El control de la seguridad ciudadana
En la madrugada del jueves 18 al viernes 19 de diciembre, a eso de la una y pico, o¨ª desde el sal¨®n de mi casa tararear a gritos el Prietas las Filas, que memoric¨¦ hace 30 a?os en un campamento de la Organizaci¨®n Juvenil Espa?ola (OJE) del r¨¦gimen de Franco. Desde mi ventana pude ver y o¨ªr claramente lo que suced¨ªa. Una decena de j¨®venes, tarareaban a voces el himno fascista, mientras golpeaban con sa?a papeleras y, sobre todo, la fachada de un restaurante chino, bastante humilde, que hay frente a mi casa. Como cierra tarde, aunque s¨®lo tenga una mesa que atender, alguna vez este restaurante me ha servido para comprar cigarrillos a deshora. "Alcohol, no", me dijo una noche el encargado, cuando le ped¨ª tres cervezas; respetando religiosamente la ley antibotell¨®n. La pareja de inmigrantes chinos (quiz¨¢ ya o a punto de ser ciudadanos espa?oles) que lo regenta son gente amable que, por lo que compruebo cada d¨ªa, trabaja mucho y cumple las normas.
Aquella otra noche, todo sucedi¨® muy r¨¢pido. Los j¨®venes eran aparentemente neonazis, aunque vest¨ªan normalmente, si bien uno de ellos se serv¨ªa de una muleta, m¨¢s para destrozar que para ayudarse en su cojera. Avis¨¦ al 091 y cont¨¦ lo que pasaba. Mucho antes de que la polic¨ªa acudiera (tard¨® una media hora), pude comprobar como los alborotadores se disolv¨ªan, en apenas unos minutos, calle abajo. Desde una motocicleta com¨²n, dos hombres de nacionalidad espa?ola exig¨ªan "algo" al chino del restaurante. Pero ¨¦l se negaba, temeroso, alegando que ¨¦l no era la persona que ten¨ªa que pedirle "aquello". Tras amenazarle, los dos hombres motorizados se fueron y, al poco tiempo, lleg¨® uno de ellos con otro espa?ol (probablemente madrile?o, sus palabras se o¨ªan claramente) que, tras bajarse de la moto, golpe¨® con fuerza varias veces los cristales de la puerta del restaurante, que el restaurador chino hab¨ªa cerrado. Dio dos pasos hacia la moto y cogi¨® algo (pod¨ªa ser una ganz¨²a o un juego de llaves) y empez¨® a manipular la cerradura de la puerta. Al poco abri¨® el ciudadano chino, reconoci¨® al individuo y, tras excusarse por no hab¨¦rselo dado al anterior individuo, le entreg¨® un sobre. Por lo que parec¨ªa desde fuera, probablemente con billetes. Despu¨¦s, conductor y cobrador (de mediana edad, con el pelo cano) se largaron raudos en su moto. ?Quiz¨¢ se les acumulaba el trabajo?
Estuve observando durante m¨¢s de una hora y llam¨¦ a la polic¨ªa en dos ocasiones m¨¢s, ofreci¨¦ndoles los detalles, de los cuales tomaron nota educada y diligentemente. De hecho, dos coches patrulla de la polic¨ªa pasaron muy despacio (en direcci¨®n contraria por dos calles, eso s¨ª), aunque sin interesarse por el restaurante, quiz¨¢ porque buscaban a los neonazis (que hac¨ªa casi hora y media que se hab¨ªan marchado).
Ignoro cu¨¢nto estar¨¢n pagando (presuntamente, claro) a la mafia china que los ha tra¨ªdo e instalado en el restaurante (supongo que casi todo lo que ganan y durante mucho tiempo), pero no creo que esperasen encontrarse aqu¨ª, junto al parque del Retiro (en su modesto restaurante, semiesquina entre las tranquilas calles de Narciso Serra y Valderribas) este ?innovador? impuesto revolucionario, a cargo de extorsionadores, siempre presuntos, pero eso, s¨ª "muy espa?oles".
El abatido caminar de aquella pareja de inmigrantes o ciudadanos espa?oles de origen chino, con una ni?a peque?a sobre los hombros, impotentes y asustados, hizo que el alma se me cayera a los pies. Lo ocurrido me hizo reflexionar sobre "las cosas" qu¨¦ est¨¢n pasando en Madrid, sin que apenas nos demos cuenta. Y, sobre todo, debiera hacer ver a nuestro alcalde, Alberto Ruiz-Gallard¨®n, y a su equipo de seguridad, hasta donde est¨¢n llegando las cosas en cualquier parte de la ciudad. Si se pierde el control de la seguridad ciudadana en Madrid, recuperarlo puede ser muy dif¨ªcil. Quiz¨¢ imposible. Adem¨¢s, potencialmente, puede extenderse como un reguero hacia otras ciudades.
?Cuidado con la seguridad ciudadana, se?or alcalde! Es una advertencia de uno de los muchos ciudadanos honrados de esta ciudad (la inmensa mayor¨ªa, silenciosa por ahora), que tenemos derecho a exigir la mayor eficacia en aspectos esenciales para la convivencia. Especialmente si se trata en materia de seguridad ciudadana, "baza" en la que nuestro joven y ambicioso alcalde bas¨® su campa?a electoral.
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