic. Luego, seguimos por la depresiva oferta D+D (desplazamiento m¨¢s derrota): fuimos a perder a Gij¨®n en el galdosiano autocar de la pe?a Chamber¨ª; a Ly¨®n, a palmar en la Recopa con la Rub¨¦n Cano...
Los di¨¢logos o¨ªdos en esos autobuses (con sus noches, eternas) dar¨ªan para una novela g¨®tica, pero fue en Donosti donde mi t¨ªo Jes¨²s tuvo el gran rapto de lucidez que ya no le abandonar¨ªa. Al ver por la ventana que empezaba a caer el sirimiri, declar¨®: "Llueve mucho, yo no voy a al campo". Y se fue al hotel. Yo vend¨ª la entrada y ¨¦l ya no volvi¨® al f¨²tbol. Su ausencia es m¨¢s dura en d¨ªas como hoy, que presagian derrota, y a¨²n me parece estar oy¨¦ndole decir: "Es mejor o¨ªrlo por la radio. Se sufre m¨¢s". Pero... ?Y si gana el Atleti?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.