Rebajas
Hace medio siglo bastaba que a los alumnos se les formara para trabajar. Ahora es tan necesario o m¨¢s que se les instruya para consumir. La parte mayor del destino de la econom¨ªa desarrollada depende del consumo, convertido hoy en la estrella de los datos macroecon¨®micos para lo mejor o para lo peor. Como consecuencia, la manera en que se desarrollan las supercompras en rebajas ha cobrado una enorme significaci¨®n pol¨ªtica y social. Los consumidores quedan expuestos a la auscultaci¨®n estos d¨ªas mientras gastan en tropel y muestran su disposici¨®n, su criterio y su ojo en el porvenir. Ellos no deben ser conscientes de que se les vigila pero un creciente surtido de organismos diversos los miden, los sopesan, los clasifican y elaboran una antropolog¨ªa de su ser ante el mostrador.
En los pa¨ªses del este de Europa, con menor nivel de renta, se vive todav¨ªa la etapa en que lo m¨¢s importante es el precio de la cosa, pero en zonas de la Europa occidental, Alemania, Francia o incluso parte de Espa?a, el consumidor es un tipo m¨¢s experto que pondera la calidad y la garant¨ªa del art¨ªculo m¨¢s su particular oferta de bienestar. A la pregunta del porqu¨¦ compra usted los pa¨ªses menos evolucionados en el capitalismo aluden a la necesidad, mientras los avezados se refieren, sobre todo, al placer. Los primeros unen las compras a una euforia de la cantidad y la participaci¨®n social mientras los segundos piensan en la cualidad y en su yo. En todo caso, sin embargo, las rebajas van decayendo a?o tras a?o en cuanto ocasi¨®n de caridad para los menesterosos y ascendiendo como fiesta de libertad. Porque el consumo viene a ser hoy casi el ¨²nico mundo en que saboreamos la oportunidad de elegir. Elegir entre el bien y el mal, lo blando y lo duro, Adolfo Dom¨ªnguez e Inditex. Ni en las elecciones pol¨ªticas, base de la democracia constitucional, se experimenta una mayor sensaci¨®n del individuo libre y constituido para decidir su bienestar. Parad¨®jicamente, el consumo, que lleg¨® con la mala fama de una segunda alienaci¨®n, reaparece cincuenta a?os despu¨¦s como el feliz territorio donde se nos reclama, nos consideran y hasta, en ¨¦pocas de rebajas, los precios se humillan masivamente a nuestros pies.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.