El fondo del debate

Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y Mariano Rajoy escenificaron ayer en el Congreso de los Diputados la bicefalia de su partido, pero la representaci¨®n no fue muy brillante. Los parlamentarios estuvieron mucho m¨¢s atentos a lo que ten¨ªa que decir Aznar que al discurso del pretendiente. El papel de Rajoy era bastante dif¨ªcil: compatibilizar la condici¨®n de simple portavoz de partido, obligado a aplaudir a su jefe, con la de candidato a presidente del Gobierno disertando sobre un grave problema de pol¨ªtica internacional. Al final, sali¨® del embrollo como mejor pudo, pero dando la sensaci¨®n de que se hab¨ªa o¨ªdo m¨¢s bien a un buen portavoz que a un futuro presidente. En cualquier caso, Rajoy dej¨® claro que mantendr¨¢ al 100% la l¨ªnea elegida ¨²ltimamente por Aznar para defender la presencia de Espa?a en Irak. Se trata de enrocarse en la idea de que nuestros soldados est¨¢n all¨ª luchando contra grupos terroristas internacionales.

En el fondo, ¨¦se fue el centro del debate de ayer. Los siete agentes del servicio de inteligencia que murieron el s¨¢bado en Irak, ?fueron v¨ªctimas de un ataque terrorista, como pretende el Gobierno, o de la acci¨®n de un movimiento de resistencia, que, seguidores o no del dictador Sadam Hussein, lucha contra la presencia de una fuerza ocupante en su pa¨ªs?

Aznar arremeti¨® contra quienes discrepan de su decisi¨®n de llamar terrorismo a todo lo que sucede en Irak. Para el presidente del Gobierno es lo mismo lo ocurrido en Nueva York, en Estambul o en Andoain que lo que pasa en Bagdad. Incluso dio la impresi¨®n de que no permitir¨ªa ni la menor vacilaci¨®n al respecto porque la considerar¨ªa una deslealtad: es terrorismo y as¨ª debe reconocerlo todo el mundo.

La oposici¨®n en su conjunto mostr¨® m¨¢s dudas. Para muchos, los agentes espa?oles fueron v¨ªctimas de un acto de guerra, porque el ej¨¦rcito de Sadam no dio por terminado el conflicto con la toma de Bagdad sino que, bien al contrario, se est¨¢ reorganizando, incluso con la reactivaci¨®n de sus propios servicios de inteligencia, responsables del asesinato de los agentes espa?oles.

El l¨ªder de la oposici¨®n, el socialista Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, opt¨® por evitar ese debate, porque lo considera una aut¨¦ntica trampa, digna de los m¨¦todos m¨¢s indeseables del presidente del Gobierno. En todo caso, desliz¨® suavemente que, tal y como est¨¢n las cosas, las tropas extranjeras en Irak, incluidas las espa?olas, dif¨ªcilmente pueden asegurar la vida cotidiana en el pa¨ªs y luchar contra ese terrorismo, si su misi¨®n principal ha pasado a ser la propia defensa. M¨¢s adelante, y tambi¨¦n muy discretamente, pidi¨® una investigaci¨®n profunda sobre lo ocurrido el s¨¢bado. "De los 10 espa?oles muertos en Irak, ocho son miembros de los servicios de inteligencia. Algo muy serio ha pasado con nuestra inteligencia en Irak".

Zapatero intent¨® llevar la discusi¨®n parlamentaria por otros derroteros: le record¨® a Aznar su desgraciada frase sobre quienes esperaban la llegada de f¨¦retros espa?oles para defender su pol¨ªtica de oposici¨®n y le reclam¨® que practique una pol¨ªtica en la que quepa el honor.

El dirigente socialista hizo un discurso con pocas concesiones a la galer¨ªa y con un objetivo tenaz: conseguir que Aznar recomponga una pol¨ªtica exterior consensuada. Usted ha cometido muchos errores, vino a decir, pero hay que recuperar la unidad de los espa?oles en torno a una pol¨ªtica exterior y los socialistas estamos dispuestos a ofrecer "generosidad y di¨¢logo". Una oferta a la que Aznar no contest¨® ni s¨ª ni no. Rajoy no se dio por aludido.