Un testamento frente al apocalipsis
MORSAMOR, QUE ahora edita la Fundaci¨®n Jos¨¦ Manuel Lara como tercer volumen de su serie Cl¨¢sicos Andaluces -es una reducci¨®n convertir a Valera en andaluz, aunque lo fuese tan universal como JRJ- en una excelente edici¨®n de Laureano Romero Tobar -quien dirige tambi¨¦n la edici¨®n de su correspondencia en Castalia-, nos permite penetrar en una de sus novelas menos comprendidas, en la m¨¢s misteriosa. Escrita al final de su vida, dictada m¨¢s bien pues ya estaba ciego, ha sido tildada de novela hist¨®rica, de una evasi¨®n ante los graves problemas del momento (Ferreras), de una recreaci¨®n del mito de Fausto o del Conde Lucanor, de novela de caballer¨ªas, de imitaci¨®n del Persiles cervantino (Andrenio), de demasiado complicada (Clar¨ªn), o de simple libro de placer, como alegaba su propio autor. En verdad, Morsamor es todo ello y mucho m¨¢s, una especie de testamento frente al apocalipsis del 98, como ya se ha estudiado en los ¨²ltimos tiempos.
Don Juan Valera no fue nunca apocal¨ªptico. Fue acad¨¦mico temprano, bibli¨®filo, mujeriego, volteriano, diplom¨¢tico esc¨¦ptico y conservador, liberal y relativista, amigo de conservadores como Est¨¦banez Calder¨®n, Laverde o Men¨¦ndez Pelayo, detractor de Donoso Cort¨¦s. En su larga vida profesional estuvo pocos a?os antes como embajador en Estados Unidos -donde la hija de su secretario de Estado se suicid¨® en los salones de su Embajada, despechada en su amor por ¨¦l al enterarse de su marcha- y sab¨ªa que en el conflicto con Estados Unidos no ten¨ªamos nada que hacer. Pero hay testimonios de que aquella historia le marc¨® profundamente, hasta recrear de modo positivo los amores de una ni?a y un viejo en Juanita la Larga (seg¨²n creo), pues el viejo don Juan hasta pens¨® que hubiera podido quedarse con ella en Am¨¦rica. En fin, que en medio de esta novela hist¨®rica, de caballer¨ªas, bizantina, f¨¢ustica, fant¨¢stica, enciclop¨¦dica, budista y hasta teos¨®fica (siempre te?ida de iron¨ªa y escepticismo) viene a decirnos que nos dejemos de glorias pasadas, de bambalinas y que ya que no podemos mantener colonias que las dejemos en paz y nos retiremos al campo para trabajar como Alonso Quijano tras ser vencido por el caballero de la Blanca Luna, sin construir un barco de guerra m¨¢s, abandonando hasta a las mujeres (lo que m¨¢s le costaba, pero a la fuerza ahorcaban, a su edad y con su ceguera) y a ver si pod¨ªamos as¨ª cultivar nuestro jard¨ªn y enriquecernos un poco, que falta que nos hac¨ªa: en total austeridad, trabajo, cultura y tolerancia: don Juan Valera fue siempre un optimista hasta el final, y ¨¦se fue el testamento que nos dej¨®, a ver si alguna vez nos aprovecha.
Juan Valera: Morsamor. Edici¨®n de Leonardo Romero Tobar. Fundaci¨®n Jos¨¦ Manuel Lara (Cl¨¢sicos Andaluces). Sevilla, 2003. XXXII+310 p¨¢ginas. 20 euros.
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