Juicio en Belgrado
Comienza en Belgrado el juicio contra una banda mafiosa, el clan de Zemun, acusada del asesinato, cometido en marzo, de Zoran Djindjic, el primer ministro reformista y prooccidental de Serbia. El juicio es, ante todo, un test sobre la voluntad de los pol¨ªticos serbios -y de sus jueces- a la hora de atajar el crimen organizado, una lacra de esta sociedad desde las guerras de los noventa. El llamado capitalismo mafioso (contrabando de armas, narcotr¨¢fico, prostituci¨®n) amenaza a toda la sociedad serbia. Pese al apoyo occidental, especialmente de la Uni¨®n Europea, el asesinado Djindjic no supo o no pudo neutralizarlo.
El juicio se produce en medio de un vac¨ªo de poder en Serbia, despu¨¦s de tres intentos de elegir presidente que fracasaron por falta de qu¨®rum electoral y con el Parlamento disuelto a la espera de las elecciones legislativas del domingo, en las que compite como candidato, aunque no pueda hacer campa?a, el mism¨ªsimo Milosevic, sentado en el banquillo de La Haya. Con altos ¨ªndices de paro, el lastre de la herencia comunista en la econom¨ªa, el capitalismo mafioso y el vac¨ªo institucional, Serbia amenaza con convertirse en un agujero negro en Europa. Es un pa¨ªs que no se ha democratizado a fondo, que tiene pendiente una catarsis por su papel de principal agresor en las guerras de los Balcanes, con una parte de su territorio (Kosovo, de mayor¨ªa albanesa) bajo un protectorado internacional y con nacionalismos radicales muy poderosos.
Pese a una amplia presencia de la ONU, la UE y la OTAN, cuyos organismos civiles y militares no pueden seguir indefinidamente en la zona, la situaci¨®n est¨¢ lejos de normalizarse en los Balcanes. Y en esa regi¨®n el caso serbio es de los m¨¢s inquietantes. Si no quiere seguir aislada, Serbia, pendiente a¨²n su confederaci¨®n con Montenegro, necesita resolver sus dudas entre el nacionalismo radical o la senda europea de desarrollo pol¨ªtico y econ¨®mico.
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