Dubuffet en estado puro
En el bilba¨ªno Guggenheim puede verse hasta el 18 de abril de 2004 una magistral exposici¨®n del artista franc¨¦s Jean Dubuffet (El Havre, 1901-Par¨ªs, 1985). Bajo el espacio guggenheimiano se despliegan cada una de las apasionantes fases pl¨¢sticas que Dubuffet realizara a trav¨¦s del recorrido vital que va de 1944 a 1984.
Consagrado por un tiempo al negocio de venta de vinos, su dedicaci¨®n al arte fue tard¨ªa. Se inici¨® en los primeros a?os cuarenta de manera insubordinada, puesto que propuso una forma de arte que estuviera exenta de intenciones culturales y superestructuras est¨¦ticas. Tom¨® como modelos id¨®neos las formas art¨ªsticas producidas tanto por personas psic¨®ticas como por los trazos espont¨¢neos de los ni?os y personas sin ning¨²n tipo de formaci¨®n cultural. Y lo llam¨® art brut (arte bruto).
Como sab¨ªa que un arte no convencional requer¨ªa materiales no convencionales, incorpor¨® a ese universo informal de trazos libres -brutalizados- materiales raros y ajenos al mundo del arte serio, tales como arena, cenizas, brea, alas de mariposas, guijarros, cristales, cuerdas, adem¨¢s de incluir aquello que se conoce como graffitis, y sin olvidar toda suerte de objetos encontrados, lo que luego se acu?¨® como encontrismo...
Partiendo de los roles del psic¨®tico irredento, del ni?o sin ahondar, del hombre indocumentado para el arte -el ser olvidado por la sociedad de la belleza-, Dubuffet se transform¨® en uno de los artistas m¨¢s significativos e influyentes de la segunda mitad del siglo XX. Hab¨ªa conseguido en un momento crucial de su vida creadora "la transformaci¨®n de la materia en significado", para decirlo en palabras de George Steiner.
Tras forjar su vida pl¨¢stica en fases posteriores al arte bruto, uno de los momentos fulgurantes de la exposici¨®n que nos ocupa alcanza su m¨¢ximo cl¨ªmax con los practicables de Coucou Bazar. Se dan cita en esa obra elementos de enorme fantas¨ªa, cuyo fin teatral representativo consiste en crear un mundo ir¨®nico y l¨²dico, donde reine el sutil ensue?o de la memoria, lejos de la vida competencial que gira en torno a la realidad.
Nunca estuvo ausente en su vida art¨ªstica la marca de Dubuffet. Marca que consisti¨® en afanarse por oponer lo informal a lo formal, lo l¨²dico a lo serio, lo intrascendente a lo trascendente y, al final de todo, la irrealidad a la realidad. Todo ello ratificado con escritos propios de suma lucidez e inteligencia, no carentes de rebeld¨ªa, como este retazo: "La cultura es un asunto del Estado, mientras que la creaci¨®n en arte es, por naturaleza, individualista y subversivo". Dubuffet en estado puro.
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