"Barral, Ferrater y compa?¨ªa eran ni?os bien del franquismo"
Gudbergur Bergsson (Grindavik, Islandia, 1932) vino a Espa?a a los 24 a?os. Como dijo el cl¨¢sico, "¨¦l lleg¨® en un barco de nombre extranjero / era guapo y rubio como la cerveza". Bergsson (hijo de la monta?a) se baj¨® de la nave en Barcelona y se col¨® con su metro noventa de estatura, sus ojos azul nieve y sus b¨ªceps de obrero en las fiestas de la gauche divine. Aquel joven pobre y rebelde ven¨ªa huyendo de las penurias familiares, morales, clim¨¢ticas, religiosas y econ¨®micas sufridas en su pueblo natal de pescadores,
una infancia terrible que ahora narra con ir¨®nica maestr¨ªa en su novela biogr¨¢fica La magia de la ni?ez (Tusquets, traducci¨®n de Enrique Bern¨¢rdez); y, de repente, empez¨® a alternar con los m¨¢s insignes miembros de la Escuela de Barcelona: Carlos Barral, Gabriel Ferrater, Jaime Gil de Biedma, su todav¨ªa hoy inseparable Jaime Salinas...
"Cervantes escribe para la posteridad. El realismo m¨¢gico me parece una mierda"
Vi¨¦ndolo se dir¨ªa que el tiempo no pasa por ¨¦l; oy¨¦ndolo, destaca por su crudeza y su odio a las medias tintas. Cuando recuerda a aquellos mitos de la cultura catalana, dice: "Eran se?ores de la alta burgues¨ªa, ni?os bien cuyos bienes, derechos y dinero estaban protegidos por el franquismo y asegurados por sus familias. Ellos s¨®lo estaban amenazados hasta cierto punto. La polic¨ªa no se hubiera atrevido a tocarlos. O s¨®lo ligeramente, como a Ferrater. Cuando lo metieron en la c¨¢rcel, fue todo como un juego: sus amigos enterraron discos y libros en el jard¨ªn. ?Un juego!".
?O sea, que eran falsos rebeldes? "Bueno, eran cultos, le¨ªdos y bastante viajados, pero aparte de Salinas, que nunca se adapt¨® a la sociedad por su infancia rota (de Madrid a Argel y Estados Unidos), no hablaban ingl¨¦s ni conoc¨ªan mucho m¨¢s que Par¨ªs. Salinas se apartaba de Espa?a hablando conmigo en ingl¨¦s. Gil de Biedma estuvo unos meses en Oxford ?y convirti¨® eso en un espect¨¢culo tremendo! Y Barral presum¨ªa de hablar alem¨¢n pero en una frase cualquiera comet¨ªa diez errores. Aunque una cosa es verdad: trajeron vientos nuevos y viv¨ªan un mundo muy interesante. Y yo, que
hab¨ªa decidido que no quer¨ªa ser pescador como mi padre (para lo cual hac¨ªan falta bastantes cojones), y que ven¨ªa de trabajar en una f¨¢brica, ca¨ª de pronto en ese mundo de pijos".
?Y c¨®mo se adapt¨®? "Observaba. Hubiera podido huir pero no quer¨ªa. Hice un esfuerzo enorme por ponerme a su nivel". ?Econ¨®mico o cultural? "Econ¨®mico, no: en verano volv¨ªa a Islandia, trabajaba y ganaba dinero. As¨ª no estaba a su merced. Para ser libre hay que ser independiente econ¨®micamente. No s¨®lo las personas, tambi¨¦n los pa¨ªses". ?Y qu¨¦ impresi¨®n le produjo aquella Espa?a? "Era una sociedad que desconoc¨ªa, pero a m¨ª todo me parec¨ªa natural. Nunca hago diferencias entre pobres y ricos, como lo que haya que comer... Lo que m¨¢s me fascinaba eran las se?oras que iban en los coches con el mec¨¢nico a comprar joyas en el paseo de Gracia. Y las criadas sirviendo la mesa. Me recordaban a mi madre, que fue sirvienta desde muy peque?a. Las criadas son personajes muy interesantes, lo saben todo de la vida, de los ricos y los pobres, tienen los ojos y los o¨ªdos siempre abiertos. Los periodistas son un poco como las criadas".
?Y no piensa escribir la biograf¨ªa de esos a?os? "No, basta con la de Salinas, se lo dejo todo a ¨¦l. Ahora est¨¢ con el segundo tomo y recurre mucho a m¨ª. El que habla poco y escucha almacena mucho; el que habla mucho se acuerda menos de las cosas. Su memoria est¨¢ en mi cabeza. Yo escuchaba mucho, era como un notario, recuerdo conversaciones enteras, as¨ª que hago as¨ª con los dedos [los chasquea] y ¨¦l empieza a recordar. Adem¨¢s, tengo centenares de cartas, con much¨ªsima informaci¨®n, quiz¨¢ la mejor, sobre la vida social, ¨ªntima y editorial de esos a?os: todas las que me mandaba Jaime, muchas de Gil de Biedma a Jaime... Lo guard¨¦ todo".
"?se es el crimen que cometen los anglosajones con los cl¨¢sicos", contin¨²a, "subir el tono humor¨ªstico, convertirlos en obras inglesas para introducirlas mejor en las p¨¦treas cabezas del p¨²blico. El otro d¨ªa le¨ª en su peri¨®dico que una traductora estadounidense hab¨ªa traducido El Quijote como a Vargas Llosa y Garc¨ªa M¨¢rquez. ?Eso no lo puede decir un traductor! Decir de un libro que es contempor¨¢neo es lo peor: no tiene futuro, en cuanto muere su autor se deshace la mafia de amigos que lo ensalzaba. ?Y qu¨¦ queda? Un escritor serio escribe para la posteridad. Cervantes lo hace constantemente. Garc¨ªa M¨¢rquez piensa un principio y un final muy buenos porque sabe que eso es lo ¨²nico que recuerda el lector, que el resto es neblina. Yo siempre he tratado de evitar la influencia de los escritores suramericanos. No s¨®lo tengo plena fe en mi personalidad, sino que el realismo m¨¢gico me parece una mierda".
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