Periodismo delictivo
La denominaci¨®n gen¨¦rica de "telebasura" incluye formatos y usos televisivos de diversa consideraci¨®n, todos tan mal considerados como exitosos, pero entre los que conviene esculcar los que, m¨¢s all¨¢ de resultar burdos, horteras, chabacanos, groseros o, incluso, soeces, recurren cada vez m¨¢s a pr¨¢cticas rayanas en lo delictivo: Me refiero, concretamente, a ciertos espacios rosa o del coraz¨®n, con la cohorte de comentaristas de la cosa social que los infestan al frente.
Esta nutrida patulea de presuntos periodistas, esgrimiendo ostentosamente el derecho a la informaci¨®n y escud¨¢ndose en la libertad de expresi¨®n, de la que se presentan como sus m¨¢s arrojados paladines, difaman, injurian y mienten a diario con creciente soltura y osad¨ªa ante la aparente inexistencia de l¨ªmites que contengan su bellaquer¨ªa.
Exhibiendo un desprecio rampante por el derecho a la intimidad y a la propia imagen de las personas que tienen la desgracia (siempre inmerecida) de ser objeto de su atenci¨®n, las insultan con m¨¢s o menos sutileza, pero siempre con sa?a, aplicando la norma, establecida por ellos a su conveniencia, de que cualquier personaje que se haya procurado alg¨²n ingreso vendiendo informaci¨®n sobre s¨ª mismo, ha dejado esa intimidad expuesta al saqueo medi¨¢tico, y puede y debe ser castigado a ver su vida instalada dentro de un escaparate para siempre, y a ser en lo sucesivo v¨ªctima de una permanente aunque velada extorsi¨®n: O acepta de grado sufrir el escarnio p¨²blico o ver¨¢ intensificada la crueldad de ¨¦ste, as¨ª como su frecuencia y duraci¨®n.
Adem¨¢s, procuran y favorecen el menudeo de los par¨¢sitos de la far¨¢ndula populachera, al dar p¨¢bulo a sus imposturas y hacer correr sus patra?as, lo que les supone un beneficio doble; por un lado consiguen ingresos inmediatos en concepto de representaci¨®n, y de paso crean en el p¨²blico la necesidad de conocer sus vergonzosas historietas, con las que justifican su labor, cobrada aparte, de oficiantes del esperpento. Este aspecto del negocio puede asimilarse a la tipificaci¨®n de estafa.
La telebasura en general ha sido reputada amplia e insistentemente como agente de empobrecimiento cultural e intelectual de la poblaci¨®n, pero el tipo concreto que nos ocupa parece especialmente pernicioso porque menoscaba valores puntales de un Estado de derecho, incluido el propio derecho de expresi¨®n, cuya invocaci¨®n para amparar la violaci¨®n del derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen no deber¨ªa permitirse.
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