Carambola
Pese al fiasco electoral de Maragall, y gracias a la carambola de Carod a tres bandas, la alternancia catalana ha llegado por fin, pues el nacionalismo burgu¨¦s que gobernaba con la derecha centralista ha perdido el poder. Y as¨ª se produce una ruptura hist¨®rica que nos retrotrae a la II Rep¨²blica. Aquello termin¨® muy mal porque, aprovechan-do la oportunidad del levantamiento fascista, la izquierda catalana opt¨® por hacer la revoluci¨®n, contribuyendo a la quiebra de la democracia. Como 70 a?os no pasan en balde, es seguro que aquella dram¨¢tica experiencia no se volver¨¢ a repetir, por mucho que se amenace con un drama si Espa?a no asume la voluntad soberana de Catalu?a. Pero lo cierto es que la izquierda catalana de hoy, heredera de la que hizo la revoluci¨®n en el 36, ha regresado al poder. ?C¨®mo lo ejercer¨¢?
Desde luego, cabe descartar que se intente hacer la revoluci¨®n social, pues la globalizaci¨®n de la econom¨ªa lo hace imposible. Pero algo tendr¨¢ que hacerse, si se quiere continuar el "hilo rojo" de aquella efervescencia colectiva, aquel entusiasmo popular que mitific¨® a Catalu?a hasta elevarla a los altares de la memoria hist¨®rica cultivada por la ciudadan¨ªa progresista. Tampoco es factible la revoluci¨®n pol¨ªtica, entendiendo por ¨¦sta la independencia del Estat Catal¨¢ que proclam¨® el antecesor de Carod al frente de ERC, Llu¨ªs Companys, con ocasi¨®n de la revoluci¨®n de Asturias forzada por los socialistas en octubre del 34. As¨ª que habr¨¢n de conformarse con hacer la revoluci¨®n simb¨®lica: ret¨®rica, figurada y ficticia. Aqu¨ª es donde aparece la l¨ªrica del drama: la "consulta popular" como palabra sagrada proferida por Maragall para representar la reivindicaci¨®n del soberanismo como melodrama ritual. ?Bastar¨¢ esta pol¨ªtica de gestos para hacer cre¨ªble el retorno de la izquierda catalana al poder? ?O har¨¢ falta algo m¨¢s dram¨¢tico, con suficiente poder de convicci¨®n para entusiasmar a la calle?
Pero la cuesti¨®n planteada desborda el marco de Catalu?a, pues de c¨®mo salga el experimento catal¨¢n tambi¨¦n depende que se produzca un cambio en la opini¨®n p¨²blica espa?ola, capaz de provocar la alternancia en las Cortes de Madrid. ?Acertar¨¢ Maragall a liderar el cambio catal¨¢n, sirviendo de ejemplo para que alg¨²n d¨ªa el PSOE pueda liderar el cambio espa?ol? Si las cosas se desbordan y Maragall pierde los papeles, Rajoy barrer¨¢ en marzo y se eternizar¨¢ la mayor¨ªa absoluta del aznarismo ultramontano. En cambio, si Maragall acierta y logra moderar a Carod, entonces no estar¨¢ todo perdido, y a¨²n cabr¨ªa cierto margen de esperanza. ?De qu¨¦ depende que el experimento catal¨¢n sea un riesgo o una oportunidad? Es verdad que Maragall no es Ibarretxe. Pero un Maragall d¨¦bil, vencido por Mas y condicionado por Carod, tampoco es aquel otro Maragall posible, due?o y se?or de su propio liderazgo si hubiera vencido a Mas sin necesitar a Carod.
Hace un mes avanc¨¦ un pron¨®stico sobre la coalici¨®n por la que optar¨ªa ERC que se revel¨® errado, pues no eligi¨® a CiU, el candidato posible cuantitativamente m¨¢s d¨¦bil en n¨²mero de esca?os -tal como prev¨¦ la teor¨ªa de coaliciones-, sino al PSC + ICV. Ahora bien, esta elecci¨®n tambi¨¦n respeta el esp¨ªritu de la regla, pues al optar por el PSC de Maragall, Carod estaba eligiendo al candidato cualitativamente m¨¢s d¨¦bil, dada su patente derrota en las urnas. Adem¨¢s, de este modo Carod mata varios p¨¢jaros de un tiro, pues no s¨®lo aspira a seguir vaciando electoralmente a CiU, por si alg¨²n d¨ªa logra el sorpasso catalanista, sino que adem¨¢s mantiene al PSC y a Maragall cogidos por sus partes m¨¢s d¨¦biles. Al PSC porque as¨ª espera lograr que el PSOE vote favorablemente en las Cortes de Madrid un nuevo Estatuto catal¨¢n de corte confederal. Y a Maragall porque Carod se guarda en potencia la llave de su presidencia mediante la moci¨®n de censura. De ah¨ª el temor a que Carod haya hecho su carambola a costa de Maragall y Zapatero. ?Y por qu¨¦ habr¨ªan estos de caer en la trampa? Muy sencillo: porque para ambos se trata de su ¨²ltima oportunidad, que por arriesgada y peligrosa que parezca no pod¨ªan dejar pasar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Opini¨®n
- Pasqual Maragall
- ERC
- VII Legislatura Catalu?a
- Pactos postelectorales
- ICV
- Pactos pol¨ªticos
- PSC
- Gobierno auton¨®mico
- Comunidades aut¨®nomas
- Parlamentos auton¨®micos
- Generalitat Catalu?a
- Catalu?a
- PSOE
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Pol¨ªtica auton¨®mica
- Parlamento
- Espa?a
- Partidos pol¨ªticos
- Administraci¨®n p¨²blica
- Pol¨ªtica