Memorias de granito
Viejas canteras, berruecos colosales y prados bien cercados jalonan un paseo sencillo por este anejo de El Escorial
Al sur de El Escorial, entre Valdemorillo y Zarzalejo, queda Peralejo, un lugar chiquit¨ªn -el diminutivo no enga?a- pero asaz animado: 200 vecinos, seis restaurantes y un centro de recuperaci¨®n de fauna salvaje, llamado Ca?ada Real, por el que pasan 20.000 visitantes al a?o. La suerte de Peralejo muchos pueblos grandes la quisieran. Mas la suerte de los pueblos cambia. Que se lo digan a Peralejo, al que en 1896, tiempos de vacas flacas, no le qued¨® otra que agregarse a El Escorial y perder su condici¨®n de pueblo. Tampoco es una desgracia terrible: ser un anejo pr¨®spero es mejor que ser un pueblo pobre. M¨¢s se perdi¨®, dos a?os despu¨¦s, en Cuba.
Lo que no ha perdido Peralejo, y eso le distingue de las urbanizaciones sin car¨¢cter de sus vecindades -Pinosol, El Ventorro, El Alcor-, es la memoria, porque la tiene grabada en los discos duros, ?dur¨ªsmos!, de sus canteras de granito. De ellas sali¨® la piedra para labrar la iglesia de San Mat¨ªas (1805), cuya primitiva estructura, del siglo XV, "ya parec¨ªa un pajar". As¨ª lo consign¨® Francisco Peral, un cura brioso, escribidor y con influencia, pues a su mesa se sentaron personajes como la reina Mar¨ªa Josefa o el infante don Juan, inaugurando la tradici¨®n gastron¨®mica de este lugar, que debe de tener el mayor n¨²mero de restaurantes per c¨¢pita de Espa?a.
Peralejo no ha perdido la memoria, porque la tiene grabada en sus canteras de granito
Detr¨¢s de la iglesia, en el restaurante La Horca, se halla la picota o columna de granito donde anta?o se colgaba -o, al menos, era aviso de que pod¨ªa hacerse- a los criminales. Y poco m¨¢s all¨¢, a la derecha del restaurante La Cuna, nace, arropada entre cercas de la misma piedra, la calleja que comunicaba Peralejo con la villa de El Escorial cuando el asfalto a¨²n no se estilaba; una calleja por la que hoy vamos a pasear atravesando prados salpicados de fresnos copudos y robles herc¨²leos, sauces y arces de Montpellier, encinas y enebros. De todo menos perales, que -bromas de la toponimia- no los hay en Peralejo, la vieja parroquia del padre Peral.
Nada m¨¢s salir por la calleja, descubriremos las ruinas del camposanto; cementerio de laborantes, le dicen, pues en ¨¦l fueron sepultados numerosos cortadores, labrantes y mamposteros de Peralejo que se dejaron el pellejo en la obra de El Escorial. Y, a la media hora del inicio, tras cruzar el arroyo Fuentevieja, llegaremos a una cantera en la que, hasta hace no mucho, El Chato, El Foro o El Pichuco demostraron sus habilidades con la maceta y el cincel. El lugar, con sus fosas geom¨¦tricas inundadas en las que se refleja la mole gran¨ªtica de la Machota Baja, es un noble pante¨®n de los saberes artesanales que el progreso ha exterminado.
Pasada la cantera, la calleja se angosta entre cercas devoradas por las zarzas, rosales silvestres y madreselvas; bordea la urbanizaci¨®n Pinosol y faldea un altillo pe?ascoso desde el que se otea toda la sierra de Guadarrama. All¨ª mismo, en un prado que cae a mano derecha, descuella el canto de los Santos, un berrueco colosal con antiqu¨ªsimas se?ales de corte. As¨ª es como debi¨® de trocearse otro famoso canto de Peralejo, el del prado de los Reyes, del que, seg¨²n la tradici¨®n, "salieron seis reyes y un santo" -refiri¨¦ndose a las cicl¨®peas esculturas de Monegro que adornan el monasterio de San Lorenzo- "y a¨²n qued¨® para otro tanto".
Un poco m¨¢s adelante, como a una hora del inicio, la calleja desemboca en una ancha pista de tierra que, a su vez, muere en la carretera M-600, a la vista de El Escorial. Justo donde acaba la calleja, hay un panel de madera donde los ni?os del colegio Felipe II de El Escorial han escrito esta frase de Stevenson: "No pido otra cosa: el cielo sobre m¨ª y el camino bajo mis pies". El eco infantil de este viejo pensamiento nos acompa?ar¨¢ durante el regreso (otra hora, por la misma calleja), record¨¢ndonos que, mientras corra savia nueva por los antiguos caminos, la memoria de nuestros pueblos, incluso los que ya no lo son, seguir¨¢ viva.
Un plan perfecto para ni?os
- D¨®nde. Peralejo dista 53 kil¨®metros de Madrid yendo por la carretera de A Coru?a (A-6) hasta Las Rozas, por la M-505 hasta El Escorial y por la M-600 (direcci¨®n Valdemorillo) hasta el desv¨ªo que aparece se?alizado poco despu¨¦s de rebasar el kil¨®metro 14.
- Cu¨¢ndo. Este paseo de dos horas -seis kil¨®metros, ida y vuelta por el mismo camino-, con un desnivel acumulado de s¨®lo 50 metros y una dificultad muy baja, es recomendable en cualquier ¨¦poca del a?o y para personas de cualquier edad y condici¨®n f¨ªsica. A pesar de su sencillez, conviene llevar calzado de monta?a, pues algunos tramos de la calleja suelen estar permanentemente encharcados.
- Qui¨¦n. Javier Zarzuela Arag¨®n es el autor de Excursiones para ni?os por la sierra de Madrid, publicado por Ediciones La Librer¨ªa (tel¨¦fono 91 541 71 70), en la que se describen distintas variantes de esta ruta, cuyo complemento perfecto -pensando en los chavales- es la visita al Centro de Naturaleza Ca?ada Real (tel¨¦fono 91 890 04 51), que est¨¢ situado frente a la iglesia de Peralejo y abre todos los d¨ªas de 10.00 a 18.00. Aqu¨ª pueden verse de cerca animales salvajes como lobos, rapaces, jabal¨ªes, cabras monteses...
- Y qu¨¦ m¨¢s. Cartograf¨ªa: hoja 18-21 del Servicio Geogr¨¢fico del Ej¨¦rcito, o la equivalente (533) del Instituto Geogr¨¢fico Nacional.
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