La levadura y la hogaza
Al fondo de la escena del teatro Pradillo, en una pantalla, amanece sobre Estremera, pueblo en el conf¨ªn suroriental de Madrid, donde el Tajo separa La Alcarria de La Mancha. Un siglo atr¨¢s ten¨ªa 60 cuevas habitadas, varias de las cuales segu¨ªan est¨¢ndolo hace dos d¨¦cadas. En una de ellas vivi¨® de ni?a Isidra Camacho, y con ella sus 11 hermanos, sus padres y un burro. Isidra, tambi¨¦n conocida como La Fosforera o la de Las Tetas Gordas (en los pueblos que jalonan La Alcarria no hay alma sin sobrenombre), es una sexagenaria vital y alegre. Desde la pantalla, cuenta fatigas grandes y alegr¨ªas chicas, entona un romance, una canci¨®n de corro y una nana, bromea con una vecina que huye de la c¨¢mara como de un espejo delator... En escena, entretanto, el cantante Eliseo Parra, el percusionista Pablo Mart¨ªn, la core¨®grafa Patricia Ruz y F¨¦lix Viscarret, director de cine que tiene la valent¨ªa de bajar a la arena e ironizar sobre su torpeza en ese terreno, preparan un tinglado levemente tel¨²rico, humor¨ªstico y evocador al que han llamado Mucho guriguri y poco ziringuindungui, traducci¨®n de andar por casa y en torno al brasero de un dicho m¨¢s culto e inteligible: "Mucho ruido y pocas nueces". Parra, es sabido, lleva muchos a?os reverdeciendo frutos secos del ¨¢rbol frondoso y milenario de la tradici¨®n oral. Mart¨ªn, un percusionista que extrae sonidos c¨¢lidos de tinajas, peroles y calderos (hijo de un guitarrista y de una bailaora flamenca ?estadounidenses!), forma parte del equipo habitual del cantante. La novedad de este espect¨¢culo es la dimensi¨®n esc¨¦nica que le dan Ruz y Viscarret al trabajo de los m¨²sicos, y el di¨¢logo permanente que entablan los cuatro. El universo acogedor de Patricia Ruz, core¨®grafa de El Tinglao, actriz con La Rep¨²blica, bailarina no importa d¨®nde, sintoniza perfectamente con el de los m¨²sicos; y Viscarret, director de Dreamers, premio al mejor corto y al mejor gui¨®n en el Festival de Cine de Alcal¨¢, ha sabido estructurar el trabajo de sus compa?eros, abrirse a ellos y dejarse contaminar como un cante de ida y vuelta.
Mucho guriguri... es el espect¨¢culo que m¨¢s ¨¦xito ha tenido de Caldo de Cultivo, ciclo veraniego de tres en los que el madrile?o teatro Pradillo propuso a artistas esc¨¦nicos, pl¨¢sticos y audiovisuales que se mezclaran, que probaran a entrar en territorios ajenos. Adem¨¢s de en Ignacia Camacho, punto de referencia constante, sus autores se han inspirado en el proceso de fabricaci¨®n del pan. Una de las escenas mejor tra¨ªdas y m¨¢s vitales sucede en torno a la mesa donde hasta hace no muchos a?os las mujeres de pueblo amasaban la harina, y donde percut¨ªan r¨ªtmicamente con el pu?o, la palma y el env¨¦s de la mano levantando una nube blanca, envolvente y apetecible, mientras cantaban panaderas como ¨¦sta: "Dime panaderita / ?c¨®mo est¨¢ el trato? / La harina va subiendo / y el pan, barato". Parra recogi¨® las m¨¢s recientes de su repertorio en Aceitunilla, pueblo de Las Hurdes donde los mayores se las ense?aban a los chiquillos para tenerlos un rato bajo control.
Sin micro y a cappella, o con el apoyo del pandero cuadrado, las tejoletas o de un bajo continuo que los espectadores crean con sus voces, Parra canta el Vengo de moler morena (que Ruz baila arribita de la mesa, con un vaso lleno de agua sobre la cabeza), Aunque seas amiga m¨ªa la que yo quiero, Aire que me lleva el aire, una nana dulc¨ªsima recogida en la isla de El Hierro, y poco m¨¢s, porque en Mucho guriguri... hay tambi¨¦n un tiempo para recordar el modo, que hoy resulta chusco, en que el hombre se comunicaba con los animales; para coreografiar trabalenguas, y para dejar sitio a uno o dos actores o cantantes invitados, cada d¨ªa diferentes. Adem¨¢s, hay un homenaje de Patricia Ruz a sus padres, quienes, sin ser del mundo de la far¨¢ndula, entran a compartir escenario con ella en un momento potente y casi tan de verdad como cuando Birgitte Cullberg, interpretando a Medea, sac¨® el cuchillo para asesinar a sus hijos, y el peque?o Mats le espet¨®: "?No lo ir¨¢s a hacer de verdad, mam¨¢?" . Claro que no, se lo comi¨® a besos. Falta por decir lo m¨¢s importante: que Mucho guriguri... es un espect¨¢culo sin pretensiones, franco como una hogaza de pan candeal. Por eso se hace querer, y en los momentos menos logrados se deja comer.
Del 17 al 21 de diciembre.
Mucho guriguri y poco ziringuindungui. Teatro Pradillo. Pradillo, 12. Madrid.
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