Tic-tac
Hace 24 a?os Luis Garc¨ªa, hijo de gallegos nacido en Buenos Aires, ech¨® un vistazo al reloj giratorio del BBV de la plaza de Catalu?a, aunque no hab¨ªa quedado con nadie. La costumbre. Se sent¨® en una mesa del bar Z¨²rich. Christine Delforge, francesa del canal de la Mancha, sentada en otra mesa, se fij¨® en ¨¦l. Las mujeres suelen ser las que eligen. Un rato m¨¢s tarde compart¨ªan la mesa y, desde entonces hasta hoy, la vida.
Tras el furibundo flechazo caminaron hacia la plaza de Urquinaona, rumbo a la casa de Luis. Al pasar por la Via Laietana ¨¦l le mostr¨® el reloj luminoso que surge de la acera, una de las curiosidades de la muy cosmopolita Barcelona.
Luis compart¨ªa ese piso de la calle de Trafalgar con otros dos inmigrantes argentinos: Gustavo Imberti, descendiente de italianos y nacido en la provincia de Salta, y el cronista, h¨ªbrido de lituanos, moldavos y rusos; su apellido materno es Lev¨ªn, lo cual lo emparenta con una de las doce tribus originales de Israel.
Nuestro universo es b¨¢sicamente inquieto, marcado por la migraci¨®n y el mestizaje
Hab¨ªa transcurrido un tiempo y las cosas se empezaban a enderezar, pero cuando se mudaron a ese piso los tres amigos dorm¨ªan en el mismo colch¨®n de una plaza -a lo ancho- con las piernas protegidas de las fr¨ªas baldosas por capas de ropa y peri¨®dicos.
El doctor Kulisevsky, de origen jud¨ªo y centroeuropeo, nacido en Salta, Argentina, hoy un eminente neur¨®logo, era uno de los visitantes habituales de ese refugio de atorrantes, como ya ha sido relatado en estas cr¨®nicas.
En esa ¨¦poca de choque adaptativo y b¨²squeda de tareas remuneradas el gallego, el italiano y el h¨ªbrido con pedigr¨ª b¨ªblico sol¨ªan pasear por la Ribera para fumarse un porro y comentar la jugada: para darse ¨¢nimos. Alguno de ellos a¨²n recuerda los repentinos silencios que se produc¨ªan, durante aquellas conversaciones, al quedarse con la mirada fija en la torre del Rellotge. ?Qu¨¦ hora era en ese momento en Salta y en Buenos Aires?
Quien m¨¢s, quien menos, todos prosperaron. Luis y Christine se fueron a vivir a Castelldefells. Ella se qued¨® embarazada. Ten¨ªa 22 a?os. Decidieron probar suerte en Par¨ªs, donde naci¨® Marina Garc¨ªa. En 1987 Luis, Christine y Marina regresaron a Argentina, que aparentaba atravesar un buen momento. En 2002, ante la grave crisis econ¨®mica y social, volvieron a Barcelona, donde residen actualmente.
Marina Garc¨ªa, una chica argentina nacida en Par¨ªs de padre gallego y madre francesa, conoci¨® a Santiago Arroyo, un barcelon¨¦s del barrio de Gr¨¤cia. Se enamoraron y se fueron a vivir a Castelldefells. Qued¨® embarazada a la misma edad y en el mismo lugar que su madre, qu¨¦ casualidad.
A todo esto, Gustavo Imberti, el italo-salte?o, hab¨ªa regresado a Argentina y hab¨ªa vuelto a volver a Espa?a, con su mujer y sus hijos. Ellos tambi¨¦n viven en Castelldefells.
Hay que ver las vueltas que da la vida. El mundo gira como las agujas de un reloj. Los continentes van a la deriva por el oc¨¦ano. La India sigue incrust¨¢ndose bajo China, haciendo que el Himalaya sea cada vez un poco m¨¢s alto. ?Qui¨¦n puede parar esto? ?A qui¨¦n le interesa detener el eterno discurrir de las part¨ªculas animadas e inanimadas? ?Alguien se cree capaz de volver a aplastar el Everest?
Est¨¢ en la naturaleza de las plantas, los animales y las personas el moverse de un lado a otro, buscando las mejores condiciones para desarrollar su vida. Pero aunque los atenazara un inmovilismo de un mill¨®n de a?os, acabar¨ªan lejos de casa, llevados por el desplazamiento de la corteza terrestre. Quiz¨¢ haya por ah¨ª alg¨²n universo est¨¢tico. El nuestro es b¨¢sicamente inquieto, marcado por la migraci¨®n y el mestizaje (de las estrellas y los escarabajos). En la Tierra la cosa va in crescendo, en la medida en que la poblaci¨®n aumenta y el globo se achica.
Hablando de achicar, Nicolasa Achicallende ten¨ªa 126 apellidos vascongados. Seguramente la adornaban un mogoll¨®n de virtudes, pero -a la vista de los hechos posteriores- es l¨ªcito suponer que fue su pureza racial lo que m¨¢s conmovi¨® a su marido, Sabino Arana.
Ver lejos, tener perspectiva hist¨®rica, es lo contrario de estar cegado por una perspectiva hist¨¦rica.
Pero no nos internemos en berenjenales y volvamos a Barcelona, ciudad abierta. Como inmigrante que ama al pa¨ªs que lo acogi¨®, el cronista se permite recomendar un par de paseos. El primero es para contemplar una escultura sita en la calle de Num¨¤ncia, casi tocando la avenida de la Diagonal. Forma parte del edificio de L'Illa y ocupa una escalera de entrada a las oficinas. Es un enorme reloj de metal dorado del que -dir¨ªase- han salido disparados los n¨²meros, que entonces aparecen salpicados por aqu¨ª y por all¨¢. Es una obra llena de humor y desparpajo, una de esas apuestas audaces que caracterizan a Barcelona.
La segunda recomendaci¨®n es pasear por la calle de Taulet, encima del cementerio del Este. En el n¨²mero 17 hay una antigua mas¨ªa con un reloj de sol y vestigios de frescos sobre la fachada: ah¨ª la corriente de las horas s¨®lo se interrumpe los d¨ªas nublados.
Relojes r¨²sticos, art¨ªsticos, marineros, luminosos y giratorios. Cualquier rinc¨®n servir¨¢ para ver pasar a la gente -cada vez m¨¢s variopinta- que puebla la ciudad y comprobar que el paso del tiempo puede ser un agradable cosquilleo.
Brindemos por el mundo que viene, un mundo en el que nadie deber¨ªa sentirse extra?o.
Feliz Navidad.
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