Genocidio y libertad
El tribunal de Naciones Unidas que juzga el genocidio de Ruanda de 1994 acaba de dictar una sentencia hist¨®rica, por la que condena a cadena perpetua a dos m¨¢ximos responsables de medios informativos y a 35 a?os de prisi¨®n a un tercero. Los jueces han considerado que los acusados, a trav¨¦s de una emisora radiof¨®nica y un peri¨®dico extremista de aparici¨®n quincenal, incitaron al asesinato masivo de miembros de la minor¨ªa tutsi por parte de los dominantes hutus. En el peque?o y encerrado pa¨ªs africano, m¨¢s de medio mill¨®n de personas fueron exterminadas en tres meses mientras los poderes internacionales, ONU incluida, miraban hacia otro lado, en lo que constituye el genocidio m¨¢s vertiginoso conocido.
Desde los procesos de N¨²remberg contra la c¨²pula dirigente de la Alemania nazi no se hab¨ªa dado un caso de periodistas en el banquillo ante una corte internacional de cr¨ªmenes de guerra. El tribunal de Naciones Unidas que opera desde Arusha, Tanzania, ha impuesto la m¨¢xima pena prevista atendiendo a la responsabilidad que acarrea el gran poder de los medios de comunicaci¨®n para "crear y destruir valores humanos". El intento de la defensa para hacer prevalecer la libertad de informaci¨®n ha sido desmontado por los magistrados argumentando que los condenados causaron la muerte de miles de personas "sin empu?ar un machete o un arma de fuego". Durante la carnicer¨ªa de tutsis en Ruanda, la emisora RTLM, apodada radio machete, fomentaba la histeria colectiva dando regularmente los nombres, matr¨ªculas de veh¨ªculos y lugares probables de escondite de aquellos que deb¨ªan ser exterminados e incitaba ocasionalmente a "llenar m¨¢s las tumbas". Todo ello en un pa¨ªs donde la inmensa mayor¨ªa de la poblaci¨®n se relaciona con el mundo exterior a trav¨¦s de la radio.
La sentencia del tribunal ad hoc no s¨®lo deslinda de manera firme la frontera legal entre libertad de expresi¨®n e instigaci¨®n al asesinato masivo. Tambi¨¦n sienta un precedente indiscutible en una vasta regi¨®n del planeta donde todav¨ªa la incitaci¨®n al odio ¨¦tnico es una pr¨¢ctica habitual en muchos medios informativos, y la impunidad de los poderosos sigue siendo m¨¢s la regla que la excepci¨®n. Lo que, lamentablemente, es ajeno al fallo de un tribunal muchas veces criticado por su lentitud y despilfarro -que la ONU estableci¨® poco despu¨¦s del genocidio para acallar su mala conciencia- es el papel de la comunidad internacional en aquellos hechos de gravedad hist¨®rica. Quiz¨¢ algo tan sencillo como interferir la emisora infame habr¨ªa bastado entonces para alterar el curso de los acontecimientos.
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