Las mujeres y el Cor¨¢n
Sin interpretaci¨®n, las religiones desembocan en el fundamentalismo. Si el imam de Fuengirola dice que negar el Cor¨¢n es herej¨ªa, para el autor es herej¨ªa el fundamentalismo donde est¨¢ instalado el imam.
Desde hace varias d¨¦cadas se desarrollan en el islam importantes corrientes reformistas y feministas que denuncian el monopolio tradicional de los varones, y m¨¢s en concreto de los cl¨¦rigos, en la ex¨¦gesis del Cor¨¢n, as¨ª como su interpretaci¨®n patriarcal, contraria al esp¨ªritu originario y a su defensa de la igualdad entre hombres y mujeres. Estas corrientes reclaman el derecho de las mujeres a acceder directamente a dichos textos y a interpretarlos desde la perspectiva de g¨¦nero, que lleva a considerar el Cor¨¢n como un importante instrumento en favor de la liberaci¨®n de la mujer.
Lo primero que constatan es que el texto sagrado del islam no tiene un relato de creaci¨®n de la mujer a partir de una costilla del var¨®n, como tiene la Biblia jud¨ªa (G¨¦nesis 2, 21-22). El hombre y la mujer son creados de la tierra sin subordinaci¨®n ni dependencia de uno a otro. La relaci¨®n entre los creyentes y las creyentes es de amistad y protecci¨®n mutua. En el Cor¨¢n aparece 25 veces el nombre de Ad¨¢n, que no es ¨¢rabe sino hebreo, y en 21 de ellas tiene el significado de humanidad. Tampoco hay en el libro sagrado del islam un relato que responsabilice a la mujer del pecado y de la expulsi¨®n del para¨ªso, como aparece al comienzo de la Biblia jud¨ªa (G¨¦nesis 3, 6).
En la situaci¨®n de discriminaci¨®n de la mujer, e incluso de desprecio hacia su vida, propia de la sociedad ¨¢rabe preisl¨¢mica, el Cor¨¢n supone un avance importante. Era tal la ofensa que supon¨ªa el nacimiento de una ni?a en aquella sociedad, que algunos padres llegaban incluso a matarla al nacer, como constata el Cor¨¢n, que condena rotundamente esa pr¨¢ctica: "Cuando se le anuncia a uno de ellos una ni?a, se queda hosco y se angustia. Esquiva a la gente por verg¨¹enza de lo que se le ha anunciado, pregunt¨¢ndosele si lo conservar¨¢, para deshonra suya, o lo esconder¨¢ bajo tierra... ?Qu¨¦ mal juzgan!" (16: 58-59).
El Cor¨¢n reconoce igualdad de derechos y de deberes a hombres y mujeres con respecto a la religi¨®n, como demuestra el siguiente texto que utiliza un lenguaje claramente inclusivo: "Dios ha preparado perd¨®n y magn¨ªfica recompensa para los musulmanes y las musulmanas, los creyentes y las creyentes, los devotos y las devotas, los sinceros y las sinceras, los pacientes y las pacientes, los humildes y las humildes, los que y las que dan limosna, los que y las que ayunan, los castos y las castas, los que y las que recuerdan mucho a Dios" (33: 35). La recompensa y la buena vida por las buenas acciones alcanzan a los hombres y a las mujeres creyentes por igual (16: 97).
Hay, con todo, textos patriarcales que defienden la superioridad del var¨®n, su funci¨®n protectora de la mujer y la dependencia de ¨¦sta. La virtud de las mujeres se vincula esencialmente a la devoci¨®n, a la obediencia y a la actitud sumisa hacia los maridos. La rebeld¨ªa se considera una falta de respeto para con ellos que debe ser castigada (al menos, seg¨²n algunas traducciones). Aqu¨ª se encuentra el texto citado por el imam de Fuengirola para justificar la violencia contra las mujeres en determinadas ocasiones: "Los hombres tienen autoridad sobre las mujeres en virtud de las preferencias que Dios ha dado a unos m¨¢s que a otros y de los bienes que gastan. Las mujeres virtuosas son devotas. Y cuidan, en ausencia de sus maridos, de lo que Dios manda que cuiden. ?Amonestad a aquellas que tem¨¢is que se rebelen, dejadles solas en el lecho, pegadles! Si os obedecen, no os met¨¢is con ellas" (4:34) (tomo la traducci¨®n de la edici¨®n del Cor¨¢n preparada por Julio Cort¨¦s, Herder, Barcelona, 2000, 6? edici¨®n, p¨¢gina 153).
?C¨®mo interpretan las te¨®logas feministas y los te¨®logos reformistas dentro del islam este texto y otros en la misma l¨ªnea? Todos coinciden en que reflejan la mentalidad de la ¨¦poca, en la que estaba muy arraigada la inferioridad de la mujer. Hay quienes creen que los textos que justifican el sometimiento de la mujer al var¨®n deben entenderse en sentido metaf¨®rico. En general se tiende a afirmar que la traducci¨®n "?pegadles!" resulta incorrecta. La mayor¨ªa de esas tendencias cuestiona la consideraci¨®n del Cor¨¢n como palabra literal de Dios, as¨ª como su validez y normatividad en todos los contextos y culturas. Y todas creen que hay que interpretar el Cor¨¢n a la luz de los derechos humanos y no viceversa. Eso es aplicable a los textos sagrados de todas las religiones. En esa l¨ªnea van las recientes Declaraciones isl¨¢micas de Derechos Humanos. Un ejemplo de tal planteamiento es el de la abogada iran¨ª Shirin Ebadi, practicante musulmana, que acaba de recibir el Premio Nobel de la Paz por su lucha a favor de los derechos humanos.
Sin interpretaci¨®n, las religiones desembocan derechamente en el fundamentalismo. Sin el horizonte de los derechos humanos las religiones terminan por justificar pr¨¢cticas contrarias a la dignidad e inviolabilidad de la persona. Y, adem¨¢s, apelando a Dios para dar validez normativa a esas pr¨¢cticas. El imam de Fuengirola ha declarado que negar el Cor¨¢n ser¨ªa una herej¨ªa. Yo creo que la herej¨ªa es el fundamentalismo en el que ¨¦l est¨¢ instalado.
Juan Jos¨¦ Tamayo es te¨®logo, director de la c¨¢tedra de Teolog¨ªa y Ciencias de las Religiones Ignacio Ellacur¨ªa, de la Universidad Carlos III de Madrid.
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