Portugal, m¨¢s de un a?o bajo sospecha
El esc¨¢ndalo de pederastia 'Casa Pia' se convierte en una telenovela judicial con pol¨ªticos y famosos implicados
Portugal prepar¨® el fin de a?o con una noticia aparentemente tranquilizadora: el fiscal del Estado, Souto Moura, anunciaba el 29 de diciembre el final de la investigaci¨®n del caso Casa Pia, la instituci¨®n educativa m¨¢s importante del pa¨ªs sometida a la sospecha de que cientos de alumnos hu¨¦rfanos fueron sometidos a pr¨¢cticas sexuales por parte de personalidades relevantes de la sociedad portuguesa. Moura anunci¨® la acusaci¨®n formal contra 10 de los 13 imputados, la mayor¨ªa de los cuales est¨¢n en la c¨¢rcel desde hace meses y entre los que sobresal¨ªan el n¨²mero dos del partido Socialista (Paulo Pedroso), el presentador de televisi¨®n m¨¢s famoso (Carlos Cruz), un ex embajador ante la Unesco (Jorge Ritto) y un conocido humorista (Herman Jose).
Existe la sombra de un final sin castigo para un caso terrible
Han surgido muchas dudas sobre el rigor de la investigaci¨®n del caso
Un mes antes de la fecha prevista, la justicia cumpl¨ªa con los plazos marcados. Se hab¨ªa interrogado a 600 personas. Todos los pormenores del caso descansan en los casi 13.000 folios, 60 vol¨²menes y 136 anexos del sumario. Despu¨¦s de algo m¨¢s de un a?o de rumores y sospechas que se cern¨ªan sobre la clase pol¨ªtica y la sociedad portuguesa, todo parec¨ªa quedar limitado a 10 acusaciones. Se descart¨® asimismo la existencia de una red criminal, aunque se abr¨ªan otras 14 investigaciones separadas. El pa¨ªs pod¨ªa descansar de un asunto que hab¨ªa monopolizado la opini¨®n p¨²blica. Pero con el a?o nuevo llegaron los fuegos artificiales.
El fin de la investigaci¨®n supuso, tal y como es el sistema judicial portugu¨¦s, el comienzo de la instrucci¨®n y, por tanto, el acceso al sumario y la posibilidad para los abogados defensores de contrastar las pruebas y conocer los detalles de la investigaci¨®n. Lleg¨® la hora de saber qu¨¦ es lo que se hab¨ªa investigado. Las noticias no se hicieron esperar, a pesar del secreto sumarial. Y ya el d¨ªa de a?o nuevo el Jornal de Noticias, el peri¨®dico de mayor difusi¨®n, anunciaba que en el sumario figuraban una serie de cartas an¨®nimas que involucraban como presuntos pederastas nada menos que al presidente de la Rep¨²blica, Jorge Sampaio, y al comisario europeo y candidato a presidir la Comisi¨®n, Antonio Vitorino. Otros diarios se hac¨ªan eco de la menci¨®n como sospechosos de Ferro Rodrigues, actual secretario general del Partido Socialista; Jaime Gama, ex ministro de Exteriores socialista, y dos ex futbolistas, Chalana y Carlos Manuel. Estas sospechas no fueron elevadas a imputaciones porque, entre otros detalles, estos supuestos actos pederastas hab¨ªan prescrito. El propio presidente tuvo que salir al paso de las noticias publicadas para aludir a la necesaria sensatez de la justicia y de los medios de comunicaci¨®n.
La caza del pederasta volv¨ªa a estar servida. Los aludidos no pueden defenderse porque no existe ninguna acusaci¨®n en su contra, ni tampoco querellarse porque no conocen qui¨¦n les acus¨®. Algunas redacciones de medios informativos herv¨ªan a la b¨²squeda de apellidos conocidos relacionados con el caso. Circulaban listas. Se recordaba como prof¨¦ticas las palabras de la actual directora de la instituci¨®n, Catalina Pestana, quien lleg¨® a decir que cuando Portugal conociese los nombres de los implicados se producir¨ªa "un terremoto". Y los analistas se preguntaban espantados c¨®mo era posible que unas cartas an¨®nimas sin ning¨²n valor probatorio pudieran haber sido incluidas en el sumario. La investigaci¨®n empezaba a ser cuestionada.
Algunas dudas sobre el rigor de la investigaci¨®n ya hab¨ªan sido puestas de manifiesto en meses anteriores, cuando se supo que la polic¨ªa hab¨ªa gozado de demasiada mano abierta a la hora de pinchar tel¨¦fonos para hacer sus pesquisas. Los pinchazos llegaron tan lejos como a intervenir las conversaciones entre Ferro Rodrigues, l¨ªder del Partido Socialista, y Jorge Sampaio. Pero ahora se ten¨ªan otras noticias sospechosas: la acusaci¨®n contra el humorista Herman Jose, por ejemplo, que lo sit¨²a en una determinada fecha visitando una casa de Elvas, uno de los domicilios donde los menores eran trasladados para ser sometidos a pr¨¢cticas sexuales. Pues bien, en esa fecha parece probado que no se encontraba en Portugal. ?Por qu¨¦ los investigadores no comprobaron esa fecha con la agenda del imputado? A Pedroso le ha sucedido algo parecido, aunque sobre ¨¦l pesan 23 acusaciones. Algunos de los testigos son j¨®venes adolescentes involucrados en el consumo de drogas y en la prostituci¨®n. Los analistas se preguntan si pueden considerarse testigos fiables.
La "telenovela judicial", como se le ha denominado al caso dado el fervor que sienten los portugueses por este tipo de programas, no ha dejado de ofrecer nuevos cap¨ªtulos a sus seguidores. El semanario Focus desvelaba que, en el transcurso de la investigaci¨®n, la polic¨ªa hab¨ªa mostrado a los testigos fotograf¨ªas para la identificaci¨®n de personajes de relevancia p¨²blica como el ex presidente Mario Soares, el presidente de la conferencia episcopal, el cardenal Jos¨¦ Policarpo, o el presidente del Congreso, Jo?o Mota Amaral. Se trataba de un m¨¦todo de investigaci¨®n sin valor probatorio, pero el hecho en s¨ª induce a una obsesi¨®n por involucrar a personalidades, cuyos apellidos pueden ahora aparecer por cualquier esquina del sumario. El caso ha llegado al punto de que algunos analistas se preguntan c¨®mo es posible que todos los nombres de personalidades pol¨ªticas aparecidas afecten casi en exclusiva al Partido Socialista. P¨²blico desmenuzaba c¨®mo el caso lleg¨® a manos del juez Rui Teixeira, un hombre joven que acude al juzgado en vaqueros y zapatillas deportivas, cuando el sorteo entre los juzgados lo hab¨ªa adjudicado a otro magistrado.
Las filtraciones y desmentidos est¨¢n ahora a la orden del d¨ªa en una espiral que no parece tener fin. Ya el fiscal general del Estado tuvo que salir al paso de las cartas an¨®nimas aludiendo a su nulo valor probatorio, pero algunos editoriales se preguntaban por qu¨¦ permiti¨® que fueran incorporadas al sumario. Luego, los abogados del diputado Pedroso y del presentador Carlos Cruz tuvieron que negar que sus defendidos hubieran tratado de ocultar con cirug¨ªa est¨¦tica algunos rasgos de su cuerpo para evitar ser identificados durante un examen m¨¦dico al que fueron sometidos hace un mes.
El impacto que producen las informaciones que hacen alusi¨®n a un sumario tan extenso y con tanto alimento informativo ha llegado al propio Parlamento, donde esta semana algunos diputados han comenzado a sugerir si, aprovechando la reforma constitucional, no deber¨ªa tenerse en cuenta la adopci¨®n de algunas limitaciones a la libertad de prensa para preservar el derecho al honor o el secreto de un sumario. Naturalmente, el sindicato de periodistas ha puesto la voz de alarma, as¨ª como algunos editoriales, caso del diario P¨²blico, donde su director, Jose Manuel Fern¨¢ndes, alude a la famosa caza del mensajero: "Hay m¨¢s de 13.000 folios de proceso, material suficiente para alimentar durante meses sucesivos casos. Hay muchas m¨¢s cartas an¨®nimas. Hay m¨¢s decenas de nombres. Hay m¨¢s fotograf¨ªas que fueron mostradas a los testigos. Y, a lo que parece, hay muchas m¨¢s se?ales de que fueron colocados en el proceso documentos in¨²tiles, gratuitos o irrelevantes, cuya divulgaci¨®n tanto puede lanzar barro sobre el nombre de muchos inocentes como puede acabar por destruir todo lo que resta de credibilidad a la investigaci¨®n y a la acusaci¨®n". "Si el problema est¨¢ en el mensaje", concluye el editorial, "el mensajero no es un sujeto pasivo o amorfo. Si no, no es periodista. Tampoco es polic¨ªa o juez. Y no debe estar amordazado salvo por sus principios ¨¦ticos".
Portugal ha comenzado el a?o en medio del esc¨¢ndalo y con la sombra de la pederastia de nuevo sobre la opini¨®n p¨²blica. Para remate, el jueves deten¨ªan a 12 implicados, entre ellos algunas figuras p¨²blicas y pol¨ªticas, en otro sumario de pederastia abierto en una isla de las Azores.
El calendario es ahora implacable: hay dos meses prorrogables para que acabe el periodo de instrucci¨®n del asunto Casa Pia. Otros jueces pueden ahora echar al traste la acusaci¨®n, mientras la opini¨®n p¨²blica debate sobre la eficacia de su sistema judicial y la libertad de expresi¨®n. Y en el fondo, la sombra de un final sin castigo para un caso terrible: que una instituci¨®n educativa p¨²blica como Casa Pia fue foco de actos criminales, que cientos de menores, hu¨¦rfanos y disminuidos, los m¨¢s indefensos de entre sus 4.500 escolares, fueron sometidos a abusos y trasladados para pr¨¢cticas sexuales a diversos domicilios. Que esas pr¨¢cticas se produjeron durante a?os. Y que altos funcionarios fueron c¨®mplices o miraron para otro lado.
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