Ir¨®nica y consoladora agon¨ªa

Las invasiones b¨¢rbaras conserva intactas la sagacidad y la inteligencia de su hermana mayor e incluso va m¨¢s lejos que ella en su zona final, en la que Arcand abandona sus inclinaciones a la p¨ªldora cultural y al exceso de pulimento del lenguaje, que a veces peca de profesoral, y va al verdadero grano de lo que ocurre en la pantalla, que es la agon¨ªa de un hombre, asunto ¨ªntimo de todos. Y esa zona final es recia, sincera, libre, generosa, espl¨¦ndida, por su apasionante concreci¨®n y por su atrevimiento al abordar la eutanasia, la muerte humana, a la altura de los esp¨ªritus libres de este tiempo, que no ceden su sitio aunque est¨¦n acorralados por la invasi¨®n de la barbarie dominante.

Es Las invasiones b¨¢rbaras cine adulto y para gente adulta. Una consoladora sabidur¨ªa llena de humor y de verdad las im¨¢genes que destila su zona de desenlace, por la que se le perdona a Arcand su mani¨¢tica y abusiva propensi¨®n a la cita culta. Aqu¨ª maneja, en orden de gazpacho, nombres y ecos de Auschwitz, Fran?oise Hardy, Godard, el 11-S, el Gulag, Solietnitzin, Cristo, Tocqueville, el Monte Carmelo, Nicole Kidman, Sartre, Camus, Frantz Fanon, Marx, la CIA, Eur¨ªpides, S¨®focles, Plat¨®n, Arist¨®fanes, S¨®crates, Modigliani, Maquiavelo, Rafael, Elvis Presley, Washington, Jefferson, las Brigadas Rojas, T¨¢cito, Jacques Brel, Dante, el Ponte Vecchio, los ravioli de Ferrara, Julio Cesar, el determinismo, el baile de la hero¨ªna y la naturaleza, el existencialismo, y m¨¢s sombras de sombras, que no logran oscurecer la humana luz de fondo que enciende esta notable pel¨ªcula, algo redicha pero llena de ideas y de empuje.