Una visita y un paseo
Muy poco antes de que empezara el bombardeo navide?o de las felicitaciones pascuales, recib¨ª dos regalos. Hablo de bombardeo con la evidente exageraci¨®n e irreprimible nostalgia que sentimos los desplazados por la vida en estas fechas. Recuerdo un melanc¨®lico chiste del gran dibujante italiano Novello, partido en dos vi?etas: El honorable signor Rossi, subsecretario, y su correo augural nos lo muestra detr¨¢s de una enorme mesa-ministro, casi oculto por la monta?a de cartas y telegramas. En la siguiente, el honorable ex subsecretario Rossi, ante un escu¨¢lido montoncito de christmas. Yo coloco las tarjetas en una repisa y su exhibici¨®n casi llega al verano. Cada vez son menos.
Bien, pues un mensajero me dej¨® la primera visita, una intrusi¨®n p¨®stuma que me ha emocionado. El ¨²ltimo libro de Jos¨¦ Mar¨ªa Gonz¨¢lez Castillo, titulado Vida de maqueto (Algaba Ediciones, SA, Madrid, diciembre 2003). El postrer mensaje de Chumy Ch¨²mez, que muri¨® hace pocos meses, donde relata con tierna y amarga emoci¨®n su larga lucha por ser vasco y la inevitable resignaci¨®n al no haberlo conseguido. Una larga amistad hace que me conste el amor de Chumy a la tierra que le vio nacer y su esfuerzo por parecer euscald¨²n, derivado del hecho fortuito de haber nacido en San Sebasti¨¢n el a?o 1927, hijo de emigrantes. De su paup¨¦rrimas ni?ez y adolescencia conservaba un deje donostiarra, e incluso pasaba en vela esa noche del 20 de enero que dedican a tocar el tambor, hasta romper el mayor n¨²mero de palillos posible, empe?o que no he conseguido entender. Chumy vivi¨® la mayor parte de la existencia en este Madrid que tiene como impagable virtud pasiva el no pedirle a nadie cuenta de sus or¨ªgenes.
Un libro divertido y ¨¢cido como todos los suyos, muchos, pues tiene en su haber una larga cosecha de escritos publicados. Fue un exiliado sin referencias fiables, rechazado por sus paisanos y sin ra¨ªces remotas a las que agarrarse. El relato es una versi¨®n sincera y dolida de lo mucho que hab¨ªa visto y que reservaba para este final. Me ha conmovido como si le estuviera escuchando. Durante muchos a?os le asedi¨® el temor a morirse, que, fatalmente, lleg¨®.
El paseo lo he dado por el entra?able parque del Retiro de la mano de otro amigo y a trav¨¦s de su ¨²ltimo libro, Esp¨ªas en la transici¨®n (2003 Ober¨®n, Grupo Anaya), de Rafael Fraguas. Ha montado un s¨®lido bastidor con las 17 puertas que tiene nuestro parque para custodiar los 17.500 ¨¢rboles que encierra. Bajo aquellos paseos, estanques, vericuetos, parterres, choperas, los magnolios, casta?os, pl¨¢tanos y ejemplares que no se han rendido a la pesadumbre de los a?os, late el pulso verde de la ciudad, auscultado por Fraguas para llevar el hilo de un relato apasionante: los secretos de la historia m¨¢s reciente, personajes que fueron decisivos quiz¨¢ s¨®lo unos instantes, encrucijadas de los tiempos ¨¢speros y desconfiados del ¨²ltimo medio siglo. El autor toma partido y habla, a veces, en primera persona cuando enfrente tiene un interlocutor de peso y se refiere, con autoridad y conocimiento, a lo que tantos otros han escrito o hablado de o¨ªdas. Un galimat¨ªas envuelto en opacidades, terribles momentos estelares a los que a¨²n no se ha dado aclaraci¨®n definitiva. El autor vierte con pasi¨®n un sentimiento conservado cuidadosamente, cuando los a?os pasados parecen haber enfriado y amortajado muchos sucesos dejados al aire, sin resolver hist¨®ricamente.
Un lenguaje buido, directo, a veces con reminiscencias de camuflaje ideol¨®gico, pero con la eficacia del periodista portador, int¨¦rprete, transmisor y debelador de las buenas y las malas noticias. Del largo pasado de enviado especial a lugares calientes en este convulso mundo, Rafael Fraguas retiene, filtra, condensa y expresa situaciones que, a mi juicio, no han sido definitivamente dilucidadas, sin que esto quiera decir que merezca la pena hacerlo. As¨ª se van escribiendo las cr¨®nicas del tiempo presente. Al final de este libro, por el que se han deslizado sombras siniestras, un apabullante descubrimiento: la figura enigm¨¢tica de Franco, aparente custodio de los arcanos m¨¢s aflictivos y enrevesados, se descubre como la de un simulador, una esfinge sin secretos, no por ello desprovista de la pesada huella que ha dejado. Todo ello a lo largo de un pausado paseo por el parque del Retiro, tan poco visitado y disfrutado por los madrile?os. Regalo de pr¨ªncipes, de personas principales.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.