La marioneta vive en Rumania
Titirijai recorre en una muestra la historia de la tradici¨®n titiritera rumana de la mano de 18 escen¨®grafos
En Rumania, las marionetas no son s¨®lo para ni?os, ni crean universos m¨¢gicos para un p¨²blico minoritario. Este arte est¨¢ tan arraigado en el pa¨ªs centroeuropeo que asistir a uno de sus espect¨¢culos no es tan com¨²n como ir al cine, pero casi. Tiene tal tradici¨®n, apunta la escen¨®grafa Daniela Dragulescu, "que el Estado nunca no lo dejar¨¢ morir. Siempre dar¨¢ dinero, aunque no sea mucho". Lo dice mientras recorre Ventana a Rumania, una exposici¨®n que reconstruye en el Palacio Aranburu de Tolosa la historia titiritera de ese pa¨ªs a trav¨¦s del trabajo de 18 de sus escen¨®grafos contempor¨¢neos m¨¢s reconocidos.
La menci¨®n escrita m¨¢s antigua del teatro de marionetas rumano data de 1715 y habla de Vasilache, un personaje nacido de la s¨ªntesis de distintas tradiciones teatrales que escenificaba junto a su mujer Marioara obras sat¨ªricas sobre los problemas pol¨ªticos y sociales del momento en los grandes eventos del siglo XVIII.
La exposici¨®n, organizada con motivo del Titirijai 2003 de Tolosa, arranca precisamente ah¨ª, en Vasilache y Marioara, para mostrar despu¨¦s la evoluci¨®n t¨¦cnica y tem¨¢tica que ha experimentado este arte en Rumania, uno de los siete pa¨ªses fundadores de la Uni¨®n Internacional de la Marioneta (Unima), que tiene 26 teatros especializados repartidos por distintas regiones.
Hay mu?ecos gigantes y peque?os, de madera; t¨ªteres que viven gracias a hilos o a varas de metal; escenograf¨ªas realizadas para espect¨¢culos de la capital y para las provincias... La gu¨ªa explica las diferencias a un grupo de escolares: "La mayor¨ªa de las marionetas de Bucarest est¨¢n hechas en madera, porque ah¨ª se representan las obras m¨¢s importantes y el Estado les da subvenciones. Para el resto, generalmente, se utilizan esponjas, trapos,... materiales m¨¢s baratos". Las hay de nacionalidad rumana, como Iv¨¢n el del Saco, un hombre que abandon¨® el ej¨¦rcito y que Rumania ha convertido en s¨ªmbolo de la libertad, pero tambi¨¦n otras que pertenecen a la memoria colectiva universal.
En el Palacio Aranburu se podr¨ªa reconstruir Cenicienta, gracias al trabajo de Carmen Rasovsky, o un pasaje de El p¨¢jaro azul, de la mano de la escen¨®grafa Cristina Pepino, premiada en los m¨¢s importantes festivales del g¨¦nero.
"Se tiende a pensar que las marionetas son para ni?os, pero buena parte de nuestras obras est¨¢n dirigidas a los adultos", afirma Dragulescu.
Queda claro en esta muestra. Dos ejemplos: El Quijote y El sue?o de una noche de verano cobran vida en Tolosa.
El arte titiritero rumano est¨¢ vivo. Al menos, as¨ª lo cree la escen¨®grafa: "Ha estado en constante evoluci¨®n y si hablamos concretamente de su puesta en escena, desde la marioneta pura, hasta la combinaci¨®n de t¨ªtere y actor o, incluso, el hombre dentro del mu?eco". Quiz¨¢ porque ha tenido que adaptarse a un p¨²blico exigente. "En Rumania, como en Bulgaria o en Rusia, existe el h¨¢bito de ir al teatro a ver marionetas", apunta. "La avalancha de ofertas culturales no ha hecho mella en esta tradici¨®n", que tambi¨¦n se aproxima t¨ªmidamente a las nuevas tecnolog¨ªas.
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