Las fosas abiertas de Srebrenica
La ONU investiga la matanza de 11.000 bosnio-musulmanes en 1995, mientras los familiares de las v¨ªctimas piden justicia
Es un soleado d¨ªa de oto?o en un valle centroeuropeo entre monta?as y, a la entrada de un cementerio, un monolito recuerda una tragedia en serbocroata, ingl¨¦s y ¨¢rabe: "Que nunca vuelva a suceder algo as¨ª, a nadie, en ning¨²n lugar del mundo". Srebrenica est¨¢ en el fin del mundo, aunque se halle en el coraz¨®n de Europa. Desde Sarajevo hay que invertir tres horas de coche para recorrer los 150 kil¨®metros de distancia con esta peque?a ciudad del noreste de Bosnia-Hercegovina, conocida en la antigua Yugoslavia por su riqueza forestal, su balneario y sus minas. Srebrenica se convirti¨® entre 1992 y 1995 en sin¨®nimo de la barbarie en los Balcanes. A pesar de que fue declarada zona protegida por la ONU, sus 37.000 habitantes -musulmanes en su mayor¨ªa- sufrieron durante esos a?os un cruel asedio por parte de las milicias serbias.
"Cada metro cuadrado est¨¢ te?ido de sangre", dice la Asociaci¨®n de Madres de Srebrenica
La tenaz resistencia de sus defensores, en medio de privaciones de alimentos, de luz y de agua y apenas protegidos por un destacamento de cascos azules holandeses, se quebr¨® el aciago 11 de julio de 1995. Brigadas serbias al mando del general Ratko Mladic tomaron la ciudad ante la pasividad de los cascos azules y asesinaron a los varones de entre 18 y 60 a?os. Unos 11.000 musulmanes fueron ejecutados en la mayor matanza en suelo europeo desde la II Guerra Mundial. El testimonio esta semana en el Tribunal de La Haya de Wesley Clark, antiguo alto mando de la OTAN en Europa, acusa al ex presidente serbio Slobodan Milosevic de no haber impedido la carnicer¨ªa de las tropas serbobosnias. Entretanto, un organismo de la ONU investiga en fosas comunes descubiertas en Bosnia oriental para hallar los miles de cad¨¢veres que a¨²n no han aparecido, mientras la asociaci¨®n Madres de Srebrenica pide justicia y denuncia casos.
La direcci¨®n de las investigaciones sobre las fosas abiertas recae en Gordon Bacon, responsable de la Comisi¨®n Internacional para Personas Desaparecidas (ICMP, en sus siglas en ingl¨¦s). "La ICMP", afirma Bacon, "es una autoridad indiscutible con programas e infraestructura para la localizaci¨®n de desaparecidos. Nuestra misi¨®n en los Balcanes est¨¢ centrada en Srebrenica, en el hallazgo de los restos de personas desaparecidas y en la devoluci¨®n de los cad¨¢veres a sus familiares".
A las afueras de Srebrenica, un cementerio, que se extiende junto a una mezquita construida como recuerdo de las v¨ªctimas, alberga cerca de un millar de tumbas. Este enviado visit¨® recientemente el cementerio el d¨ªa del final del Ramad¨¢n, una fiesta que los musulmanes dedican a honrar a sus muertos como los cat¨®licos el 1 de noviembre. En un continuo desfile de familiares, m¨¢s mujeres que hombres, el cementerio se llena de gente que reza y llora.
Hatidza Mehmedovic tiene 51 a?os y es una mujer inquieta y valiente que gesticula mucho al hablar. El 11 de julio de 1995 las milicias serbias del general Mladic hicieron subir a un autob¨²s a su marido y a sus dos hijos, de 21 y 18 a?os de edad, junto con el resto de varones de Srebrenica. Nunca los ha vuelto a ver, aunque sabe que est¨¢n muertos. Pero no tiene unas tumbas sobre las que rezar o llorar. Mehmedovic preside la Asociaci¨®n de Madres de Srebrenica, que agrupa a cientos de mujeres, y desde una mirada desafiante y encendida clama ante el periodista: "Son ya ocho a?os de lucha por hallar los cad¨¢veres. Puede usted imaginar esa incertidumbre. Si una madre se intranquiliza por una peque?a tardanza de sus hijos, ?se imagina la zozobra durante ocho a?os? A veces me pregunto si tuve hijos alguna vez".
Cuando se le pregunta a esta antigua trabajadora de una f¨¢brica si perdona a los asesinos, sus ojos se enturbian por primera vez durante la charla. "El ¨²nico perd¨®n es hacer justicia", contesta muy segura. "Todav¨ªa se encuentran restos de cad¨¢veres por toda la zona. Hay tantas fosas comunes en esta zona de Bosnia oriental que cada metro cuadrado est¨¢ te?ido de sangre. Las madres nos encontramos con una gran falta de ayuda, porque los organismos internacionales y las autoridades de Bosnia se llenan la boca con el recuerdo de Srebrenica, pero despu¨¦s no hacen nada. De los 11.000 desaparecidos en julio de 1995, unos 2.000 restos han sido encontrados y otros 5.000 han sido exhumados, pero permanecen sin identificar. Los dem¨¢s cad¨¢veres no han aparecido. Muchos serbios saben d¨®nde fueron enterradas las v¨ªctimas, pero el miedo les impide denunciar".
Con el 90% de los edificios destruidos durante la guerra, las calles de Srebrenica siguen siendo, ocho a?os despu¨¦s, un monumento a la desolaci¨®n y a la ruina, a pesar de los esfuerzos por reconstruir la ciudad. Apenas juegan ni?os en este valle escondido y la envejecida poblaci¨®n de Srebrenica vive de las m¨ªseras pensiones de jubilaci¨®n y de la explotaci¨®n forestal de sus bosques. "Muchos refugiados no vuelven a sus casas por la falta de trabajo y de perspectivas econ¨®micas y no tanto por miedo a represalias", comenta la serbia Mirjana Jokanovic, vicealcaldesa de Srebrenica. "Olvidar no se puede", comenta en su despacho municipal esta ingeniera, "pero hay que seguir adelante. Es cierto que el miedo sigue muy presente, porque la gente teme presentar denuncias concretas y se tramitan muy pocas ante la Cruz Roja o la comisi¨®n de investigaci¨®n. Nuestra prioridad es la reconstrucci¨®n, porque s¨®lo 200 casas han podido ser reconstruidas".
Al abandonar Srebrenica de regreso a Sarajevo, se impone una parada en el vecino pueblo de Bratunac. De mayor¨ªa serbia, desde all¨ª se organiz¨® el asedio de Srebrenica y uno se pregunta cu¨¢ntos asesinos andar¨¢n sueltos por sus plazas. Un empobrecido paisaje rural se dibuja en el horizonte salpicado de granjas, de montones de heno y de animales que cruzan la carretera. Es dif¨ªcil imaginar que estos id¨ªlicos valles, surcados por riachuelos entre monta?as, fueran el escenario de un infierno. Una barbarie que nadie fren¨®. En los o¨ªdos resuenan las preguntas que la presidenta de la Asociaci¨®n de Madres de Srebrenica lanz¨® a Bill Clinton cuando el ex presidente de EE UU acudi¨®, el pasado septiembre, a la inauguraci¨®n del monumento a las v¨ªctimas. "?Por qu¨¦ no hizo algo? ?Por qu¨¦ nadie hizo nada?".
En busca de Mladic
En algunos tenderetes del centro de Belgrado se venden camisetas con las efigies del general Ratko Mladic y del pol¨ªtico Radovan Karadzic, en una prueba evidente de que un sector de la sociedad serbia apoy¨® sus delirios nacionalistas. Ambos dirigentes serbobosnios est¨¢n en paradero desconocido desde la firma de los acuerdos de paz de Dayton que pusieron fin a la guerra en diciembre de 1995.
Ambos se hallan en busca y captura acusados de genocidio y cr¨ªmenes de guerra, como el de Srebrenica, por el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, con sede en La Haya.
Desde hace ocho a?os, las tropas de la OTAN desplegadas en la zona han intentado en vano detener y llevar al banquillo a Mladic y Karadzic. Los diplom¨¢ticos y militares occidentales en Bosnia explican que no resulta una tarea f¨¢cil porque una parte de la poblaci¨®n protege a los que fueron sus h¨¦roes de guerra.
"Mladic y Karadzic pueden haberse sometido a operaciones de cirug¨ªa est¨¦tica", comenta un diplom¨¢tico con destino en Sarajevo, "pueden estar ocultos en alg¨²n monasterio ortodoxo o pueden residir con una identidad falsa en cualquier pa¨ªs extranjero".
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