El entrenador resucitado
Wanderley Luxemburgo, defenestrado tras el fracaso de Brasil en Sidney 2000 y sus problemas fiscales, hace campe¨®n al Cruzeiro por primera vez
La vida dej¨® de sonre¨ªr a Wanderley Luxemburgo (R¨ªo de Janeiro, 1957) hace tres a?os. El entonces seleccionador de Brasil ve¨ªa c¨®mo su equipo fracasaba en los Juegos Ol¨ªmpicos de Sidney 2000 mientras una investigaci¨®n judicial por supuesta evasi¨®n de impuestos, se cern¨ªa sobre ¨¦l. Fue destituido de su cargo y el peso de la ley tambi¨¦n cay¨® sobre ¨¦l. Los medios de comunicaci¨®n de su pa¨ªs, la opini¨®n p¨²blica y sus malos pasos estuvieron a punto de acabar con su carrera. Esa misma prensa le aclama hoy tras conquistar con el Cruzeiro su cuarto t¨ªtulo de campe¨®n nacional -ning¨²n otro t¨¦cnico ha logrado tantos-, el primero en la historia del conjunto de Belo Horizonte, en el que actuaron en su d¨ªa Tost?o o Ronaldo. La torcida parece haberle perdonado a trav¨¦s de las encuestas, que le eligen como el entrenador del a?o tras haber ganado igualmente la Copa y el Campeonato de Minas Gerais.
"Me atropell¨® un tractor. Fui tratado como un traficante de drogas o un asesino. Pero ya pas¨®"
El proceso de ascensi¨®n, ca¨ªda a los infiernos y resurrecci¨®n de Luxemburgo se inici¨® a finales de los a?os 80, cuando colg¨® las botas y dej¨® de ser un mediocre lateral. Metido en negocios de chatarra y venta de autom¨®viles, pero tambi¨¦n diplomado en administraci¨®n de empresas y educaci¨®n f¨ªsica, se pas¨® al banquillo. Su salto a la fama en ¨¦l se produjo en 1990, cuando gan¨® el torneo paulista con el Bragantino, un modesto cuadro en el que destacaban j¨®venes promesas como Mauro Silva, Zinho, Edmundo o Mazinho. No tard¨® en llegar al Palmeiras, con el que gan¨® dos campeonatos brasile?os y uno paulista, primero con Roberto Carlos y despu¨¦s con Rivaldo, Djalminha, M¨¹ller, Flavio Concei?ao o Caf¨². La mayor¨ªa de ellos emigraron a Europa y tambi¨¦n Luxemburgo cambi¨® de aires para ganar otra Liga con el Corinthians en 1998 y ser nombrado seleccionador nacional.
?Qui¨¦n mejor que un entrenador moderno, elegante, de discurso fluido y mucho car¨¢cter para sustituir al veterano Mario Zagallo tras la Copa del Mundo de Francia 98? Se anot¨® con Brasil la Copa Am¨¦rica de 1999, pero le esperaba su annus horribilis: 2000. El Brasil ol¨ªmpico se estrell¨® en Sidney al tiempo que Renata Alves, su ex secretaria, que adem¨¢s se declar¨® ex amante suya, comenz¨® a verter graves acusaciones contra su antiguo jefe: desde impago de impuestos y blanqueo de dinero negro a cobro de comisiones por convocar a ciertos jugadores para la selecci¨®n o mediar en traspasos.
En plena caza de brujas por parte del Senado, que intentaba lavar los trapos sucios del f¨²tbol brasile?o, marcado por un mercantilismo salvaje, Luxemburgo acab¨® condenado a pagar multas millonarias por evasi¨®n fiscal y todav¨ªa hoy su calvario judicial contin¨²a su lento curso entre apelaciones, recursos y vistas en los tribunales.
Tras su satanizaci¨®n, peregrin¨® por varios clubes. Hace 15 meses, trataba de rehabilitarse en el Palmeiras y, de pronto, lo dej¨® plantado para aceptar una sustanciosa oferta del Cruzeiro. Ahora, con el juego atrevido pero equilibrado que suelen practicar sus conjuntos, parece haber vuelto a nacer. El Cruzeiro ha triunfado sin grandes figuras; con jugadores como el media punta Alex, cedido por el Parma, el ex valencianista colombiano Aristizabal o el volante chileno Maldonado, novio de Vanussa, una de sus tres hijas.
Con una bien ganada fama de vanidoso, pero con notables virtudes en el terreno de la motivaci¨®n de sus jugadores e identificado con un f¨²tbol muy del gusto brasile?o, Luxemburgo declara ahora no tomarse su momento dulce como una venganza contra sus cr¨ªticos: "Me atropell¨® un tractor durante meses. Fui tratado como un traficante de drogas o un asesino. Pero ya pas¨®. El triunfo no es m¨ªo, sino de todos los estamentos del club".
Tiene un a?o m¨¢s de contrato con el Cruzeiro, una entidad con buenas estructuras, pero no quiere envejecer como entrenador e insin¨²a que le encantar¨ªa comprar o fundar un club. De momento, ha conseguido que la prensa deje de hacer chanzas sobre sus car¨ªsimos trajes y que se vuelva a hablar de ¨¦l por el ¨¦xito de sus equipos.
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