La conciencia econ¨®mica
La insuperada Historia del an¨¢lisis econ¨®mico de Schumpeter es la sinfon¨ªa inacabada de la historia de las ideas econ¨®micas. Su alargada sombra invita constantemente a que la completemos. La obra que ha compilado y dirigido el profesor Luis Perdices se piensa a s¨ª misma, por as¨ª decirlo, dentro del panorama de los tratados de historia de las ideas econ¨®micas que aqu¨¦lla inici¨®. Los tiene tan en cuenta que acaba con un ensayo del propio compilador sobre los otros manuales de historia del pensamiento econ¨®mico. Ley¨¦ndolo, constatamos c¨®mo las traducciones abundan tanto como escasean las compuestas por espa?oles. Disculpen los lectores el temible lugar com¨²n, pero este tratado colma el hueco en que hasta ahora nos mov¨ªamos. Y lo colma bien.
HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECON?MICO
Luis Perdices de Blas (editor)
S¨ªntesis. Madrid, 2003
527 p¨¢ginas. 26,75 euros
Se ha reunido en ¨¦l un n¨²mero de especialistas de las universidades espa?olas para componer un manual riguroso, pre?ado de datos y referencias, sobre la evoluci¨®n de la teor¨ªa econ¨®mica moderna. Digo moderna porque -por mor de la ¨²nica decisi¨®n editorial con la que discrepo- ni el pensamiento aristot¨¦lico ni la concepci¨®n romana de la propiedad merecen atenci¨®n especial, de modo que la obra se abre con las concepciones de los escol¨¢sticos -desde el justiprecio de santo Tom¨¢s hasta las aportaciones sobre el dinero de la escuela de Salamanca- a cargo de John Reeder seguida de las de los mercantilistas, por Luis Perdices. Llu¨ªs Argem¨ª es la persona id¨®nea que ha confeccionado el cap¨ªtulo sobre el siglo XVIII franc¨¦s y la fisiocracia. (Qu¨¦ hermoso hubiera sido que ese cap¨ªtulo lo hubiera podido redactar ¨¦l mismo en colaboraci¨®n con su amigo, y m¨ªo, Ernest Lluch, de quien tanto hemos llegado a aprender ambos sobre esa ¨¦poca). El dedicado a Adam Smith ha sido compuesto por Nieves San Emeterio: es un ensayo elegante (no se pierdan sus reflexiones sobre "el esp¨ªritu frugal de los capitalistas"). Esta joven acad¨¦mica tiene en ciernes un libro sobre la teor¨ªa de propiedad privada que esperamos con inter¨¦s.
El editor ha agrupado todo
un conjunto de cap¨ªtulos, desde David Ricardo, compuesto por Jos¨¦ Luis Ramos, hasta la teor¨ªa monetaria, escrito por Victoriano Mart¨ªn quien, como era de esperar, s¨ª se acuerda de los griegos. ?stos cubren el n¨²cleo del canon del pensamiento econ¨®mico. Este mismo ¨²ltimo autor se las tiene con Karl Marx, con su habitual buena fortuna, aunque constato una caracter¨ªstica, a la que no escapa ni siquiera ¨¦l, ni varios de los dem¨¢s autores: dar la impresi¨®n de que el pensamiento econ¨®mico es aut¨®nomo del pensamiento pol¨ªtico, del moral y hasta del cultural. A mi juicio, ello no es ni siquiera did¨¢cticamente justificable hoy d¨ªa. As¨ª, la Teor¨ªa de los sentimientos morales de Adam Smith es inseparable de su Riqueza, ni el tratado econ¨®mico de Mill se entiende sin sus nociones sobre la soberan¨ªa individual, la responsabilidad colectiva y su pensamiento protoecologista o ambientalista. (Estrella Trincado, en su cap¨ªtulo, por fortuna no lo ignora). Pareto -que recibe la buena atenci¨®n de Elena Gallego- es un soci¨®logo con una obra econ¨®mica extraordinaria, o viceversa. Dos facetas que se explican mutuamente. Y as¨ª sucesivamente. Tengo para m¨ª que cada vez se nos va a exigir m¨¢s, a quienes perge?amos manuales de historia de las ideas, una mayor atenci¨®n a su transversalidad e interdependencia.
Como disc¨ªpulo algo d¨ªscolo que soy de mi maestro Friedrich von Hayek, he le¨ªdo con atenci¨®n lo que de ¨¦l dice Paloma de la Nuez en su excelente introducci¨®n a la escuela austriaca. Ella s¨ª imbrica con tino su teor¨ªa econ¨®mica con la filosof¨ªa social hayekiana en torno a la libertad y la presunta espontaneidad del mercado. No otra cosa escond¨ªa y esconde la corriente individualista, liberal, antisocialista y pugnaz que fundara Karl Menger. Por su parte, Alfred Marshall y John Maynard Keynes reciben atenci¨®n singular (a cargo de Fernando M¨¦ndez y Miguel ?ngel Galindo) en sendos cap¨ªtulos en los que lo expositivo predomina sobre la evaluaci¨®n cr¨ªtica. Algo parecido afecta al estudio de Jos¨¦ Luis Ramos sobre el institucionalismo, en el que m¨¢s de alguno se preguntar¨¢ por qu¨¦ uno de sus fundadores, Thorstein Veblen -el m¨¢s agudo cr¨ªtico del capitalismo yanqui de todos los tiempos y s¨®lo superado por Tocqueville en el an¨¢lisis de la sociedad norteamericana- es mentado pero no expuesto con detalle. Ahora vuelve el institucionismo (con la s¨ªlaba neo por delante) de modo que convendr¨ªa tener m¨¢s en cuenta a tan singular fundador.
La gu¨ªa de las corrientes actuales que ha compilado Javier Casares y los ap¨¦ndices cronol¨®gicos y notas sobre economistas de Ana Rosado culminan una obra con el mensaje subliminal de que todo lo que hay que cubrir queda en ella cubierto y bien cubierto. Tengo la impresi¨®n de que ello es cierto en gran medida. Este libro hac¨ªa falta. La unidad de prop¨®sito que lo inspira, la de ser una cr¨®nica fiel, ecu¨¢nime y coherente del dificultoso e indudable progreso realizado por nuestra conciencia de la dimensi¨®n econ¨®mica de las sociedades humanas, es su mayor virtud.
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