El cambio ha llegado
Esquerra ha dejado de lado la equidistancia y ha ense?ado sus cartas, es decir, ha mostrado cu¨¢l es su estrategia: quiere ser un partido de izquierdas en un marco nacional. Ello implica que su preferente afinidad no es con un partido nacionalista conservador como CiU, sino con los partidos de izquierdas, con el PSC e ICV. De ah¨ª su opci¨®n, clarificada definitivamente en los ¨²ltimos tres d¨ªas. Estamos, por tanto, ante una nueva ERC.
En el ¨²ltimo a?o ya se hab¨ªan dado algunas pistas de ese cambio. Me hice eco de ellas en un art¨ªculo que publiqu¨¦ en estas p¨¢ginas el pasado 8 de mayo con el t¨ªtulo ?Cambios en Esquerra Republicana? Obs¨¦rvese que utilizaba interrogantes. Sinceramente, no me fiaba de que estos cambios fueran ciertos o, mejor dicho, de que tuvieran tantas consecuencias en su estrategia pol¨ªtica. Sab¨ªa de ellos por consejeros intelectuales muy cercanos a Carod Rovira, pero ten¨ªa dudas de que fueran asumidos tan r¨¢pidamente por el conjunto del partido.
A finales de abril y primeros de mayo pasados, una conferencia y varios art¨ªculos de Carod ya indicaban que ERC estaba pasando de un nacionalismo identitario a uno c¨ªvico, y en esas mismas fechas, el dejar aislada a CiU en la tramitaci¨®n de la nueva ley comarcal de Catalu?a era un serio indicio de que los cambios en la teor¨ªa tendr¨ªan consecuencias en la pr¨¢ctica.
El paso de un nacionalismo identitario a uno c¨ªvico se pon¨ªa de relieve en un art¨ªculo de Carod publicado en El Peri¨®dico (4-5-2003) en el que, entre otras cuestiones, afirmaba acerca del futuro de Catalu?a como comunidad nacional: "No puede basarse, prioritariamente, ni en el idioma, ni en el pasado que nos es diferente por su origen, sino en lo que hoy compartimos todos: un espacio de igualdad de oportunidades, de libertad, de calidad de vida". Y a?ad¨ªa: "No planteamos una cuesti¨®n de identidades, que son diversas, sino de identificaci¨®n". La identificaci¨®n es cosa de naturaleza muy distinta a la identidad. A las pocas semanas, el dirigente socialista Josep Maria Sala coincid¨ªa con Carod en otro interesante art¨ªculo publicado en el mismo diario, quiz¨¢ de forma premonitoria del actual pacto.
Este cambio no ha sido s¨®lo te¨®rico: ha tenido consecuencias en la estrategia pol¨ªtica. En efecto, al basarse en un nacionalismo de otra naturaleza, para ERC no tiene sentido seguir siendo el ala izquierda de CiU, aliados ambos frente a los partidos llamados sucursalistas, sino que lo que pretende es ocupar el lugar que cree que le corresponde en las izquierdas catalanas. Es decir, si hasta ahora era un partido nacionalista identitario, como CiU, y s¨®lo secundariamente un partido de izquierdas, ahora ha querido dejar claro que pasa a ser un partido de izquierdas y de un nacionalismo distinto al de CiU. En esta nueva posici¨®n -que algunos no nos hemos cre¨ªdo hasta que se ha materializado con los hechos en la pr¨¢ctica- lo ¨²nico coherente, ya que los resultados electorales lo permit¨ªan, era entrar a formar parte de un pacto de izquierdas.
Es muy probable que las dudas poselectorales de Carod hayan venido del miedo a que en estas nuevas posiciones el partido no le respaldara. Supongo que tras las consultas pertinentes las dudas se han disipado, aunque es normal que todav¨ªa muchos militantes, y muchos m¨¢s electores, no participen de las nuevas posiciones y crean que su aliado natural sigue siendo CiU, como lo ha sido desde 1980. No ser¨¢ f¨¢cil convencer a muchos de ellos y, probablemente, bastantes votos prestados a ERC en las ¨²ltimas elecciones volver¨¢n a CiU en las pr¨®ximas generales. Pero en ERC esperan que, por un lado, el estar en el Gobierno de la Generalitat impedir¨¢ fugas hacia CiU y, por otro, estos nuevos planteamientos atraer¨¢n a nuevos votantes de izquierdas que hasta ahora cre¨ªan estar muy alejados de Esquerra.
A la vista de todo ello, est¨¢ claro que el partido de Carod est¨¢ efectuando una doble OPA, en parte hostil y en parte amistosa. Sin duda hostil a CiU. Pero tambi¨¦n, y no s¨¦ si se han dado cuenta todav¨ªa, una OPA amistosa al PSC y a ICV. Esquerra quiere ocupar un lugar que hasta ahora no ten¨ªa entre el cl¨¢sico electorado de izquierdas, especialmente entre el electorado joven y urbano, y quiere captar votos entre aquellos que se consideran miembros de las clases trabajadoras, de origen catal¨¢n o for¨¢neo, de lengua materna catalana o no, con sentimientos de pertenencia catalanes o espa?oles o de otras comunidades aut¨®nomas, o inmigrantes extranjeros. Quiere ser, utilizando su propio lenguaje, el gran partido de la izquierda nacional.
Con su nueva estrategia, ERC no quiere limitarse a cambiar el Gobierno de la Generalitat -cosa que ya ha conseguido-, sino tambi¨¦n el mismo sistema pol¨ªtico, el sistema de partidos catal¨¢n, que debe tener dos polos de referencia en el eje izquierda-derecha: CiU -o lo que quede de ella- y ERC. En el entorno de cada uno de ambos polos deben situarse los partidos sucursalistas.
Tras su decepcionante resultado electoral, la direcci¨®n del PSC, con la nueva mayor¨ªa parlamentaria, se ha salvado de la quema. Pero se equivocar¨¢ si no efect¨²a cambios profundos en su estrategia pol¨ªtica y se adapta a la nueva situaci¨®n. Lo que ha fracasado es su deseo de convertirse en el eje de la llamada sociovergencia, es decir, de crecer a costa del voto que pierde CiU por su desgaste de gobierno. En las elecciones pasadas, esta estrategia no le dio ni un solo voto de m¨¢s y propici¨® que perdiera por la izquierda lo que ICV le hab¨ªa prestado en 1999. Por tanto, debe crecer a costa de su abstenci¨®n en las auton¨®micas y disput¨¢ndole el voto a ERC en un terreno que le deber¨ªa ser propicio. Saber encontrar este nuevo terreno es su gran reto de futuro, un futuro que se le aparece como incierto a pesar de que su l¨ªder sea el pr¨®ximo presidente de la Generalitat.
El cambio ha llegado, no hay duda. Cuando menos, un cierto cambio respecto a los ¨²ltimos 23 a?os. Una nueva clase pol¨ªtica se apresta a ejercer el poder en la Generalitat. La gran perdedora es, obviamente, CiU, que de momento entra en una etapa provisional hasta las pr¨®ximas elecciones generales. Tras ellas podr¨¢ hacerse un diagn¨®stico m¨¢s fundado sobre su incierto porvenir.
Francesc de Carreras es catedr¨¢tico de Derecho Constitucional de la UAB.
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