Vida nueva
Tengo un amigo que ha dejado de fumar, tengo amigos que incluso han dejado de fumar varias veces. Tengo un amigo que me dice que, ahora que ya no fuma, el tabaco le parece una cosa muy antigua. Lo que m¨¢s le sorprende en su nuevo mundo de no fumador es lo viejo que parece el rito de fumar. Vuelve a su casa y encuentra el cenicero lleno de colillas de su mujer, y el espect¨¢culo le parece de otro siglo. No es el horrible olor a habitaci¨®n fumada, es el espect¨¢culo de la ceniza y las colillas, planeta extinguido, de pel¨ªcula de hace cincuenta a?os: todos los protagonistas murieron hace mucho.
Estoy de acuerdo con mi amigo. El tabaco est¨¢ en liquidaci¨®n. Incluso ha sido desbaratado el encanto de los paquetes de cigarros, arte para coleccionistas, el aspecto infantil del vicio. Hoy habr¨¢ quien coleccione las distintas esquelas sanitario-mortuorias que la voz de la verdad razonable inserta en los paquetes. Propongo una nueva leyenda: El tabaco es una cosa vieja, cochambrosa. En los bares irlandeses de Irlanda, de aspecto tan antiguo, ahora se proh¨ªbe fumar, y los fumadores empecinados han creado una caja de resistencia para pagar multas, y organizan viajes al otro lado de la frontera, al Ulster, donde todav¨ªa los bares admiten tabaco. Yo les recomiendo los bares irlandeses de Sevilla, M¨¢laga, Nerja y Granada. Son de los que puedo hablar: los que conozco como fumador y bebedor.
Aqu¨ª no ha llegado a¨²n la ley antitabaco, pero llegar¨¢. Son cosa antigua, insana, nuestros bares, como los irlandeses. Tendr¨¢n que desaparecer, como los tel¨¦fonos fijos y los cables, tan sucios. Yo antes, salvo en casos de necesidad, jam¨¢s llamaba a nadie a su tel¨¦fono m¨®vil, porque pensaba que el m¨®vil s¨®lo es para urgencias y trabajo, pero ahora no s¨¦ si llamar al tel¨¦fono fijo. ?Es demasiado ¨ªntimo un tel¨¦fono de cables, s¨®lo para casos muy dom¨¦sticos? Tambi¨¦n est¨¢ cambiando la idea de intimidad. Gracias al triunfo del m¨®vil, en la calle asisto a bastantes peleas de novios, y he observado un nuevo tipo de transe¨²nte ciudadano, abismado en su m¨®vil y en s¨ª mismo, tecleando, andando con las piernas un poco abiertas, torpe todav¨ªa, neozombi telef¨®nico, como perdido ¨ªntimamente en el humo del noveno cigarro.
Me parecen de inter¨¦s general los consejos de la Academia Americana de Pediatr¨ªa para la vida sana de los ni?os. Hay que lavarse las manos, hay que ser bueno, hay que eliminar las bebidas artificiales y beber leche (pero en los cartones de leche que yo compro no dice de d¨®nde sale esta leche, si es de vaca, cabra, burra o cualquier otro mam¨ªfero natural o artificial). Hay que rechazar las drogas y el alcohol. Tenemos que vivir alertas: aplicarnos una crema protectora antes de salir a la calle, ir por la sombra, ponernos gorra y gafas oscuras para hacer deporte (visi¨®n: un parque lleno de ni?os con gafas oscuras), no facilitar informaci¨®n a extra?os sobre nuestros datos personales. Si encontramos un arma, no debemos tocarla: avisemos a los padres o a sus representantes. Vivimos en un mundo de extra?os, armas y radiaciones, y la Academia nos recomienda una vida de soldados o agentes especiales, aunque el de soldado sea un oficio antiguo y tradicionalmente propicio al humo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.