Periodistas
El rey Mohamed VI ha concedido el indulto al periodista Al¨ª Lmrabet. Marruecos da un paso decisivo hacia la democracia al comprender que la prensa en libertad es tambi¨¦n manipulable. Las sentencias contra los informadores o los caricaturistas, los barrotes de la c¨¢rcel y las huelgas de hambre dan miedo, pero no crean una opini¨®n p¨²blica favorable. Por eso el poder s¨®lo madura sus instintos represivos cuando deja a un lado las antip¨¢ticas tijeras del censor y se dedica a crear opiniones. Mohamed VI quiere modernizar Marruecos, o sea, quiere modernizarse a s¨ª mismo. Necesita acabar con la tragedia imp¨²dica de las pateras y comprender del todo que no hace falta meter a periodistas en la c¨¢rcel para contar con una lealtad inquebrantable en los medios de comunicaci¨®n. El arte de los silencios y los altavoces, la necesidad de existir, el ocultamiento de los datos y las alianzas empresariales sustituir¨¢ en Marruecos al manojo de llaves de los carceleros. Y esperemos que as¨ª sea, porque algo es algo. Siempre es mejor un periodista marginado que un periodista condenado, como tambi¨¦n es mucho mejor, aunque no s¨¦ si menos peligroso, un fiel director de los telediarios gubernamentales que un polic¨ªa con estaca y mando en plaza. Mohamed VI debe aprender que, en vez de mandar a la c¨¢rcel a los periodistas inc¨®modos, puede calumniarlos y dejarlos sin trabajo. Si no gusta, por ejemplo, la disciplina informativa de una corresponsal de la televisi¨®n p¨²blica, podr¨¢ cerrar su despacho, acusarla de no vivir con las cuentas claras, de gastarse mucho dinero en ropa, y abrirle as¨ª un expediente informativo. Como las pruebas siempre se buscan despu¨¦s de lanzar la calumnia, el desprestigio personal cumplir¨¢ la labor de los cerrojos, y la condenada, adem¨¢s, deber¨¢ buscarse la comida por su cuenta.
El rey Mohamed VI progresa. M¨¢s que censurar ideas, tiene por delante la aventura de controlar la opini¨®n de los ciudadanos, de formar periodistas de confianza, de convertir la televisi¨®n p¨²blica en un ¨®rgano de propaganda, de asegurarse el apoyo de los medios privados. La realidad no es un hecho objetivo, sino un conjunto flexible de miedos, necesidades y pol¨¦micas, en el que las supersticiones son tan reales como las piedras. Dec¨ªa Baudelaire que Dios es el ¨²nico ser que no necesita existir para reinar. Ya no es el ¨²nico. Sin existir, tambi¨¦n gobiernan hoy el mundo las armas de destrucci¨®n masiva de Sadam, los intereses nacionales, la defensa de los derechos humanos y la libertad. En su nueva tarea de equidad y reconciliaci¨®n, Mohamed VI buscar¨¢ plumas acomodadas o periodistas libres a los que les sea dif¨ªcil comprobar los datos que ofrece el Gobierno a la hora de analizar la realidad. Tambi¨¦n deber¨¢ asumir otro tipo de esc¨¢ndalos. En vez de cargar con la mala imagen de las prisiones, tal vez deba mostrar su firmeza en otras tesituras; por ejemplo, manteniendo en su puesto a los periodistas fieles que sean condenados en los tribunales por dar informaciones manipuladas a los ciudadanos. La cadena carcelaria ser¨¢ sustituida por la cadena p¨²blica de televisi¨®n. En fin, que Al¨ª Lmrabet ha sido indultado, que Marruecos se moderniza y que yo me alegro. Su orgullo al salir de la c¨¢rcel no deja de ser una lecci¨®n para nuestra adocenada libertad.
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