Fe, esperanza y caridad
Vivimos d¨ªas de desasosiego, pero tambi¨¦n de muchas expectativas largamente postergadas. Y se me ocurre que para serenar los ¨¢nimos sin renunciar a las ilusiones podr¨ªa ser conveniente relacionar, desde la laicidad, la situaci¨®n pol¨ªtica con algo tan asentado en nuestro imaginario colectivo como las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. Fe en que el futuro de Catalu?a puede encauzarse desde nuevas bases. La mayor¨ªa de los catalanes depositaron su fe en el liderazgo carism¨¢tico y profundo de Jordi Pujol, y esa fe se deterior¨® a medida que su fuerza transformadora y de autoafirmaci¨®n iba quedando atrapada por la densa trama de intereses que fue teji¨¦ndose a su alrededor. Podemos ahora, tras m¨¢s de veinte a?os de amplia confianza a la coalici¨®n convergente, emprender una nueva ruta desde otras bases, no por ellas menos enraizadas en nuestra identidad ni menos henchidas de voluntad transformadora. Pujol es irrepetible. Pero su fe en el futuro de Catalu?a como pueblo y como proyecto no puede ni debe quedar atrapada en su figura ni en un partido hecho a su imagen y semejanza. Tenemos toda la legitimidad y todo el derecho a probar como pueblo otros derroteros, superando la identificaci¨®n de la Generalitat con CiU. Y no me parece razonable apuntarse ahora a la canci¨®n agorera de los males que nos acechan si osamos apartarnos del recto camino (siguiendo, curiosamente, la estela trazada por Rajoy, Zaplana y otros amigos de Catalu?a). Los que ahora apuntan a la "inestabilidad", a la "ilegitimidad", a la "traici¨®n", demuestran de hecho su miedo, su debilidad, su poca fe en el pa¨ªs, en su capacidad de avanzar.
Espezanza en que muchas de las decisiones de los ¨²ltimos a?os sean modificadas y tomemos nuevos rumbos. Rumbos m¨¢s acordes con las necesidades sociales, econ¨®micas y pol¨ªticas que nos exigen los dif¨ªciles tiempos que atravesamos. No podemos seguir equivoc¨¢ndonos en la manera de entender la pol¨ªtica educativa del pa¨ªs, ensanchando las desigualdades y sembrando dudas sobre la riqueza de la diversidad. Hemos de recoger la fuerza que surge de los territorios, de su defensa enconada de la identidad y de los valores de la comunidad que se esconde tras muchos de los conflictos ambientales que atraviesan el pa¨ªs. No podemos defraudar las esperanzas de cambio que se expresaron en las elecciones municipales de mayo y en las m¨¢s recientes del pasado 16 de noviembre. Ansiamos nuevas formas de entender el ejercicio del poder. M¨¢s transparente, con m¨¢s capacidad de implicar a la gente, menos prepotente en sus formas y en sus contenidos. No hab¨ªa esperanza alguna en los que defend¨ªan la continuidad. Lo que hab¨ªa era miedo.
Caridad como sin¨®nimo de altruismo, de desprendimiento, de generosidad para afrontar con todos los aliados posibles los problemas de la gente. Caridad para con todos aquellos que se sienten desamparados ante un poder que ha mirado siempre preferentemente a los poderosos y a sus intereses. Necesitamos m¨¢s que nunca pol¨ªticos con deseos de servir a la gente, de tratar de resolver con ella sus problemas. No necesitamos pol¨ªticos ilustrados y todopoderosos. Necesitamos pol¨ªticas con la gente. Y caridad y generosidad tambi¨¦n con los que quedan ahora apartados del poder, pero cuyo esfuerzo ser¨¢ tambi¨¦n necesario para afrontar cuestiones como la renovaci¨®n del estatuto, la defensa de la lengua o la mejora sustancial de nuestra financiaci¨®n.
?Es todo ello posible con el Gobierno tripartito, catalanista y de progreso que se apunta en el horizonte? Nadie puede asegurar que todo ello se cumplir¨¢. Pero s¨ª estoy seguro de que todo ello era mucho m¨¢s dif¨ªcil con cualquier otra f¨®rmula. Los catalanes tenemos todo el derecho del mundo a probar nuevas formas de gobernar, nuevas maneras de entender la pol¨ªtica, y algo de ello han prometido, con todos los matices que se quiera, los que ahora acceden al Gobierno de la Generalitat. Es un Gobierno complicado y dif¨ªcil para tiempos complicados y dif¨ªciles. Todo era aparentemente m¨¢s sencillo con CiU en el poder. Demasiado sencillo. Demasiado previsible. Ahora tendremos tres fuerzas pol¨ªticas gobernando con muchas sensibilidades distintas. Y ser¨¢ necesario aprender a compartir, a plantear con humildad y decisi¨®n las tareas pendientes; lograr implicar a la gente en una nueva visi¨®n de la Catalu?a del siglo XXI, entroncada con Europa y con todos aquellos que en el mundo quieren m¨¢s justicia. ?Tendremos las personas adecuadas para ello en el Gobierno? Tenemos cuatro a?os por delante para comprobarlo, pero tenemos tambi¨¦n un d¨ªa a d¨ªa que debe ser exigente y comprometido con las esperanzas que concita el nuevo Gobierno en la parte mayoritaria de la sociedad catalana que ha apostado por ello y con todos aquellos que observan con desconfianza lo que est¨¢ a punto de suceder.
Tenemos la oportunidad de reconstruir una forma de entender el espacio p¨²blico no como objeto de administraci¨®n ¨²nicamente por parte de los gobernantes (sean ¨¦stos del color que sean), sino como espacio de responsabilidad colectiva. Y para ello una nueva actitud, una nueva manera de relacionar ciudadan¨ªa y pol¨ªtica, es necesaria. En pol¨ªtica se puede, como en tantas otras cosas, distinguir anal¨ªticamente entre estilo y contenido, entre forma y fondo. Pero, quiz¨¢ m¨¢s en pol¨ªtica que en otros campos, acaba siendo cierto que el estilo es tambi¨¦n contenido. No se trata s¨®lo de gestionar bien. Se trata de ofrecer un proyecto pol¨ªtico que renueve la credibilidad institucional, que ofrezca visi¨®n y no s¨®lo gesti¨®n, y que lo haga desde la proximidad y desde la b¨²squeda de complicidad, y no desde la autoatribuci¨®n de la responsabilidad de decidir qu¨¦ conviene y qu¨¦ no conviene al pa¨ªs, qu¨¦ toca y qu¨¦ no toca en cada momento. Manteng¨¢monos vigilantes para que no se diluyan tantas expectativas ante las primeras dificultades y aceptemos el reto de lo que se avecina con las tradicionales virtudes de la fe, la esperanza y la caridad.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
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