La poes¨ªa de Jos¨¦ Hierro, en una mimada encuadernaci¨®n
61 artesanos homenajean a Jos¨¦ Hierro en el Museo de Artes Decorativas con una primorosa edici¨®n de 22 de sus poemas
Los libros son seres vivos. Invitan a deslizarse por los surcos de palabras que sus l¨ªneas trazan y a elevarse luego hasta la evocaci¨®n enso?ada. Brindan adem¨¢s un deleite sensorial palpable. Tacto, tama?o y textura, combinados con la sustancia de sus relatos, proporcionan una satisfacci¨®n suprema y ¨²nica. As¨ª lo aseguran los bibli¨®filos. Ellos saben que la primera trama de un buen libro es su encuadernaci¨®n. Por ello, los encuadernadores m¨¢s prestigiosos de Espa?a tributan un homenaje al poeta madrile?o Jos¨¦ Hierro, desaparecido hace un a?o, veintid¨®s de cuyos mejores poemas han sido encuadernados en 61 magn¨ªficos libros.
El Museo Nacional de Artes Decorativas, en la calle de Montalb¨¢n, 12, junto al Retiro, muestra gratuitamente hasta el 18 de enero y en horario matutino, las obras reunidas por iniciativa de la Asociaci¨®n para el Fomento de la Encuadernaci¨®n de Arte, Afeda, que preside Mar¨ªa Victoria Calder¨®n. Cuenta con m¨¢s de ochocientos miembros, invitados a festejar el d¨¦cimo aniversario de esta entidad sin ¨¢nimo de lucro. Gloria Fern¨¢ndez Lape?a, entusiasta de esta artesan¨ªa, ha sido designada comisaria de la exposici¨®n, que visitar¨¢ el Instituto Cervantes, de Par¨ªs, en febrero y la capital abulense en abril.
La muestra de la Asociaci¨®n para el Fomento de la Encuadernaci¨®n ir¨¢ luego a ?vila y Par¨ªs
"Busqu¨¦ afanosamente un texto que singularizara nuestra onom¨¢stica, y gracias a Jos¨¦ Mar¨ªa Mu?oz Quir¨®s, vinculado a la ciudad de ?vila, por la que Jos¨¦ Hierro sent¨ªa especial afecto, consegu¨ª establecer contacto con su viuda, ?ngeles Torres", explica la comisaria. "Nos dio luz verde para disponer de esa veintena de magn¨ªficos poemas", a?ade. "Entonces, Miquel Plana, artesano de Olot, hizo el aguafuerte del frontispicio; ilustr¨® con colores los poemas; los estamp¨® en grabados numerados que firm¨®; los compusimos en caracteres Palatino sobre papel de hilo Biblos en la imprenta olotina Aubert e imprimimos 888 ejemplares, algunos preferentes, para la viuda de Hierro y sus hijos y otro para Mu?oz Quir¨®s, que es el autor del pr¨®logo de Fe de vida, nombre elegido para el libro", se?ala.
Con el texto en rama, es decir, cosido por su canto izquierdo, 61 encuadernadores de la asociaci¨®n se involucraron en esta aventura. El reto fue excitante: la encuadernaci¨®n depende de un gran n¨²mero de variables; tienen que ver con materiales como el cart¨®n, el papel, la cuerda, el hilo, la cola y la piel, entre otros. As¨ª lo explica Isabel Lifante, que dirige un centro de ense?anza de encuadernaci¨®n en la calle de Villanueva, 10. De igual modo, esos materiales, que evolucionan de maneras muy diferentes, han de ser tratados con prensa, punzones, taladros, agujas y limas. Es preciso desplegar para ello astucia y ma?a; combinar tambi¨¦n pericia con buen gusto, erudici¨®n con m¨¦todo, m¨¢s sentido com¨²n y armon¨ªa. "Y sin olvidar la proporcionalidad", subraya Lifante, que ha presentado a la exposici¨®n del Museo de Artes Decorativas un libro primorosamente encuadernado, con dise?o de Andrea Bagney de fondo blanco y las letras del nombre del poeta y el t¨ªtulo de la obra perforadas sobre la piel de la cubierta.
Las pieles m¨¢s empleadas ahora suelen ser las de b¨²falo, que admiten colores desde el naranja y el verde lim¨®n hasta el morado; el chagrin, de ternera, muy oscuro, y, ¨²ltimamente, la piel de raya, ese misterioso animal marino que se ense?orea de los parajes abisales embozado en su oscuro jub¨®n en forma de manta.
Grabadores como Jos¨¦ Luis Garc¨ªa Rubio, uno de los m¨¢s prestigiosos artesanos del pa¨ªs, que labora en la Imprenta Municipal del Conde Duque, se han volcado en delicadas rotulaciones sobre los lomos de los libros, mientras Montse Bux¨® ha ornamentado muchas de las guardas, esos forrajes internos de las cubiertas, policromados por ella con un esmero que encuadernadoras como Gloria Fern¨¢ndez Lape?a, M¨®nica Muguiro e Isabel Lifante consideran insuperable. Toda una sinfon¨ªa de incisiones, trazos, calados, transparencias o pinceladas, con la paleta crom¨¢tica y tonal m¨¢s completa que pueda imaginarse, ha sido desplegada por los encuadernadores para ornamentar sus 61 libros, que a simple vista exhiben sus personalizadas expresiones signadas de finura e imaginaci¨®n.
Pero adentro, en el coraz¨®n mat¨¦rico de esas espl¨¦ndidas pieles inscritas con el nombre del poeta madrile?o Jos¨¦ Hierro, permanecen aquietados antag¨®nicos empujes que han sido sabiamente dome?ados por los encuadernadores, con juegos de cordeles, pegamentos y astucias. As¨ª, no s¨®lo los atirantan y refrenan, sino que adem¨¢s confieren al libro una entidad que invita a su tocamiento placentero y a su gozosa lectura.
S¨®lo el tiento de un esfuerzo paciente y disciplinado logra expresiones tan bellas como las de esta exposici¨®n, que hoy convierte a Madrid en la capital europea de tan delicada artesan¨ªa. Contra ella no pudieron ni las brumas medievales -gracias a la callada salvaguarda de los monjes- ni los fragores que incendiaron Europa tras la revoluci¨®n de Gutenberg, atemperados por el r¨ªgido canon de la encuadernaci¨®n ideado desde Venecia por Aldo Manuzio. Gracias a ellos y a los que la innovan hoy en exposiciones como ¨¦sta, la encuadernaci¨®n ha podido ser considerada compa?era ¨ªntima de la cultura, naturalmente, escrita.
Un combate tesonero
La encuadernaci¨®n de un libro consiste en consolidar un recipiente para albergar su texto. La tarea se realiza mediante una secuencia de funciones estrechamente interrelacionadas. Un peque?o error en el arranque significar¨¢, a la postre, una deformaci¨®n de incorregible holgura.
Clave inicial de la encuadernaci¨®n es el cosido de las hojas de los pliegos de papel imprimidos. Suele ser transversal, al modo del de un telar, y deja las hiladas sueltas tras cada pase. Encolado su canto interior as¨ª cosido, se remata ¨¦ste mediante las denominadas cabezadas, refuerzos que ornamentan sus quicios superior e inferior. Luego se cajea esta especie de taco as¨ª obtenido y, a martillo, se dispone la curvatura convexa del extremo del papel, combadura necesaria para que un lomo de piel pueda articular la apertura y cierre del libro con su tapa. El perfiel exterior de las hojas quedar¨¢, al otro extremo, tambi¨¦n combado, pero de forma c¨®ncava.
Los hilos del cosido previo se risclan, esto es, se desmenuzan y se peinan, para adentrarlos en incisiones realizadas en las plataformas acartonadas de las cubiertas y all¨ª pegarlos con cola. Las tapas se forran con piel ornamentable o con tela en su exterior y con papel, llamado guarda, por dentro; la guarda sella el atirantado de hojas con tapas que vertebra el libro. La piel ha de ser gofrada, es decir, rebajada y vuelta en su reborde exterior para permitir su ensamblaje. Ceja es la distancia que separa el borde de la tapa cubierta de piel y el reborde o canto de las p¨¢ginas del libro.
"Una desviaci¨®n de dos mil¨ªmetros puede echar a perder toda la labor", explica Gloria Fern¨¢ndez Lape?a con una sonrisa.
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