Nace la justicia sin fronteras
La euroorden acabar¨¢ con los procesos de extradici¨®n y agilizar¨¢ la persecuci¨®n de 32 delitos graves
La euroorden, que terminar¨¢ dentro de Europa con los procedimientos de extradici¨®n y agilizar¨¢ la detenci¨®n y la entrega de delincuentes, naci¨® el pasado d¨ªa 1, pero con problemas. Pa¨ªses clave como Alemania e Italia, que ha presidido la Uni¨®n Europea el pasado semestre, han arrastrado los pies frenando este instrumento b¨¢sico para luchar contra el crimen organizado y, en especial, el terrorismo. S¨®lo ocho pa¨ªses, entre ellos Espa?a, ya est¨¢n listos para aplicarlo. El resto llegan tarde a la cita, pero aseguran que antes de mayo todos, incluso los nuevos socios, lo habr¨¢n refrendado.
Los largos y laboriosos procesos de extradici¨®n para conseguir la detenci¨®n y la entrega de un delincuente tienen sus d¨ªas contados dentro de la UE. La llamada euroorden simplifica el proceso, en el que ya no intervienen las autoridades pol¨ªticas. Un formulario com¨²n, emitido por una autoridad judicial, debe ser reconocido forzosamente por la autoridad judicial del pa¨ªs en el que se halle el delincuente, que deber¨¢ ser entregado de inmediato (diez d¨ªas en caso de que el delincuente consienta) o en un plazo m¨¢ximo de dos meses prorrogables a tres en casos excepcionales.
El Gobierno de Berlusconi ha sido el mayor enemigo de la norma europea
La vieja t¨¢ctica de evitar la extradici¨®n cometiendo delitos menores no ser¨¢ v¨¢lida
La diferencia entre los procedimientos de extradici¨®n y la euroorden es "abismal", seg¨²n la califica un experto de Bruselas. Una extradici¨®n tarda un m¨ªnimo de tres meses, suele durar a?os y, en muchas ocasiones, queda bloqueada en el nivel pol¨ªtico. La denegaci¨®n de la entrega ser¨¢ ahora extraordinaria y, desde luego, tendr¨¢ que estar motivada. El pa¨ªs al que se le reclame la entrega podr¨¢ aportar tambi¨¦n pertenencias personales del delincuente que puedan ayudar al esclarecimiento del delito.
La vieja estratagema de evitar la extradici¨®n cumpliendo delitos menores en el pa¨ªs de acogida tampoco ser¨¢ ya v¨¢lida, pues la norma europea (que pueden aplicarla ya mismo los seis pa¨ªses que la han aprobado) contempla la entrega temporal inmediata para que el delincuente sea interrogado y juzgado en el pa¨ªs que lo reclama.
En el fondo, se trata de un reconocimiento mutuo y autom¨¢tico de las decisiones judiciales (no s¨®lo las sentencias) en la persecuci¨®n de 32 delitos graves; que la justicia viaje sin fronteras.
El avance es tan espectacular que el juez Baltasar Garz¨®n se quej¨® en enero de 2002 de que la UE hubiera aplazado su aplicaci¨®n hasta enero de 2004. Pero en Europa no todos son tan entusiastas. El Gobierno de Silvio Berlusconi ha sido el mayor enemigo de la euroorden. Rechazaba fundamentalmente que se hubiera incorporado entre los delitos a perseguir el de la corrupci¨®n, una de las acusaciones que pesaba desde Espa?a contra Berlusconi.
En noviembre pasado su ministro de Justicia, Roberto Castelli, recordaba al Parlamento Europeo que ¨¦l siempre ha sido contrario. No obstante, en el Consejo europeo de Ministros del 27 de noviembre pasado, Italia asegur¨® que tendr¨¢ la euroorden lista para febrero en un r¨¢pido turno de palabra sobre este asunto. Es lo ¨²nico que la presidencia ha hecho en su mandato semestral por este importante cap¨ªtulo.
Pero Italia no est¨¢ sola contra la euroorden. Basta ojear el texto oficial de la norma europea para comprobar que hasta ocho pa¨ªses de quince (Francia, Italia, Austria, B¨¦lgica, Irlanda, Dinamarca, Finlandia y Suecia) declaran excepciones. Los tres primeros lo hacen para garantizar que la euroorden no se aplique con car¨¢cter retroactivo. Francia habla de delitos cometidos despu¨¦s de 1993, a?o de entrada en vigor del Tratado de la UE. Italia y Austria, a partir de este mes.
El retraso que registra la puesta en marcha de la euroorden se debe tambi¨¦n a que algunos pa¨ªses han debido acometer cambios constitucionales para adaptarla a sus normas (y ceder en cierta forma soberan¨ªa en asuntos que antes eran estrictamente nacionales) y todo parece indicar que Alemania ser¨¢ el ¨²ltimo en entrar, coincidiendo con la llegada de los diez nuevos socios.
Pero, retrasos al margen, esta norma supone una conquista sin precedentes en la UE, que s¨®lo ser¨¢ posible gracias a la confianza mutua de los sistemas legislativos europeos, suficientemente garantistas, un aspecto en el que hasta hace poco Grecia todav¨ªa levantaba suspicacias por parte de sus socios.
Los atentados del 11 de septiembre de 2001 hicieron mucho por la euroorden, un proyecto que los Quince acariciaban ya en 1999 y por el que abog¨® decididamente el Parlamento Europeo.
Dinamarca, que presid¨ªa la UE en el segundo semestre de 2002, y Espa?a dieron ejemplo de c¨®mo la voluntad pol¨ªtica agiliza procedimientos aprobando leyes en tiempo r¨¦cord.
Tambi¨¦n espoleada por los atentados, la UE aprob¨® una lista de organizaciones terroristas, entre las que se incluye Batasuna, contra las que luchar con instrumentos como la congelaci¨®n de sus bienes.
Esta nueva norma no est¨¢ relacionada con la euroorden, aunque psicol¨®gicamente, como dice la Comisi¨®n Europea, forma parte del mismo paquete; un paquete que para Espa?a y su lucha antiterrorista, batallada en el pasado casi en solitario, ha supuesto, en palabras de la eurodiputada socialista Rosa D¨ªez, "una reparaci¨®n hist¨®rica".
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